Hay una democratización de la longevidad porque no solo en los países que eran desarrollados en el siglo pasado aumentó la esperanza de vida de manera extraordinaria, sino que en todo el mundo vivimos más. En la Argentina, para el 2030, se proyecta que el 34% de la población será mayor de 50 años. Esta democratización es también revolucionaria. Porque, la revolución de la longevidad indica que estamos superando los límites de vida de nuestra propia especie. La mujer más longeva del planeta, la francesa Jeanne Calment, vivió hasta los 122 años y en abril de 2022, falleció la japonesa Kane Tanaka con 119 años. En 2023, está primera en el ranking la española María Branyas Morera, de 116 años.
A estas alturas, si lo pensamos bien, el modelo de personas Matusalén siempre existió, entonces ¿cuál es hoy la novedad? Lo que sucede es que antes eran casos excepcionales, y ahora las personas centenarias y súper centenarias han aumentado significativamente en todo el mundo. En Argentina, según datos del Registro Nacional de las Personas, en 2020 vivían 15.491 personas de 100 años o más. Es decir, que no tenemos que trasladarnos a las zonas azules donde viven las personas más longevas del planeta, las vidas de 100 años están ya aquí, entre nosotros.
La perspectiva alarmista y las nuevas narrativas
Estos son datos, conceptos técnicos y demográficos muy concretos, pero a su alrededor existe una importante carga de ignorancia y bastantes malos entendidos. Predomina una perspectiva trágica y negativa que olvida que esta revolución de la longevidad es el resultado del desarrollo científico, económico y social y que, al mismo tiempo, la creciente supervivencia de 4, 5 y hasta 6 generaciones de una misma familia es un hecho inédito para toda la humanidad.
Pero, si desconocemos qué significa este aumento de la longevidad ¿por qué tendríamos que aceptar una visión alarmista? No suena razonable y pareciera que esta revolución demográfica no está siendo comprendida. Para entender qué está sucediendo tendríamos que dejar de mirarla como una catástrofe y verla como una oportunidad. Alexandre Kalache, uno de los mayores expertos internacionales en temas de longevidad, afirma que: “Envejecer es la gran conquista social de los últimos 100 años”.
Probablemente muchos de nosotros estemos de acuerdo con Kalache, pero en la mayoría del mundo occidental, las personas no tienen razones para pensar que encontrarán en la vejez algo atractivo y la longevidad no sólo no tiene ningún interés, sino que cumplir años se transforma en una pesadilla para muchos. Aceptemos algo que no se puede negar: existe una revolución demográfica en marcha que agregó varias décadas a la vida de la humanidad (20, 30, algunos dicen que 40 años) y nos obliga a pensar en la longevidad en primera persona. ¿Qué me pasa a mí con la idea de llegar a cumplir 100 años? Necesitamos más libertad para imaginar las alternativas que existen e incorporar otras narrativas.
En Argentina, la narrativa de la vejez atrasa y no solamente produce sufrimiento porque hay personas que tienen pánico a envejecer, sino que genera consecuencias negativas en todos los niveles, incluido el económico. Necesitamos una nueva narrativa que asocie vejez con vitalidad, y nos permita focalizarnos en la longevidad extendida, que se asocia con la diversidad generacional y con la economía silver como nuevos campos de innovación y creatividad capaces de impulsar el buen vivir en todas las edades.
La importancia y la oportunidad de la gestión de las generaciones
En el “Libro Verde del Envejecimiento-Fomentar la solidaridad y la responsabilidad entre generaciones” publicado por la UE en 2021, se afirma que la revolución de la longevidad genera oportunidades para desarrollar una economía plateada, para crear de manera concreta nuevos puestos de trabajo, fomentar la equidad social y aumentar la prosperidad. Una aproximación innovadora, de estos temas, incluye la gestión de las generaciones y su diversidad. Es relevante conocer algo más de las generaciones ya que aprender a gestionarlas es una poderosa herramienta de sostenibilidad económica y social.
Para el sociólogo Zygmunt Bauman, el concepto de “generación” nos ayuda a entender mejor el aquí y ahora del mundo ambiguo en el que vivimos porque, las edades son cada vez más líquidas. Además, ninguna persona es joven o vieja de un año para otro, se convive en un espacio de edades una cantidad de años y esa es la base constitutiva de una generación. Históricamente el concepto de generación marcaba los años que existían entre el nacimiento de los padres y el nacimiento de sus hijos, actualmente cuando hablamos de generación hacemos referencia a todo el grupo de personas nacidas en un mismo periodo -o a una zona de edades- que se ven influenciadas por los acontecimientos sociales, culturales y políticos de cada época.
La convivencia de las generaciones garantiza ciertas formas de ayuda mutua sin las cuales sería imposible la crianza de los más jóvenes y la supervivencia de los mayores. Para cada generación, la ayuda de las otras es, literalmente, vital. Entonces, una generación sucede a la otra en el tiempo y conviven, hay coexistencia entre ellas. Sin embargo, el aumento en la cantidad de generaciones que comparten el mismo momento histórico es algo nuevo que requiere la gestión de esta diversidad. Cuando hablamos de “gestión” significa promover que -como los planetas- cada generación orbite sin colisionar con las demás, que puedan seguir sus propias órbitas aprendiendo a vivir con armonía y agregando valor en el espacio comunitario, familiar y organizacional.
En las empresas, en las entidades gubernamentales y en las de la sociedad civil hay experiencias y buenas prácticas que muestran que esta nueva diversidad, la diversidad Gen, bien administrada genera beneficios. El economista Sebastián Campanario, en su libro sobre la Revolución Senior, brinda ejemplos de países como Japón, donde el gobierno pidió a sus funcionarios que estudiaran casos de aumento de la producción por la gestión estratégica de la diversidad y la incorporación de los seniors. Campanario, comentó el caso de Ohara, una empresa familiar mediana cuyos dueños comenzaron a incorporar personal “solo de 60 años para arriba” y la empresa desde entonces ha tenido la mayor tasa de crecimiento, con trabajadores que en promedio tienen 70 años.
Gestionar la diversidad Gen, en pocas palabras, supone detener el edadismo en un proceso de largo plazo donde el trabajo concreto es promover actividades que articulen a los jóvenes con los mayores y promover el intercambio y la solidaridad intergeneracional. Con la intención de compartir experiencias, en pocos días reflexionaremos sobre todos estos temas en el Silver Economy Forum Latam, que es un encuentro pensado para explorar estos desafíos y las oportunidades que presenta la Economía Plateada en América Latina. Estaremos en Buenos Aires, junto a reconocidos líderes y expertos de la Región, el jueves 7 de septiembre, 2023, en el Salón Auditorio San Agustín de la UCA (Edificio “Santa María” Alicia Moreau de Justo 1300, CABA). Es una actividad sin costo que requiere inscripción previa en: www.seflatam.com
Por último, algunas empresas comenzaron a poner el foco en la diversidad generacional. La mayoría cuenta en la actualidad con políticas de género, pero menos del 10% de las firmas tienen algún programa en relación con la integración de las distintas generaciones. Es un camino a explorar.