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El lenguaje inclusivo bajo la lupa de la psicolingüística: data para un debate fundado

lenguaje inclusivo

Desde hace algunos años, el español incorporó a su repertorio alternativas no sexistas que rivalizan con el morfema masculino “o” al momento de referir a grupos mixtos. Variantes como la “e” o la “x” se sumaron al español del Río de la Plata, en consonancia con un movimiento global que busca visibilizar los derechos de las mujeres y personas de género no binario. Lejos de ser una originalidad del español, en inglés también se adoptó el pronombre they/them para referir indistintamente a cualquier género, mientras que en sueco el pronombre inclusivo hen sustituye al pronombre masculino hon en situaciones en las que desconocemos el género de la persona. 

En Argentina, la puesta en escena del lenguaje inclusivo encendió un debate sin precedentes. En ese contexto, Ana Zarwanitzer, graduada y profesora de la carrera de Comunicación y Carlos Gelormini-Lezama, director y profesor asociado de la Licenciatura en Comunicación, se preguntaron cómo procesan los hablantes de español rioplatense las oraciones con los morfemas inclusivos “e” y “x”. Los hallazgos del estudio fueron publicados recientemente en Vertex Revista Argentina de Psiquiatría

En su trabajo, Zarwanitzer y Gelormini-Lezama llevaron a cabo un experimento en 69 hablantes nativos del español rioplatense con el objetivo de examinar la diferencia en el procesamiento de oraciones con sustantivos que usan el morfema masculino “o” para referir a grupos mixtos (“chicos”) y oraciones con los morfemas inclusivos “e” y “x” (“chiques” y “chicxs”). Con un software de computadora registraron el tiempo en milisegundos que los participantes tardaron en leer oraciones con sustantivos en plural con “o”, otras con “e” y con “x”.

La investigación demostró que todos los participantes leyeron las oraciones con lenguaje inclusivo más lentamente que aquellas con masculino genérico. Tomando en cuenta la edad de los participantes, los jóvenes leyeron todas las oraciones del experimento más rápido que los adultos. Sin embargo, e inesperadamente, los jóvenes no leyeron más rápido las oraciones con lenguaje inclusivo, lo que indicaría que jóvenes y adultos procesan el lenguaje inclusivo de modo similar. Siguiendo esta tendencia, los tiempos de lectura tampoco se vieron afectados por el género de los participantes; mujeres y varones procesaron las oraciones inclusivas con mayor dificultad que las oraciones con masculino genérico. Por último, el estudio tampoco encontró diferencias significativas en el contraste entre oraciones con los nuevos morfemas inclusivos “e” y “x”: ambas opciones fueron penalizadas de modo similar. 

En conclusión, el estudio llevado a cabo por Zarwanitzer y Gelormini-Lezama demuestra que, independientemente del uso, el procesamiento del lenguaje inclusivo no discrimina ni por edad ni por género. Esto es así tanto para jóvenes como para adultos, tanto para varones como para mujeres. Los autores sugieren que estudios futuros podrían evaluar, con mayor variedad de hispanohablantes y distintas metodologías, la suerte del lenguaje inclusivo en nuestra lengua. En el corte sincrónico que representa este estudio experimental de psicolingüística, el lenguaje inclusivo genera una demora y un mayor costo en el procesamiento de oraciones. Este resultado puede ser explicado por la incorporación de morfemas inclusivos que no reflejan un cambio lingüístico natural o debido a que el lenguaje inclusivo se encuentra en etapas muy iniciales y por ese motivo genera una demora en el procesamiento. 

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