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FuenteEl Cronista

Dólar e inflación argentina: ¿será 2023 una combinación de las crisis de 1989 y 2001?

Se empiezan a observar ciertos patrones de comportamiento relativos a la demanda de dinero similares a 1989, cuando el argentino entregaba sus pesos refugiándose en bienes alternativos, desde el dólar hasta el dulce de leche. Sumado a esto, el mercado de bonos comienza a operar como en 2001 con cotizaciones cercanas a dichos niveles. 

De alguna manera, parecería que los dos eventos más extremos de nuestra historia económica reciente comienzan a confluir en simultáneo: aceleración inflacionaria estilo 1989 y cotizaciones de bonos en estrés como en 2001. Y los dos en un mismo combo. 

Dedos bien cruzados, lo que se nos viene probablemente será complejo y encima desde Wall Street le están pegando muy fuertemente a commodities y acciones emergentes, el viento de cola favorable dejó de soplar hace dos meses de la mano de una recesión global que resulta cada vez más inminente. Es relevante en este contexto que Argentina envíe las señales correctas para evitar un mal mayor.

En estos últimos días, cada anuncio en materia económica fue seguido de bajas considerables en acciones argentinas y en bonos y de una suba crónica y preocupante del dólar en sus distintas versiones. 

Desde los anuncios que procedieron a la renuncia de Martín Guzmán, el ministro de economía experto en reestructuraciones de deuda soberana, la acción más líquida de Argentina en New York, GGAL ADR, está 12% abajo e YPF ADR 10% abajo. Los bonos argentinos están operando en su mayoría cómodamente debajo de u$s 20 de paridad y el contado con liquidación subió aproximadamente 17%, arañando un $ 300 cómodo.

Aun cuando se discuta la relevancia de este dólar, la Argentina entera lo está mirando y a su ritmo se acelera la psicología del país que más experiencia inflacionaria tiene en la historia de la Humanidad.   

Nadie entiende mejor que un argentino lo que significa sobrevivir a un proceso inflacionario que, para nuestro caso, lleva casi ya 100 años, convertibilidad aparte. De ahí lo relevante de tranquilizar expectativas con las señales adecuadas. 

El intercambio de personas es irrelevante. Parecería que lo que Wall Street reclama no es un cambio de nombres sino de modelo. Independientemente del ministro a cargo, lo que hoy vemos probablemente, hubiera ocurrido de todas formas.

QUÉ PASA CON LOS BONOS Y ACCIONES ARGENTINAS

En la crisis de 2001, los bonos argentinos llegaron a mínimos de u$s 17, lo que parecería indicar que el mercado pone en las cotizaciones actuales el mismo estrés que por entonces. 

Incluso antes del cambio de Martín Guzmán por Silvina Batakis, los activos argentinos ya venían derrapando fuertemente, coincidiendo con un castigo muy severo a acciones emergentes iniciado con la baja del EWZ (ETF que replica a acciones brasileñas), que el 24 de mayo de este año hizo máximo retorno relativo contra el S&P de Estados Unidos, circunstancia que cambió severamente desde entonces. 

Desde el 24 de mayo pasado, GGAL ADR exhibe un retorno de -32%, Banco Macro ADR -37% e YPF ADR -32% y estos activos ya vienen siendo brutalmente castigados desde abril 2018.

Respecto a los bonos, desde que se anunció la última restructuración en general los mismos no han parado de bajar, por lo que la dinámica descendente en renta fija argentina no es nueva, si bien parecería haberse acelerado en este último tramo. 

La reestructuración de la deuda, principal objetivo del ministro saliente, parecería no haber funcionado dado que los bonos cotizan actualmente mucho más abajo que cuando Guzmán asumió. De una reestructuración exitosa de deuda soberana se espera un comportamiento contrario a lo que hoy vemos.

 

Lo cierto es que desde sus máximos, GGAL ADR está 91% abajo e YPF ADR 96% abajo. La destrucción de valor en la Argentina es tan enorme que se hace difícil imaginar incluso lo que se necesitaría para recuperar esos valores máximos originales. Por ejemplo, YPF ADR debería tener que subir 2.233% y GGAL ADR 1.100% para volver a sus máximos del pasado.

Se percibe que después de la renuncia de Guzmán, toda medida anunciada por Batakis en vez de ser celebrada por el mercado ha sido seguida de bajas permanentes en activos argentinos, lo que se traduciría en un mensaje de Wall Street que parecería sugerirle a la Argentina: "Es necesaria una reestructuración del sistema económico argentino".

Normalmente, cuando por cada medida anunciada sigue una baja de mercado, se infiere que lo que se está pidiendo es muy distinto a lo que se está ofreciendo y esto no sólo aplica a la Argentina. 

En los primeros meses de 2022, cuando la Reserva Federal de Estados Unidos estaba detrás de la tortuga en materia inflacionaria, los mercados no paraban de bajar, en un intento de reclamar las señales exigidas. Y lo mismo le ocurrió al Banco Central Europeo. 

Por lo tanto, es altamente probable que, para el caso argentino, los mensajes que observamos del mercado local e internacional sean similares. Esta vez, la vara de lo que se le empieza a exigir a la Argentina es muy alta, relativa a su estado actual. 

Y no parecería que nada torciese esta dinámica. "O cambian o los seguimos rompiendo", parecería ser el mensaje cotidiano de Wall Street a nuestro país.

DÓLAR E INFLACIÓN EN ARGENTINA: ¿SERÁ 2023 UNA COMBINACIÓN DE LAS CRISIS DE 1989 Y 2001?
Esa es la pregunta del millón. De la que se derivan en muchas otras inquietudes: 

  • ¿Para cambiar hay que romper algo? 
  • ¿Por dónde empezamos? 
  • ¿Qué apoyo tendría una eventual propuesta de cambio por parte de una sociedad que al momento de apoyar suele votar al opositor de enfrente?

Parecería que esta vez el verso del gradualismo ya no da para más. Wall Street nos está pidiendo velocidad. Y si alguno decide ignorar a Wall Street, les recuerdo que son ellos los que nos compran los bonos que financian nuestros gastos y la soja con la que come todo un país. 

Sencillamente, Wall Street no puede ser ignorada y parecería que nada de lo que escucha desde estas latitudes la conforma. Ojalá podamos articular lo necesario.

 

 

 

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