“Egg cracking challenge en TikTok”: el polémico desafío que pone a los padres en el ojo de la tormenta
Una madre de unos 37 años invita a su hija a cocinar con ella. Sobre la mesada están todos los ingredientes preparados para hacer un budín: harina, manteca, aceite, esencia de vainilla y huevos.
La emoción de la hija por disfrutar de una actividad culinaria con su madre se ve reflejada en su sonrisa. Juntas van agregando uno por uno los ingredientes en un gran bowl.
Cuando toca el momento de agregar el huevo a la mezcla, la mamá lo agarra y lo rompe en la frente de su hija: durante los primeros segundos el desconcierto es total y luego la niña se larga a llorar. La madre continúa como si nada hubiera ocurrido, pero tras unos segundos no puede contener la risa y larga carcajadas.
Videos de este tipo pueden llegar a tener más de 116.000 “me gusta” en TikTok y el hashtag tiene más de 1,9 millones de búsquedas. Esta misma escena se repite desde la última semana de agosto una y otra vez.
El camino es siempre el mismo. Con la cámara encendida, los padres invitan a sus hijos a realizar actividades culinarias. Les hacen esta propuesta con la que los niños se muestran felices. Pero todo cambia cuando en lugar de romper el huevo en un recipiente o contra la mesada, lo hacen contra la frente de los pequeños.
Controversia en los usuarios
Los padres que se sumaron a este “challenge” descubrieron que registrar esta secuencia se traduce en miles de “me gusta”, cientos de comentarios y, por lo tanto, en más viralización y, quizá, en más seguidores. Sin embargo, no todas las reacciones de los usuarios fueron positivas. Muchas personas expresaron su indignación tras ver las imágenes y comentaron su preocupación por el posible impacto psicológico, emocional y físico que este desafío puede causar en los niños.
“Esta tendencia es similar a otros videos con un morbo parecido. Hace un tiempo estábamos viendo en TikTok los challenge de probar qué decide una persona que está en situación de calle y premiarlas si elige bien. Estos videos son similares, pero van un poco más allá porque involucran a los hijos de estos padres que están posteando los videos en cuestión con el fin de ser populares en las redes sociales”, explicó Alejandro Artopoulos, sociólogo y profesor de la Universidad de San Andrés y de la Universidad de Buenos Aires.
Y desarrolló: “Esto ya está tipificado, es contenido exprés: es lograr el máximo de impacto con el contenido más barato posible. Estos padres lo hacen para tener popularidad en las redes, para tener likes y así más seguidores, y tener esa corriente de afecto light que dan las redes sociales”.
Para el sociólogo, detrás de algunos de los usuarios también se esconde un morbo: “Me parece que se demuestra por cómo se crean los trends, estos siguen los algoritmos y cómo la gente selecciona el contenido para ver. Aquel contenido que llama la atención y que se vuelve un género, como el Egg cracking challenge, es el que la gente quiere ver por qué es la novedad respecto de ese género. Cuando se crea el género, se produce una tendencia sobre una tendencia, se agranda el volumen de esta y los datos van generando algoritmos que dan importancia a ese tipo de contenidos”.
De esta manera, según el especialista, los padres buscan popularidad y los que consumen los videos buscan ese contenido que la red social categoriza como interesante.
Josefina Saiz Finzi, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y especialista en crianza niños pequeños y adolescentes, dijo: “El encuentro con imágenes donde se banalizan las acciones del adulto padre y las expresiones dolorosas de bebés pequeños, evidencian distintos modos de abuso por parte de adultos”.
Y analizó: “La relación de padres insensibles al dolor de sus hijos hace reflexionar acerca del vínculo que establecen en término de abandono de su lugar responsable para la vida emocional del hijo”.
Artopoulos agregó: “Hay padres que utilizan a sus hijos para generar popularidad: se escudan detrás de de la idea de que están compartiendo con sus hijos un momento de calidad. Pero hay otros videos en donde los chicos ya están siendo cómplices de la producción de ese contenido. Ya saben que están participando de esa experiencia excitante que es grabar un vídeo y lo esperan con ansia y están compartiendo con sus padres ese momento”.
Y distinguió: “No es lo mismo un padre que utiliza a su hijo y lo golpea y el chico llora y es maltratado que un padre, que está siendo cómplice con su hijo para hacer un video divertido para internet”.
Para Diana Litvinoff, psicoanalista y autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual, los padres que realizan esta tendencia no saben qué hacer con el chico, cómo conectarse, entonces apela a esta propuesta porque hay algo que está fallando en la empatía de ella con el chico, no saben qué hacer con ellos mismos y tampoco saben qué hacer con su hijo en cuestión.
“El chico es muy vulnerable, depende totalmente de los padres y vive con temor en un universo donde debe confiar siempre en el adulto porque si no se siente muy indefenso. A veces el adulto empieza a jugar con el chico: le hace cosquillas, bromas, lo quiere cuidar y el chico siente cierto temor, pero después se da cuenta de que es un juego, de que puede confiar, es así entonces como pasa de la desconfianza, a la confianza y la risa. Pero en este juego es al revés, porque el chico está confiado con el adulto, tranquilo y, de pronto, aparece una acción que lo daña, de alguien que él no espera que lo dañe. Ahí aparece la angustia: las caritas de asombro, de llanto, de enojo, de no entender qué es lo que está sucediendo. Entonces este trend lo que hace es el camino inverso, pasa de la confianza a la desconfianza. En principio este juego lo que genera es la desconfianza en aquel que debería velar por él”, dijo Litvinoff.
Finzi, alertó: “La vulnerabilidad del niño pequeño en tanto se lo tome como un objeto de exposición mediática donde la burla ocupa el lugar de la atención y cuidado es grave y es una prueba de riesgo psíquico”.
La sociedad del algoritmo
Artopoulos explicó que actualmente tenemos a la sociedad algoritmo, una sociedad que según él, está carente de límites por el mero hecho de ser popular en las redes sociales, de producir contenido exprés y también destacó el problema de las redes sociales para regular la circulación del contenido.
“En cualquier caso, no es solo una relación que se resuelve entre padres e hijos sino que hay un tercero que está detrás de la pantalla viendo esa escena. En todo caso, lo que nos tenemos que preguntar es qué es lo que está pasando en esta sociedad de los algoritmos en donde hay personas que están pidiendo contenidos que cruzan los límites de lo aceptable”.
Para el profesional, las plataformas no deberían ser tomadas como una organización transparente de cómo las personas se relacionan entre sí: “Deberían verse como formas de relación que están modificando la forma en que antes nos comunicábamos y compartíamos contenido. Y por lo tanto esa modificación puede generar cambios positivos, pero también puede generar cambios negativos. Y esos cambios negativos hay que tipificarlos y hay que estudiar cómo evitarlos para no generar más daño que el que se tenía antes de que se utilizaran estas redes sociales”, advirtió.
“Nos queda pensar que los medios consiguen, más que la risa y el sensacionalismo, poner en evidencia problemas en el desencuentro filial y alertar sobre la violencia que se genera en el vínculo ya que deja de ser amoroso y de contención para el desarrollo de la subjetividad en los niños y de los padres también”, reflexionó Finzi.
Litvinoff, autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual, señaló: “En TikTok se genera la idea de que lo que pasa es divertido, entonces se generan situaciones peligrosas, como los retos de aguantar la respiración hasta ahogarse, para ver quién aguanta más tiempo. Los usuarios toman esto como un chiste por el concepto de que lo que se viraliza es divertido, pero no es así”.
“Los padres que aceptan estos retos tendrían que pensar en sí mismos y recurrir a una ayuda psicológica, si lo necesitan, porque está denotando que algo les pasa en la relación con su hijo, que le puede dañar, no el huevo, sino la actitud en general con él”, concluyó.