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Desinformación en Argentina: ¿Qué preocupa a los expertos?

Durante las elecciones presidenciales de Argentina en 2023, las publicaciones en redes sociales que mencionaron la palabra “fraude” aumentaron un 400%, según reportó la organización Ad Hoc. La desinformación, definida como información falsa compartida con el propósito de engañar, tiende a proliferar en períodos de alto interés público, como en elecciones presidenciales o durante crisis sanitarias. Mientras que las propuestas regulatorias para combatir la desinformación en América Latina a menudo generan preocupaciones sobre posibles restricciones a la libertad de expresión, los enfoques que sugieren una mínima intervención estatal en la moderación de los contenidos son criticados por delegar las decisiones regulatorias a cada plataforma. En un reciente informe publicado por el Centro de Estudios en Tecnología y Sociedad (CETyS) de la Universidad de San Andrés, Iván Kirschbaum, graduado de la Licenciatura en Comunicación de UdeSA, y Fernanda Martínez, Directora Ejecutiva del CETyS, realizaron un abordaje multisectorial del fenómeno de la desinformación. “Como ocurre con otros aspectos del ecosistema digital, la desinformación involucra a múltiples sectores”, explica Kirschbaum. 

Para abordar este fenómeno, los investigadores del CETyS entrevistaron a 15 expertos de la sociedad civil, la academia, y el sector público y privado de Argentina. Además, emplearon la técnica de la observación participante en eventos especializados en desinformación. Entre los principales motivos que los entrevistados asocian a la circulación de desinformación se encuentran diversos factores contextuales, principalmente la polarización socio-política durante los períodos electorales y la escasa confianza en las instituciones políticas y el periodismo. Incluso, los investigadores observan que la información verificada por iniciativas de fact checking (del inglés verificación de hechos) tiene menor alcance que la información falsa. También, identifican que el diseño y las lógicas de funcionamiento de las plataformas facilitan la creación y rápida difusión de campañas a gran escala, priorizando los contenidos con alta capacidad de viralización. Por último, reconocen que existen factores psicológicos, como los sesgos de confirmación, donde las personas tienden a favorecer, buscar y recordar información que confirma sus creencias previas, que se vincula con la propagación de la desinformación.

“Comprender los factores que facilitan la circulación de la desinformación según expertos de diversos sectores en Argentina y considerar sus recomendaciones nos permite generar consensos nacionales para abordar la desinformación de manera que respete los derechos de los ciudadanos. Una intervención excesiva del sector público o privado podría resultar contraproducente”, reflexiona Kirschbaum.

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