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Fredi Vivas: "Estamos viviendo la carrera espacial de la inteligencia artificial"

Fredi-Vivas

En la que es considerada la mejor película de ciencia ficción, 2001, Odisea del Espacio, dirigida por Stanley Kubrick y basada en el libro de Arthur C. Clarke, HAL 9000, el robot que piensa casi como las personas, le dice a uno de sus protagonistas “sé que tú y Frank estaban planeando desconectarme, y me temo que es algo que no puedo permitir que suceda”. Desde entonces, el miedo se teje bajo la idea de cuándo efectivamente las máquinas dominarán al mundo.

Fredi Vivas es pionero en el mundo del Data Science, con más de 15 años de experiencia en el rubro tecnológico. Es autor de “Cómo piensan las máquinas” y referente argentino de la materia en el mundo. Domina una temática sobre la que la mayoría entiende poco. “Para definirlo muy sencillamente -explica en charla con Clarín-, podemos decir que la inteligencia artificial es una rama de las ciencias de la computación que usa una combinación de algoritmos para simular algunos aspectos de la inteligencia humana, podríamos decir que es inteligencia hecha por una máquina. Por ejemplo, la capacidad de discernir entre un objeto u otro, de reconocer patrones de conducta o de comportamiento, o sencillamente escribir o leer”.

-¿Qué gap hay entre lo que los comunes consideramos una máquina que piensa y lo que realmente es?

Todo ahí depende de qué entendamos por pensar. Usualmente las personas lo vinculamos con el razonamiento, la libre asociación y los sentimientos. Algunos científicos y teóricos del tema, como Alan Turing, asociaban el pensar a calcular. Y ahí ya la cosa toma otra forma. Yo prefiero usar el concepto de inteligencia. Existen estudios muy interesantes sobre la inteligencia adaptativa de las plantas, o la cooperativa y empática para resolver problemas complejos de los animales. ¿Es igual a la inteligencia humana? Probablemente no. Pero es otro tipo de inteligencia. Lo mismo sucede con las máquinas, que serían entidades no biológicas inteligentes. Algunas cosas puede hacerlas mejor que un humano, y en otras ni se le acerca. La clave es saber cómo complementar ambas inteligencias: la humana y la artificial. Para eso, primero tenemos que vencer el miedo lógico ante una disrupción tan significativa, para luego poder aprovechar las oportunidades concretas que surgirán de la creciente adopción e influencia de la IA.

-Desde el pasado de la ciencia ficción tenemos la fantasía de que las máquinas podrían dominar el mundo y esto se convertiría en un Planeta de los Simios artificial. ¿Eso puede pasar realmente?

E stamos muy lejos de una IA como Skynet de Terminator. Por dos motivos: uno técnico y el otro ético. El primero me da el pie para hablar de un concepto del que se habla poco: la IA general. Básicamente los seres humanos tenemos una inteligencia general: podemos razonar, resolver problemas, hablar, escuchar, identificar, caminar, etc. A diferencia nuestra, la inteligencia artificial aún resuelve problemas individuales y específicos. Con la tecnología que tenemos hoy, alcanzar la inteligencia artificial general es algo muy lejano. Este tipo de inteligencia artificial la podemos denominar débil, y si lo analizamos desde la ciencia ficción, por ejemplo en como Star Wars imaginó la evolución de la IA, podemos ver que los robots tienen IA para hacer solo tareas muy específicas, se les hacen procesos de borrado de memoria frecuentes, se evita que se parezcan físicamente a los humanos y hay una obediencia absoluta a sus creadores.

-¿A qué deberíamos estar alertas en materia de las “máquinas que piensan”?

Uno de los grandes temas son lossesgos. Básicamente las máquinas están entrenadas con datos. Cuanto más, mejor y más precisa va a ser la máquina. Pero en este caso, como sucede con la estadística básica, si los datos con los que alimentó están sesgados, el resultado no va a ser bueno. Pienso que cualquier proyecto que hoy utilice datos debería ser expuesto a preguntas como: ¿se pide el consentimiento del usuario? ¿Se anonimizarán estos datos? ¿Qué implica que se almacenen datos personales? ¿Cómo responde una persona a un estimulo especifico? ¿Donde se almacenan los datos? Muchas preguntas específicas querequieren garantizar laseguridad, privacidad y anonimización de la información.

-La existencia de máquinas con algo de inteligencia, ¿nos limita en nuestro propio desarrollo? Las calculadoras nos quitaron la práctica habitual del cálculo mental; los celulares dejaron de exigirnos memorizar los teléfonos… En esos procesos ¿perdemos capacidades?

Es una pregunta interesante. Una gran herramienta para trabajar estos problemas son los estudios macrohistóricos, como los de Yuval Noah Harari. Creo que estos procesos nos hacen desarrollar otro tipo de inteligencia. La memorización, por ejemplo, era muy útil para una época en que la información estaba muy poco difundida y era difícil acceder. Hoy, teniendo el 80% de toda la información que hay en el mundo al alcance de un click en Internet, ¿qué cosas realmente necesitamos memorizar? En el mundo del siglo XXI necesitamos otras habilidades, como el pensamiento crítico en un momento en que la información fluye por todos lados.

-¿A qué velocidad llegan las máquinas que piensan?

Si nos basamos en la definición de Turing, ya son comunes para nosotros. Estamos viviendo la carrera espacial de la inteligencia artificial. Nuestros hijos, y nosotros mismos, vamos a ver en unos años la “magia” de la computación cuántica. Que será, probablemente, el próximo gran salto evolutivo de la tecnología. Hace un par de años, Google hizo una prueba y concluyó que en tres minutos una computadora cuántica podría procesar la misma cantidad de información que una normal en años. Estamos hablando de un salto realmente extraordinario.

Señas particulares

Fredi Vivas es emprendedor y tecnólogo. Autor del libro “¿Cómo piensan las máquinas?”, Ed. Galerna. Estudió una Ingeniería en Sistemas Informáticos y realizó un posgrado en la Singularity University, en la NASA. En 2017 co-fundó RockingData, una startup pionera y referente en Latinoamérica. Es profesor en posgrados y programas de Educación Ejecutiva de la Universidad de San Andrés. Se sumó al Alan Turing Institute del Reino Unido como investigador.

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