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El plan macrista de Alberto

En Pierre Menard, autor del Quijote, Borges narra la historia de Pierre Menard, un escritor francés que intenta revivir la vida de Cervantes para volver a escribir el Quijote. En el cuento de Borges Menard lo logra, reproduciendo exactamente un par de capítulos y fragmentos de la obra original. Pero cuando Borges analiza ambos textos descubre, que a pesar de ser idénticos, revelan un trasfondo y sentido diferentes. 

Traigo a colación esta referencia porque el sendero de políticas anunciado por el gobierno (a las que aparentemente por ahora dos técnicos de segunda línea del Fondo dijeron algo así como “ah…, puede ser”), es extraordinariamente similar al programa de gobierno original de Mauricio Macri. Seguramente habrá kirchneristas, que como Borges, querrán encontrar un sentido diferente a lo que se propuso. Pero las políticas son las mismas. Acaba de nacer el plan macrista de Alberto.   

El plan macrista de Alberto nos sorprende incluso con su escenificación. Alberto le copió a Macri hasta la forma del anuncio: un breve mensaje matinal desde los jardines de Olivos cuando las cosas en Washington distan de estar cerradas. El plan macrista de Alberto lo copia en contenido y también en forma. 

Nadie sabe si este plan se cumplirá, si el gobierno piensa que se puede cumplir, ni siquiera si lo quieren cumplir. Pero vale igual detenerse en aquello que se anunció. Hoy, el gobierno de Alberto enfrenta una situación parecida a la que heredó Macri de Cristina en 2015. Un déficit fiscal abultado (que Macri heredó de Cristina y que Alberto heredó de Alberto, porque Macri había entregado el poder con este tema corregido); y una emisión monetaria descontrolada y sin reservas (que Macri heredó de Cristina, y Alberto de Alberto, porque la emisión ya se había reducido en 2018 y porque Alberto se encargó en sus primeros dos años de usar las reservas que había heredado de Macri). 

Pero, más allá que Macri tuvo que lidiar con la herencia de Cristina y que Alberto tiene hoy que lidiar con la herencia de sí mismo, el enfoque es el mismo: un ajuste fiscal gradual acompañado por una reducción gradual en la emisión monetaria para asistir al Tesoro. Es decir, que el programa macrista de Alberto repite aquello del gradualismo. Y por las mismas razones. Macri decía que necesitaba tiempo para ajustar y que el crecimiento permitiría gran parte de la convergencia. Alberto dice que necesita tiempo y que el crecimiento permitirá gran parte de la convergencia. 

En mi trabajo La macroeconomia de Macri, mostré las proyecciones iniciales del programa del 2015. Entonces pensábamos bajar el déficit primario heredado en 2015 de 4,6% del PBI a uno de 2,4% en 2018 y reducir la asistencia monetaria al Tesoro de 2,8% a 0,6%. Ambas caerían en ese período un 2,2% del PBI. Guzmán propone, en un lapso equivalente, bajar el déficit primario de 3% a 0,9% y la emisión monetaria de 4,6% a 0%. Es decir una corrección fiscal de 2,1% (similar a la de Macri) y una corrección en la política monetaria de más del doble, de 4,6%. La diferencia entre ambos correcciones se financiará con deuda. En otras palabras, se acaba de anunciar un programa de endeudamiento. ¿Pero no era que la deuda era mala? Parece que no tanto. 

De hecho, Guzmán mencionó que el Fondo estaría desembolsando fondos frescos, que servirían para financiar el déficit o acumular reservas. Es decir que es un programa, no solo de endeudamiento, sino de endeudamiento con el FMI. A favor de Guzmán podemos decir que la tasa de interés de esta deuda ha quedado groseramente por debajo de la tasa de inflación en dólares. Lo cual implica que se licúa todos los días. Hagamos un calculo sencillo: con una tasa de interés real de -3%, como la que tenemos ahora, el Fondo nos está regalando todos los años casi 1.500 millones de dólares. En realidad si pudiéramos patear la deuda a una tasa real negativa, habría que hacerlo. Punto para Guzmán.  

Lo cierto es que Alberto es más Macri que Macri. Las metas fiscales y monetarias anunciadas replican el espíritu del programa del 2015, aunque en esta ocasión, como mostramos, la propuesta es algo más agresiva, es decir con una mayor pizca de ortodoxia. La tarea para los ideólogos K será mas difícil que la reinterpretación que hacía Borges de Pierre Menard. Allí, al menos, los textos eran idénticos. 

Cumplir este programa sería sumamente positivo y expansivo para la economía. De hecho lo fue su símil, en 2016 y 2017, cuando en líneas generales se iba cumpliendo. 

Alberto Alesina, el genial economista italiano, estudió el impacto de los programas de reducción del déficit fiscal en la historia moderna de Europa. En general encontró que eran neutros en términos de actividad pero expansivos si la corrección fiscal se sostenía en una baja del gasto público. Una baja del gasto publico es percibido como una caída permanente en lo que el sector público le va a “sacar” a la gente y genera como resultado un aumento del gasto privado que compensa el gasto que deja de hacer el Estado. Si aplicáramos el mismo resultado a este programa concluiríamos que el sendero de corrección propuesto no es un ajuste, porque hoy el gasto publico se paga con inflación. No hay ningún ajuste al bajar el gasto público si con eso se reduce el impuesto inflacionario permitiendo que suba el gasto privado. 

La pregunta ahora es si se va a cumplir. El programa gradualista de Macri fracasó cuando el mercado se convenció que el sendero propuesto de convergencia fiscal no ocurriría. Veremos que hace este gobierno. En algún sentido enfrenta menos riesgos, porque parte de una situación donde nadie le cree nada. De hecho este anuncio reporta una mejora simplemente porque el gobierno ofreció un camino de mayor racionalidad. Ojalá se cumpla. 

Borges encontraba en los textos de Menard, idénticos a los del Quijote, una mayor profundidad y complejidad. Quizás el programa macrista de Alberto también amerita una reinterpretación respecto del original. El plan macrista de Macri devenía de un equipo que pensaba que nuestra economía necesitaba una macro ordenada y un país integrado al mundo. El plan macrista de Alberto es idéntico al primero, pero en realidad es el reconocimiento que el populismo sin financiamiento nos deja sin futuro. Al final, diría Borges, aquello que es idéntico puede que sea diferente.

 

*Profesor plenario Udesa y visitante en Harvard Kennedy School. Ex presidente del BCRA.

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