Gradualismo como trampa: ¿hubiera sido una hiperinflación inicial la opción más eficiente?
Más temprano que tarde es necesario salir del cepo kirchnerista. El cepo genera más problemas que soluciones. Con cepo, la inflación que vemos nos dice poco. Con cepo adentro y pasivos del banco central sin resolver, ningún precio en la Argentina es verdadero. Quizá hubiese sido óptimo dejar que veinte años kirchneristas se sincerasen en el día "uno de gestión" vía una hiperinflación tan dolorosa, como sincera y épica. El cepo y los pasivos del central son parte del mismo dilema, esos pasivos atrapados en el central y "parcialmente neutralizados" vía cepo son efectivamente la hiperinflación que no tuvimos. Pero ocultar una hiperinflación debajo de la alfombra quizá genere más costos de los que se intenta evitar. Esquivar una hiperinflación no es gratis y al no sincerar precios, Argentina vive con una hiperinflación atragantada que asfixia, distorsiona y paraliza a todo su sistema económico permanentemente. Es urgente eliminar todas las restricciones K dado que normalizar a este sistema económico con ellas adentro será probablemente una muy costosa utopía y en este contexto me pregunto humildemente si no hubiese sido óptimo sincerar todos los precios en el día uno de gestión dejando que los excesos K vomitasen en una hiperinflación sincerante y a la vez, oxigenante de un país que sigue funcionando totalmente al revés.
Es importante diferenciar entre dos procesos de convergencia: uno económico y otro político. Quizá el tiempo de converger económicamente con el modelo actual sea demasiado amplio para una sociedad que en sus lapsos de convergencia política suele ser histérica y psiquiátrica. Por lo tanto, la economía y la política argentina funcionan siempre a tiempos distintos. Otra vez, me preocupa haber perdido al shock como opción de política económica. Y en este contexto, el mercado comienza a percibir deficiencias en la lógica interna de un modelo que pretende ser liberal pero que queda forzadamente obligado a convivir con múltiples distorsiones comunistas emanadas de dos nefastas e interminables décadas K, sumado a una oposición que casi no permite hacer nada. Hoy por hoy, esta Argentina sigue siendo ampliamente K y esa es la razón de por qué los avances son tan lentos y escasos. Toda estrategia de shock tiene un par de semanas iniciales para funcionar. Espero que el gradualismo no vuelva a convertirse en la trampa silenciosa de un gobierno muy bien intencionado en lo conceptual pero con más objetivos que las pocas herramientas correctivas que le permite la oposición. Al mercado ya le cuesta ralear en base a expectativas y empieza a exigir que el equilibrio general comience a cerrar y pareciera que estamos muy lejos de dicho punto.
Me cuesta imaginar que esto cierre sin una fuerte licuación y cuanto más se tarde en hacerlo, mayor será el costo que la sociedad le atribuya a este gobierno y no al anterior. Aplicando sentido común, tener una hiperinflación enquistada implicaría largos años de convergencia en donde haciendo todo bien la economía pudiera ir absorbiendo el descalce monetario. O sea, “años” y “muchos”, eso es exactamente lo que nunca le sobra a un gobierno no-peronista frente a una sociedad con muy poca memoria y caracterizada por una ansiedad única en el cosmos. Mucho se elogia el hecho de "haber evitado una hiperinflación" pero nadie explica qué significa. Evitar la hiperinflación 2024 significa a su vez que el sistema tiene al exceso monetario totalmente enquistado y como todo en economía, "evitar" comportamientos tiene costos y los estamos viendo. La economía argentina de hoy es una con hiperinflación en estado de enquiste crónico y toda la economía queda paralizada por ello.
Quizá la opción óptima hubiese sido simple: “sinceremos todo de una vez y que el equilibrio sea lo que deba ser”, tal como suele sugerir el manual clásico del liberalismo. En economía se puede tapar el sol con la mano, solo por un rato, lo irónico es que hace más de veinte años que lo venimos haciendo en la Argentina con resultados que son cada vez más crueles y extremos. Cuanto antes se sincere todo mejor y si se hubiera hecho a inicios, la responsabilidad hubiese sido claramente del gobierno anterior. Ahora, es de este gobierno para una sociedad que ya se olvidó por qué estamos donde estamos. Nada de esto es un drama irresoluble por el momento, pero resulta evidente que el mercado empieza a exigir que la historia básica comience a cerrar. Me cuesta concebir que esta coyuntura tan extrema cierre sin una fuerte licuación nominal y cuanto más se tarde en efectivizarlo, mayor será el costo que la sociedad le atribuya a esta administración.