FuenteEzequiel Burgo
Cómo fue estar en las trincheras de Economía y el Banco Central durante la guerra en Europa
Federico Pinedo y Raúl Prebisch fueron economistas argentinos que ocuparon cargos de funcionario público en un contexto global turbulento y negativo para la economía. Fue durante la década de 1930, en plena guerra de Europa.
Pinedo ejerció como ministro de Economía en 1933-1935. También en 1940-1941. Prebisch, por su parte, fue subsecretario de Hacienda y gerente del Banco Central entre 1930 y 1943. Ambos eran jóvenes , podría decirse. Pinedo, 35 años. Prebisch, 29. Quizá la frescura en el arte de la política económica y de asumir responsabilidades estaba a la orden del día en esos tiempos. Joseph Schumpeter, un economista de renombre internacional a nivel teórico, había sido poco antes ministro de Economía de Austria con solo 36 años de edad, cuenta Thomas McCraw en la biografía Profeta de la innovación. Y John Maynard Keynes, otro economista que dejaría una huella indeleble en la teoría económica, tenía los mismos años cuando fue enviado a la Conferencia de Versalles en representación del Tesoro de Gran Bretaña. “Es una época en la que no había libreto para hacer política económica, la respuesta de todos estos economistas estuvo basada en buena medida en su intuición”, cuenta a Clarín el economista, autor y profesor de la Universidad de San Andrés, Juan Carlos De Pablo, quien acaba de publicar Pinedo y Prebisch, vida, obra y gestión de dos economistas argentinos (Sudamericana). Para De Pablo, el contexto y las circunstancias marcaron a fuego las experiencias de estos dos economistas argentinos. Que por otra parte no tenían nada que envidiarle en el mundo de las ideas a Keynes o Schumpeter, digamos. Ni en el mundo de las ideas ni en la política económica. El capitalismo había ingresado en una fase de depresión como nunca antes había sucedido luego de décadas de expansión, auge y modernización. La economía argentina, por su parte, comenzó a sufrir la fatiga de las expansiones de su frontera agrícola, del ferrocarril, sumado esto a los retrocesos del imperio británico y a una economía global más cerrada por la Gran Guerra. Los manuales teóricos aún explicaban en sus capítulos los estímulos fiscales y monetarios para ciclos recesivos y economías cerradas. Entre las decisiones más relevantes de Pinedo y Prebisch, De Pablo destaca tres en su libro: - La regulación de los mercados de exportación. “¿Cómo calificaría alguien que ignora las circunstancias, a un ministro que creó juntas reguladoras, en particular de carnes y granos? Como un intervenciomaníaco o un regulomaníaco... En política económica suponer que las medidas son adoptadas de manera autónoma es la mejor manera de no entender... Desde fines de la Primera Guerra Mundial las consecuencias de la fluctuación de los precios comenzó a integrar la lista de asuntos que debían formar parte de la acción gubernamental”. - Durante la gestión de Pinedo, en diciembre de 1934, se estableció el impuesto a las ventas y se unificaron los impuestos internos. Se prorrogó el impuesto a los réditos hasta 1944 (había sido creado en 1932 y en teoría expiraba en 1934) y se estableció un sistema de distribución de la recaudación entre la Nación, la Capital Federal y las provincias. “De manera que le debemos a Pinedo el comienzo del régimen de coparticipación de la recaudación de algunos impuestos”. - En 1935 se sancionaron tres leyes y un decreto que pusieron en funcionamiento el Banco Central. Pinedo quería que Prebisch presidiera el BCRA, pero este declinó el ofrecimiento y optó por ser gerente general. “Nombré a 1.200 personas mediante un cuidadoso estudio de antecedentes. El general Agustín Pedro Justo me mandó candidatos y me hacía tomarles examen. El Banco Central llegó a tener un personal de primer orden que al final de cuentas se destruyó”, contó años más tarde Prebisch. “Desde 1931 venía pensando que el régimen automático de la Caja de Conversión no funcionaba en la Argentina. Una tarde Pinedo me habló por teléfono y me dijo: ‘Prebisch, preparame un proyecto de Banco Central. He reflexionado y creo que no se puede volver atrás’. Escribí el proyecto de ley, Pinedo lo corrigió, pero yo hice los fundamentos”, contó Prebisch años más tarde. Impuestos, Banco Central y regulación del comercio exterior. La botonera básica de cualquier economía moderna en un contexto global volátil y de guerra. “Los dos eran cultos, viajados y luchadores”, los define De Pablo. Prebisch recomendaría, años más tarde, en un informe que élabordó ya como secretario de la CEPAL, que la Argentina ingresara al FMI y al Banco Mundial. Juan Domingo Perón había intentado dar ese paso ya en 1948. Pero no lo logró. “El país no debe privarse de fuentes de crédito internacional para promover el desarrollo”. En el mismo documento el economista recomendó “podría comenzar a desarticularse el aparato de medidas intervencionistas, eliminar el control de precios, otorgarle autonomía técnica al BCRA, retornando a los bancos los depósitos transferidos al BCRA y revisar la ley de alquileres”. ¿2022? No, 1955.