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Desafío educativo: formar 70.000 programadores

El nuevo Ministro de Economía Sergio Massa anunció el objetivo de formar 70.000 jóvenes programadores durante los próximos 12 meses. ¿Es posible?

Es posible, si durante el próximo mes se toman las medidas operativas que anteceden a cualquier proyecto de este calibre: se selecciona la población joven a la que apuntará el proyecto; se lanza una convocatoria por redes sociales y se desarrolla una web para implementar la inscripción de los interesados; se toma algún tipo de examen de nivelación de conocimientos; se asegura la conectividad a internet de los inscriptos; se convocan y comienzan a capacitar a los 1.100 docentes necesarios para formar a los alumnos del programa (de acuerdo con los ratios docente/alumnos que la tecnología actual permite); y finalmente, se pone a punto la plataforma digital sobre la que se ejercitará la programación.

En resumen, es posible. Los seres humanos sentimos vértigo cuando advertimos que somos realmente capaces de hacer aquello que antes nos parecía imposible. Grafiquémoslo con un ejemplo simple.

Asumamos que yo soy una persona absolutamente sedentaria y fanática de la comida y la bebida; y que mi exceso de peso se ha convertido en un riesgo para mi salud. Imaginemos que alguien logra convencerme de que para mí es perfectamente posible comenzar mañana mismo un plan de entrenamiento que, dentro de un año, me colocará en la línea de largada de una maratón (y me garantizará que llegue a la meta).

Por supuesto, esta posibilidad me resultará tremendamente perturbadora: queda claro que aquello que parecía fuera de mi control, en realidad se encuentra ahora dentro de mis posibilidades… reales.

Ahora estoy realmente complicado: es mi decisión.

Siempre que tengo la oportunidad de hacerlo en público, destaco la enorme posibilidad que tiene la República Argentina de entrenar a los alumnos de la escuela pública en Programación, convirtiéndolos en profesionales competitivos para el mercado tecnológico del futuro.

Suelo ofrecer pruebas concretas de que esto es posible. Siempre doy el mismo ejemplo: una alumna de 5to grado que logró graduarse del primer nivel de programación trabajando desde el celular de su abuela, a falta de computadora. Ella tuvo que programar un videojuego como trabajo final para obtener su diploma (Digital Skills Diploma – Kick Off 1 – Digital House).

Toda una hazaña.

Pero esta moneda heroica tiene otra cara: los docentes. Recordemos el primer mito que los argentinos hemos derribado: “los alumnos de la escuela pública no están en condiciones de aprender programación”. Mito derribado empíricamente. A ese mito, se suma el segundo: “los docentes públicos no están en condiciones de capacitarse y, luego, enseñar programación”.

Para romper este último puedo citar el caso de Jorge: un docente de nivel inicial que no tenía absolutamente ninguna formación ni experiencia en computación, matemática ni tecnología.

Él se capacitó, se graduó de docente en programación básica y luego enseñó esa disciplina a los alumnos de 5to grado de la escuela pública (entre ellos, a Keila, la niña de la hazaña recién comentada). Actualmente, docentes pertenecientes a más de 50 escuelas públicas han comenzado esta capacitación en programación.

Durante el 2021, Jorge formó parte del plantel docente que protagonizó la primera prueba piloto de Programación en Escuela Pública realizada en nuestro país. Al igual que sus colegas, con quienes compartió esta experiencia, la curiosidad, entusiasmo y compromiso de Jorge lo han llevado a incursionar en un mundo que hasta ese entonces le resultaba ajeno… lejano. Su valentía lo llevó a lograr el ambicioso e impensado objetivo.

Hoy estamos sentados en el sillón de la educación. Despatarrados… fuera de estado… haciendo zapping… mirando una televisión que nos anuncia enfáticamente que no somos capaces de levantarnos de ese mullido asiento. Pero, ahora, sabemos que es posible. Nos hemos dado cuenta de que la maratón es larga (claro, 42kms… o 42 años) pero que somos perfectamente capaces de comenzar a entrenar para eso mañana mismo. Porque depende de nosotros.

Ahora sabemos que llevar la programación a todos los niños de la Argentina es posible. Están los alumnos. Y están los docentes. Claro: genera tanta ilusión como temor.

Porque ahora es nuestra la decisión.

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