Algunas reflexiones sobre el Informe PNUD sobre acceso a la justicia en Argentina
El informe del PNUD revela, entre otras cosas, que los que menos tienen enfrentan enormes dificultades para acceder a la justicia en Argentina. Esto obviamente es un problema, pero me atrevo a decir que el sistema depende de este problema. Porque es un sistema hipócrita. Es un sistema de derechos de papel, derechos sin dientes. Es un sistema que solo se sostiene si poca gente reclama de manera efectiva. Es un sistema demagogo: promete lo que no está dispuesto a dar.
En este sentido, hay un desfasaje, una brecha, entre lo que el sistema promete y los recursos que se asignan al cumplimiento de esas promesas. ¿Cómo se cierra esa brecha? La válvula para cerrarla es el acceso a la justicia.
Para acceder a ciertas cosas, el reclamo judicial no es la excepción, sino la regla. Por ejemplo, para acceder a algunas prestaciones de servicios de salud, los beneficiarios deben demandar, deben presentar un amparo, y recién ahí el sistema cumple. Cumple a cuentagotas. Lo vemos con el sistema previsional también. Para que esto cierre, la válvula podría ser estricta desde el punto de vista sustantivo: podría tener criterios restrictivos para acceder a determinados beneficios que están sub-financiados. Pero nadie quiere pagar ese costo político. Ni los legisladores ni los jueces. ¿Cómo se cierra la brecha, entonces? Demorando. Con sistemas kafkianos.
¿Qué es lo que distingue a un sistema kafkiano? Este concepto hace referencia a la novela el Proceso, de Kafka. En esa novela, el protagonista, K, se ve sometido a un proceso que es extremadamente oscuro, con funcionarios inescrutables e inaccesibles. Un capítulo de la novela, que también se ha editado de manera independiente, se llama Ante la ley, y en ese capítulo se describe la tragedia de un hombre que espera en vano que las puertas del sistema de justicia se abran. El hombre se muere esperando. Y esto es precisamente lo que nuestro sistema implícitamente pretende, no metafórica sino literalmente: que el peticionario se muera esperando. Nuevamente, este es un rasgo distintivo, inherente, estructural de nuestro sistema previsional, de nuestro sistema de salud: se especula con que estadísticamente una cantidad de reclamantes se mueran esperando.
Esto es trágico.
Por eso tenemos un sistema hipócrita. Un sistema que es kafkiano en este sentido también: no te dice que no, sino que te mata esperando.
Esta tragedia tiene dos puntas: una, claro está, es la pobreza. Las malas políticas económicas han llevado a un país cada vez más pobre, cada vez con menos recursos públicos y privados para que su población pueda vivir dignamente. Pero la otra punta es la demagogia de un sistema que es muy rápido a la hora de prometer y muy lento a la hora de cumplir. Esas promesas toman la forma de derechos de papel, derechos sin dientes.
Y este informe refleja con claridad quiénes son las principales víctimas de esa demagogia: los pobres. Porque he aquí una de las consecuencias más terribles de la hipocresía sistémica en la que vivimos: que la válvula que cierra la brecha entre las promesas y los fondos destinados a cumplirlas es especialmente severa con los pobres. Y por ende magnifica el problema, lo agudiza. Canaliza los recursos públicos escasos hacia aquellas personas que pueden valerse del sistema de justicia, en desmedro de aquellas que no.
Creo, por ende, que el problema que tenemos es muy profundo. Es la pobreza, sí, pero también es la demagogia institucional. Para desandar este camino tenemos que dejar de ser hipócritas. Tenemos que eliminar, o reducir, la brecha entre lo que prometemos y lo que financiamos. Los derechos tienen que ser derechos en serio, derechos con dientes: no proclamas, no plataformas, sino mecanismos institucionales concretos y efectivos. Creo, por así decirlo, que llegó la hora de que las políticas sociales dejen atrás la adolescencia y entren en la adultez. Que encaren estas cuestiones con seriedad, con responsabilidad, alineando los mecanismos institucionales para que sean parte de la solución y no del problema.