
En los últimos años, ha surgido un notable interés por parte del denominado “Norte” en torno al llamado “Sur Global”. En general, ese “Norte” es, en realidad, Occidente ya desarrollado y, a su turno, dentro de ese “Occidente” las mayores referencias al respecto provienen del mundo anglosajón. Una revisión no exhaustiva sobre el tema permite identificar un conjunto de aspectos a resaltar. Primero, el término se acuñó cuando todavía se hablaba de “Tercer Mundo”. Al parecer, fue el activista Carl Oglesby (en un artículo de 1969 sobre Vietnam en la revista católica Commonweal) quien inicialmente usó la expresión Sur Global” en el sentido de un espacio dominado por el Norte (en especial los Estados Unidos, en aquel momento histórico).
En el origen de ese término está presente implícitamente la idea de una jerarquía internacional, de un ámbito de disputa y explotación, y un rol de subordinación, pobreza, marginalidad y de rule-taker (“tomador de reglas”).
Segundo, desde una mirada actualizada en la última década, podemos ver que ha habido un crecimiento significativo de investigaciones y publicaciones sobre el Sur Global por parte de estudiosos del Norte sobre las relaciones internacionales. Más allá de los matices y diferencias entre autores, la noción de asimetría atraviesa los trabajos: la condición subalterna de ese Sur emerge como un dato elocuente. A partir de esto, hay un doble reconocimiento, cada vez más explícito, que consiste en remarcar:
a. que varios países, si bien todavía precarios en algunos de los atributos requeridos para ser parte del “club” del Norte, han avanzado notablemente en lo económico, y
b. que se han ido convirtiendo, algunos con más voz que otros, en una fuerza política para tener en cuenta en foros mundiales y en temas críticos.
Ya no se trata del fallido diálogo Norte-Sur de los años setenta del siglo pasado, sino de un modo de vinculación entre las partes mucho más complejo, contradictorio y contencioso. Más aún, los datos de Google sugieren que las búsquedas sobre el Sur Global” han superado a las de los “mercados emergentes” desde principios de 2022, casualmente cuando comenzó la invasión de Rusia a Ucrania. Este desplazamiento, que puede entenderse como el triunfo de la política sobre la economía, refleja una lucha por influencia en un contexto en que la narrativa pos-Guerra Fría, con su premisa de dominio mundial incuestionable de los Estados Unidos, parece ir desvaneciéndose.
Tercero, aunque su invocación está en ascenso, el significado de Sur Global continúa siendo discutido. Los extremos de uso y de rechazo del término los encontramos, respectivamente, en los líderes políticos del Sur, por un lado, y en los analistas del Norte, por el otro. Líderes diversos como Lula, de Brasil, Modi, de la India, Ramaphosa, de Sudáfrica, Xi, de China o Widodo, de Indonesia, han utilizado el término típicamente en encuentros multilaterales. Pocos líderes, sin embargo, han ofrecido una explicación de por qué lo utilizan y lo evocan, como si todos entendiéramos a qué se refieren.
La tarea de explicar, en cambio, parece haber caído del lado del Norte. Alec Russell, del Financial Times, por ejemplo, lo define como un término vago, geográficamente inepto y, sin embargo, emocionalmente resonante para lo que una vez fue conocido como el mundo en desarrollo”. Stewart Patrick, del Carnegie Endowment for International Peace, señala que el término Sur Global está en ascenso, pero debería ser retirado.
Joseph Nye, por su parte, dice que se trata de un término engañoso, un eslogan político [antes que] una descripción del mundo y un eufemismo para reemplazar términos menos aceptables. El semanario The Economist utiliza el término con cierto pragmatismo, aunque en 2023 reconoció que Sur y Norte Global eran cambios lingüísticos que producen una confusión generalizada. Y John Letzing, del World Economic Forum concluye que “agrupar una gama tan diversa de lugares bajo una sola etiqueta puede parecer simplista”. Cabe aclarar que se podría decir casi lo mismo del Norte, se sume o no el calificativo “Global”. En ambos casos, Sur y Norte, asistimos a realidades políticas que tienden a cristalizarse en un escenario internacional cada vez más inestable y peligroso.
Cuarto, aunque los líderes utilizan cada vez más el término, no está claro que todos quieran decir lo mismo. Un uso conservador supone evocar el subdesarrollo económico y las disparidades sociales que caracterizan a numerosos países del Sur. Desde esta perspectiva, el Sur Global encapsula los retos estructurales que enfrentan estas naciones en su búsqueda de prosperidad y desarrollo sostenible. Existe, en cambio, un uso más estratégico del término cuando los líderes desean promover la idea de un alineamiento político entre Estados que comparten similares condiciones sociales, económicas, políticas o climáticas.
Su empleo estratégico busca destacar la convergencia de intereses y la solidaridad entre países del Sur Global en asuntos clave como la gobernanza global, el desarrollo económico y la lucha frente al cambio climático. Esta interpretación subraya la importancia de la cooperación Sur-Sur como un contrapeso a las dinámicas de poder dominadas por el Norte Global. Finalmente, están quienes hacen del Sur Global un grupo identitario que representa la afirmación de la autonomía, la identidad y la diversidad cultural en resistencia a la influencia occidental.
Esta perspectiva enmarca al Sur Global como un espacio de emancipación y empoderamiento, donde las voces marginadas y las perspectivas no occidentales pueden encontrar expresión y reconocimiento en el escenario mundial.
Quinto, los estudios del Norte sobre el Sur Global siguen, en gran medida, localizando esa parte del mundo como un territorio de pugna: si ayer la principal contraparte del Occidente desarrollado era la Unión Soviética, hoy es China, o China más Rusia; incluso la India, según el caso. Y eso pareciera no vincularse a lo que el Sur Global es como sujeto en los asuntos internacionales, sino a lo que significa como objeto de una (nueva) competencia. En el fondo, es un modo de restar agencia a jugadores de peso del Sur Global, incluso si esos actores no comparten regímenes políticos idénticos ni están ubicados en una misma área geopolítica.
Todo lo anterior nos conduce a la necesidad de subrayar algo obvio: muy buena parte del conocimiento del Sur Global está, en efecto, en el Sur Global. Por otro lado, y también como corolario, al abordar la singularidad de América Latina como parte de ese Sur Global, debemos advertir de entrada que no todos los países de la región ni todas las coaliciones en los gobiernos de turno invocan, como algo enraizado, al Sur Global como un lugar de pertenencia. Sin embargo, resulta interesante observar cómo ciertos comportamientos específicos en el último tiempo continúan atravesados por lo que ha sido una idea-fuerza latinoamericana y una de sus contribuciones al Sur: cómo afirmar el máximo alcanzable de autonomía en un marco de secular dependencia. Este fenómeno deja en claro que la región no es un actor pasivo y periférico, sino que ha intervenido –en su medida, por supuesto– como rule-maker (“hacedor de reglas”) tanto a nivel mundial como continental.
El contenido del debate
En términos generales, cuando nos referimos al Sur Global, estamos pensando en la mayoría de los países de África, Asia y América Latina. Gran parte de estos países pertenecen hoy al G77, el cual, a pesar de su nombre, está integrado por 134 países en desarrollo que representan más o menos el 85% de la población mundial y algo menos que el 40% del producto bruto global.
Desde el inicio de este proyecto, sin embargo, optamos por evitar una definición rígida que pudiera restringir la diversidad de perspectivas y, por el contrario, permitiera a nuestros autores, así como a lectores, la libertad de componer sus propias definiciones. Contra toda simplificación, preferimos fomentar un diálogo dinámico que refleje las múltiples dimensiones económicas, políticas, sociales, ambientales y culturales que conforman el Sur Global. Este reconocimiento del valor de lo ecléctico por sobre lo taxativo se debe a que creemos que esta apertura a la interpretación diversa no solo enriquece nuestro entendimiento del Sur Global, sino que también promueve un análisis más completo y reflexivo de sus desafíos, oportunidades y alcances en el panorama global. En otras palabras, este libro no busca ni ponderar un término ni cancelar su deliberación.
Busca, más bien, ser un ejercicio plural de reflexión sobre un “hecho social” existente y ascendente.
Quizás debamos explicar un poco esto último: ¿en qué se aprecia este ascenso? En términos económicos, el crecimiento sostenido en países como China o la India, entre otros, ha llevado a una mayor atención hacia las economías emergentes como impulsoras clave a nivel mundial. Esta difusión de la prosperidad hacia el Este y el Sur ha generado un debate renovado sobre la redistribución de poder y la representación de potencias en ascenso en las instituciones globales, además de una mayor visibilidad y reconocimiento de las voces del Sur en foros internacionales. En términos sociales y culturales, por otra parte, el Sur Global ha emergido como un espacio de innovación, creatividad y resistencia, que desafía las narrativas dominantes y contribuye a la diversificación de perspectivas en áreas como el arte, la literatura, la música, la gastronomía, la cinematografía y la moda. Para algunos, de esto se deriva que Occidente no solo está perdiendo su predominio de poder y prosperidad, sino también la legitimidad de los hábitos y valores que sostienen el orden global, además de la voluntad interna necesaria para ejercer un rol de líder. Para otros, aún es temprano para arribar a conclusiones definitivas, considerando que el liderazgo histórico de Occidente, desde finales del siglo XVIII, exhibe ciclos de avances y retrocesos. Sin embargo, y más allá de la trayectoria que adopte el Sur Global, parece claro que se ha convertido en un espacio que interpela la naturaleza del capitalismo, del poder, de las reglas de juego, de la autoridad política y de los valores y principios mismos que han dado, proverbialmente, forma al orden global.
A lo largo de la discusión mantenida en el taller, y como se podrá apreciar en los capítulos, quedó relativamente claro que el Sur Global no es una entidad homogénea con un propósito compartido y único en el escenario internacional. Tampoco se trata de un club de regímenes políticos idénticos o de plena convergencia económica. Y, por cierto, no todos los países situados al sur del globo se incluyen o identifican necesariamente en esta categoría. Quedó claro, también, que el Sur Global se compone de Estados que comparten características, como desafíos socioeconómicos persistentes, historias coloniales compartidas y, en muchos casos, una posición marginal en las estructuras de poder mundiales. En este sentido, la existencia de un Norte y un Sur globales representa el legado del desarrollo desigual y combinado que caracterizó a la sociedad internacional desde el siglo XIX en adelante. Esta circunstancia, sin embargo, coexiste con una diversidad importante de experiencias de modernidad entre los miembros del Sur Global, que abarca distintos modos de gobernanza económica y política, además de diferentes alineamientos geopolíticos, como lo muestran, por ejemplo, las trayectorias de Cuba, Colombia, Sudáfrica y Vietnam.
2020-2024: la reconfiguración del Sur Global
En 2020, la pandemia de covid-19 puso al descubierto –y de modo elocuente, pues se trató de una cuestión de vida y muerteuna estructura global muy desigual e injusta, que obstaculizó gravemente la prestación de un bien público global. En mayo de 2021, mientras el 35% de la población estadounidense ya había recibido la vacuna, apenas el 0,3% del continente africano había sido inmunizado. En un contexto más amplio, casi la mitad de la población mundial se encuentra en países que destinan más recursos al pago de deuda externa que a la salud pública.
Dos años más tarde, en 2022, la invasión de Rusia a Ucrania provocó una reacción bastante unificada entre el Norte y el Sur en el momento de su condena. Sin embargo, el Sur Global tomó distancia cuando se trató de imponer sanciones sobre Rusia, cuestionando el hecho de que Europa solo toma posturas principistas cuando se trata de sus países. Así, la guerra en Ucrania parece haber logrado el doble efecto de unificar Occidente, pero diferenciarlo a su vez de potencias no-occidentales que promueven una narrativa posoccidental. Una encuesta del European Council on Foreign Relations de 2023 mostró que para el 61% de los rusos, el 61% de los chinos, el 51% de los turcos y el 48% de los indios, el futuro orden mundial estará definido ya sea por la multipolaridad o por la hegemonía china. Esta perspectiva contrasta con la de los encuestados en los Estados Unidos, el Reino Unido y los Estados de la Unión Europea, donde solo el 37%, el 29% y el 31% de las personas, respectivamente, comparten esa visión. Por último, los enfrentamientos en Gaza, que comenzaron con la acción terrorista de Hamas el 7 de octubre de 2023 y fueron respondidos con la implacable acción de Israel, volvieron a poner de relieve el doble rasero del juicio occidental sobre la conducta bélica de los Estados.
Estos hechos estilizados, creemos, fueron fundamentales para condensar el momento actual que viven los gobiernos con mayor peso relativo del Sur Global. En este sentido, Sarang Shidore del Quincy Institute for Responsible Statecraft, un think-tank estadounidense, sostiene que “el Sur Global existe no tanto como un grupo coherente y organizado, sino más bien como un hecho geopolítico. Ahora bien, nos podríamos formular la siguiente pregunta: ¿estamos en el camino de Southfalia? Es decir, ¿trae el Sur Global –en especial sus voces más audibles en el escenario internacional– un conjunto de principios, ideas, regulaciones y valores novedosos, alternativos o complementarios a los de Westfalia? Como protagonistas del Sur emergente, algunos gobiernos tienden a operar de un modo dual: para seguir ascendiendo, necesitan de los poderosos ya establecidos, pero al mismo tiempo deben diferenciarse para afirmar sus propios intereses.
¿Habrá en el futuro más homogeneidad o heterogeneidad en el comportamiento de los países clave del Sur Global? Es usual que, en la medida en que se incrementa el poder de un país, este busque –a nivel regional o zonal– el reconocimiento de su liderazgo. Esto nos conduce a otra pregunta central: ¿Southfalia va a reproducir las pautas y parámetros de comportamiento de las naciones poderosas establecidas o actuará intentando nuevas formas de liderazgo cooperativo o concertado con sus vecinos cercanos y con otras contrapartes del Sur? ¿Un Sur Global de geometría variable?
En enero de 2023, la India de Modi organizó una cumbre llamada “Voces del Sur Global” bajo el lema “Unidad de pensamiento, unidad de propósito”. Pero no está claro que el Sur Global esté ad portas de alcanzar esa unidad. China y la India compiten por la influencia en Asia del Sur y, crecientemente, en África. Brasil y la India buscan un lugar en el Consejo de Seguridad, pero la Argentina y Pakistán, entre otros, tienen sus objeciones. Por otra parte, no todos en el Sur Global se sienten cómodos con la amistad sin límites entre China y Rusia o con el desacople de Occidente. Y tampoco todos comparten la agenda progresista de gobiernos latinoamericanos, que impulsan, por ejemplo, derechos para la comunidad Lgbtq+ en foros internacionales.
Sin embargo, más allá de estas diferencias, parece claro que la mayoría de los países del Sur Global buscan un equilibrio de poder favorable a sus intereses y se sienten frustrados y exasperados por la forma en que Occidente manejó el covid-19, la política climática, la guerra en Ucrania y el conflicto en Gaza, entre otras cosas.
En este contexto, resulta útil distinguir entre alianzas y coaliciones. Las alianzas son compromisos formales y duraderos entre dos o más partes y apuntan a generar un deber de reciprocidad concreto; en especial, en tiempos de guerra. Las coaliciones, en cambio, son modos de colaboración temporal entre dos o más partes con un propósito común derivado, por ejemplo, de una amenaza o estimulado por una oportunidad.
Lo que parece predominar en el actual contexto internacional –y quizás por mucho más tiempo–es la multiplicación de coaliciones, en especial, de tipo competitivo. La rivalidad entre los Estados Unidos y China, en efecto, se manifiesta sobre todo a través de ellas.
En ese marco, el lugar del Sur Global resulta trascendente en buena medida, pues en una coalición se espera lograr alguna ventaja exclusiva o evitar su pérdida. Y, a su turno, también es importante la capacidad de gestar y gestionar coaliciones intra-Sur por parte del Sur Global. Si, hasta el momento, el Norte –liderado por los Estados Unidos– ha reforzado las coaliciones en materia de defensa y seguridad (Aukus, QUAD, etc.), y China ha robustecido las comerciales y financieras (BRI, RCEP, etc.), el Sur Global ha procurado coaliciones de distinto tipo (IBSA, NAM, etc.) con variado éxito. En todo caso, las coaliciones tienen un tienen un valor funcional cada vez mayor en la medida en que se acrecienta la pugnacidad entre Washington y Pekín y un buen número de países del Sur Global ensaya opciones estratégicas que combinan diversidad y equilibrio.
¿Qué lugar tiene China en el Sur Global?
Un debate que surgió en la discusión de los trabajos presentados fue en torno al lugar que ocupa China en el Sur Global. ¿Dónde localizar hoy a Pekín? ¿Es parte del Sur Global? ¿Podemos pensar
incluso que lo lidera? ¿Es el competidor desde el Este al que hay que disputarle la influencia creciente que ha alcanzado? ¿Constituye tal vez otro Norte (aunque esté en Asia) en el que la competencia es entre dos modelos de capitalismo? Vamos a algunos datos concretos. Actualmente, es el principal socio comercial de más de 120 países y ha otorgado 240.000 millones en financiamiento de emergencia para países endeudados. Entre 2000 y 2021, financió más de 20.000 proyectos de infraestructura en 165 países, la mayoría bajo la Iniciativa del Cinturón y la Ruta. En África subsahariana, por otra parte, es el principal proveedor de armas. Con estas y otras iniciativas, China se está asegurando un voto más amistoso por parte del Sur Global en foros internacionales.
En su discurso diplomático, China había sido tradicionalmente reacia a utilizar el término y casi siempre lo había hecho entre comillas, para mostrar que aún no tenía una postura tomada. Sin embargo, esto cambió el 10 de julio de 2023, cuando el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, declaró que como “el país en desarrollo más grande del mundo, China es un miembro natural del Sur Global”. El 22 de agosto del mismo año, fue el propio Xi Jinping quien despejó toda duda al afirmar que como “un país en desarrollo y miembro del Sur Global, China respira el mismo aire que otros países en desarrollo y busca un futuro compartido con ellos”. Si bien Pekín aún está lejos de haberse ganado las “mentes y corazones” del Sur Global, en particular en América Latina, China –y no solo el Norte– es una contraparte central para la región, y requiere más atención y comprensión, pues el diagnóstico que se tenga de Pekín será crucial en los años por venir.
Ahora bien, mientras China ha ido demostrando, por décadas, su interés en el Sur, ¿qué ha mostrado el Norte? ¿Relativo desdén? ¿Procurar el tradicional divide et impera? ¿Cooptar selectivamente a aquellos del Sur que comprueben credenciales más prooccidentales? ¿Reivindicar el liberal rules-based order que ha sido horadado, desde hace ya varios años, por el Norte y demandar que el Sur acepte tal orden y se oponga al que aspire China? Cierto, la presencia de los Estados Unidos en el Sur es de un peso desproporcionado. Posee 17 acuerdos de libre comercio, bases militares en casi dos docenas de países y programas de asociación estatal para la defensa con más de 70 países del Sur. Además, sigue siendo un imán muy potente para captar inmigrantes y jóvenes que buscan empleo o educación.
Sin embargo, en los últimos años, a los Estados Unidos les ha costado elaborar una aproximación constructiva y productiva del desarrollo que vaya más allá de los preceptos neoliberales.
En suma, en algunos casos –tanto en el mundo académico como en el de quienes toman las decisiones– no es muy claro si el interés por el Sur Global es apenas una forma de manifestar su preocupación por China y su ascenso.