Emociones ambiguas: ¿Cómo las procesa el cerebro?
El procesamiento de estímulos emocionales activa diversas regiones del cerebro, según estudios centrados en la evaluación de estímulos visuales que reflejan emociones explícitas. Sin embargo, muchas de nuestras interacciones diarias involucran estímulos emocionales con un considerable grado de ambigüedad. En un estudio publicado por el European Journal of Neuroscience, Ignacio Spiousas, investigador del Laboratorio Interdisciplinario del Tiempo y la Experiencia (LITERA) de la Universidad de San Andrés, junto a Jocelyne C. Whitehead y Jorge L. Armony de McGill University, estudiaron cómo el cerebro procesa expresiones emocionales, tanto visuales como auditivas, explícitas y ambiguas.
A través de una resonancia magnética funcional, los investigadores examinaron las respuestas conductuales y neuronales de 30 individuos mientras realizaban una tarea de juicio emocional. En esta tarea, se les presentaban voces y rostros que expresaban miedo o ira, tanto de manera explícita como ambigua, y se les pedía que determinaran cuál era la emoción. Previo al estudio, condujeron un experimento con los participantes fuera del resonador para identificar el nivel de ambigüedad máximo para cada participante, con el fin de crear estímulos personalizados. Los estímulos auditivos consistían en grabaciones de la vocal francesa “ah”, cuya entonación emocional variaba a lo largo de un continuo miedo-ira, con 99 niveles intermedios. En cuanto a los estímulos visuales, se utilizaron rostros que expresaban miedo o ira, con 99 transiciones intermedias entre ambas emociones. Además, el equipo analizó si las diferencias individuales en el estado de ansiedad del participante, medido antes del estudio, afectaban la evaluación emocional, especialmente frente a los estímulos ambiguos.
Los resultados indican que las respuestas conductuales y cerebrales a las expresiones emocionales varían según la claridad de la emoción, la modalidad en la que es presentada, y la percepción subjetiva sobre la emoción. En general, los participantes tardaron más y cometieron más errores al juzgar emociones en estímulos ambiguos, lo que evidencia la dificultad para interpretar señales emocionales sutiles. Las imágenes cerebrales respaldan esta conducta, en tanto las expresiones ambiguas generaron una mayor activación en las redes neuronales asociadas con la evaluación de la ambigüedad e incertidumbre. En cambio, las emociones explícitas activaron áreas cerebrales relacionadas con la detección de amenazas. Los investigadores también observaron que las respuestas de los individuos fueron más lentas al procesar estímulos auditivos en comparación con los visuales. Por último, identificaron que la ansiedad influye en la percepción emocional. Los participantes con mayor ansiedad tendieron a interpretar los estímulos ambiguos como miedo con mayor rapidez y frecuencia. Spiousas explica que “las personas más ansiosas responden más rápido y se equivocan más, como si la ambigüedad tuviera una mayor saliencia emocional. Este resultado nos ayuda a comprender de qué manera la ansiedad modula nuestra percepción del entorno”.