FINANZAS POR MUJERES. La brecha de género en la acumulación y las inversiones
De acuerdo con lo informado por el World Economic Forum en su Reporte de Brecha de Género Global del 2022, nos llevará 132 años alcanzar la paridad de género. Por supuesto, este dato se ajusta dependiendo de la región geográfica que se esté analizando. Particularmente para Latinoamérica y el Caribe, este ratio baja a 67 años, quedando por detrás de Norte América y Europa que detentan un valor menor a 60 años.
¿Pero qué factores determinan estos resultados?
De las cuatro perspectivas analizadas, 1) participación en la economía y acceso a oportunidades, 2) nivel educativo alcanzado, 3) acceso a la salud y 4) empoderamiento político, la que más nos impacta y nos condiciona el avance hacia la paridad de género en ámbitos de negocios, es la primera. Si miramos la brecha en esta perspectiva en particular, estamos a más de 130 años de distancia.
Y aquí me quiero detener. Si buscamos los inicios de la lucha por la igualdad de oportunidades y derechos, llegamos hasta mediados del siglo XIX. Hoy en día, casi dos siglos han pasado y aún vemos que las estadísticas en Argentina recogen datos como:
-Brecha de género en compensaciones por una misma tarea y responsabilidad de alrededor del 6%.
-Mujeres en Directorios o en posiciones de liderazgo con una representación menor al 10%. Si bien podría argumentarse que esto de debe a que existen pocas candidatas calificadas, hay evidencia que demuestra que las mujeres directoras tienen un nivel educativo mayor que sus contrapartes masculinas.
-Y aunque el acceso a los servicios financieros y a potenciales oportunidades de inversión parecerían estar equiparados, la realidad es que, en lo referente a las actividades de inversión, también verificamos la existencia de una gran disparidad.
Lo cierto es que la brecha en la participación económica antes mencionada puede tener un impacto significativo en la acumulación de riqueza femenina cuando se proyecta en el transcurso de su carrera laboral/profesional en comparación con la de los hombres.
¿Existe un techo de cristal en el mundo de las inversiones para las mujeres?
Lo cierto es que la brecha en la participación económica antes mencionada puede tener un impacto significativo en la acumulación de riqueza femenina cuando se proyecta en el transcurso de su carrera laboral/profesional en comparación con la de los hombres.
Asimismo, un acceso y control desigual sobre los recursos de creación de riqueza tales como el sistema financiero, el mercado de capitales, la herencia patrimonial y/o la propiedad, contribuye negativamente a la ampliación de esta brecha.
Por ejemplo, en la Argentina, la mujer consume 28% de su día en cuidados no remunerados mientras que el hombre solo un 9%. Esto nos lleva irremediablemente a concluir que las posibilidades de acceder a puestos de liderazgo, desarrollo de carrera o incluso acceder a dirigir la empresa familiar, son menores.
Desafortunadamente, nuestro país lleva el título de pertenecer a los menos equitativos en cuanto a distribución de riqueza en términos de género junto con Nigeria, México, Turquía e India.
A esta realidad se le suman condimentos tales como sesgos propios asociados con cierta aversión a los riesgos y falta de educación financiera que desalientan a las mujeres a invertir.
Nuestro país lleva el título de pertenecer a los menos equitativos en cuanto a distribución de riqueza en términos de género junto con Nigeria, México, Turquía e India.
EMPRENDEDORAS
La otra cara de la moneda tiene que ver con el mundo emprendedor. Aquí los factores de inequidad de género se potencian.
Por un lado, las inversiones en start-ups conllevan un riesgo mayor (aunque también es mayor su potencial de multiplicar el retorno), el ecosistema emprendedor es considerado un mundo exclusivamente masculino y finalmente se requieren habilidades de análisis específicas para realizar una evaluación asertiva sobre la idea de negocio y sobre la capacidad de su equipo emprendedor para llevarla adelante.
En cuanto al acceso al financiamiento, todos los equipos liderados por hombres levantaron casi cuatro veces lo conseguido por los equipos femeninos.
Del lado de los emprendimientos, de acuerdo con estudios publicados por BCG X (unidad de tecnología y diseño de Boston Consulting Group), menos del 15% de las start-ups bajo análisis incluyen una mujer dentro de su equipo emprendedor y, en cuanto al acceso al financiamiento, todos los equipos liderados por hombres levantaron casi cuatro veces lo conseguido por los equipos femeninos (la relación fue u$s 30 millones a u$s 8 millones).
STATU QUO MATA RENTABILIDAD
A pesar de que diversas investigaciones han encontrado una correlación positiva y significativa entre la presencia de mujeres en los diferentes ámbitos de decisión y los niveles de rentabilidad alcanzados, tanto en empresas como en el mundo de las inversiones, el statu quo nos gana la pulseada.
Muchos organismos buscan promover el financiamiento innovador y la movilización de inversiones con enfoque de género en América Latina y el Caribe, como es el caso de la ONU Mujeres, aunque con resultados aún insuficientes.
Entonces, ¿cómo podemos contribuir a reducir la brecha de género mejorando el acceso a mejores condiciones para la acumulación de riqueza e inversiones?
Aquí les comparto algunas ideas:
-Incluyendo la mirada de igualdad de género en cada actividad del mundo de las finanzas, desde su escala de compensaciones hasta su lugar en la mesa de decisiones.
-Capacitando. La mejor manera de liberarse de los sesgos es mediante la educación.
-Democratizando el acceso a las mujeres a invertir, sobre todo en innovación y Start-ups. De esta manera se logrará un círculo virtuoso que potenciará la capacidad creativa de cada vez más mujeres, siendo apoyadas financieramente por otras mujeres.
-Creando mecanismos para mirar los negocios con lentes de género.
Así como las mujeres de mediados del siglo XIX sabían que seguramente no verían los resultados de sus esfuerzos, y eso no les impidió continuar, es imperativo tomar conciencia que los cambios sólo se generan cuando estamos convencidos como sociedad que el camino nos llevará a evolucionar hacia una situación mejor.
Esta transformación nos interpela a todos, sin distinción de género.