¿La inteligencia artificial va a reemplazarnos? ¿Van a desaparecer algunos trabajos y algunas disciplinas artísticas? Estas son las preguntas que últimamente me hacen mis amigas y amigos. Y nos hacemos todos; el tema llegó también a las mesas familiares y, claro, a los grupos de trabajo. El gran causante de todo esto (tal vez, una etapa evolutiva de la propia tecnología) es ChatGPT. Es un chatbot de IA desarrollado por OpenAI, una empresa de investigación sin fines de lucro creada en 2015, financiada por un grupo de inversionistas. Este “robot virtual” puede responder a preguntas y consignas en cuestión de segundos. Genera contenidos infinitos. Puede resolver cálculos matemáticos, hacer exámenes de la escuela o la universidad, escribir cuentos, poesía o artículos periodísticos, darte consejos de cómo actuar ante determinada situación y más. ¿Querés saber cómo funciona y qué dilemas nos trae?
El ABC de ChatGPT
GPT viene de generative pre-trained transformer. Significa que es una IA preentrenada de forma generativa. ¿Qué significa esto? Básicamente, es una forma de entrenar modelos de lenguaje en una categoría de IA llamada “aprendizaje semisupervisado”. Para simplificarlo más, hay que entender que cuando hablamos de este chatbot, nos referimos a IA generativa. Se habla también de aprendizaje profundo (deep learning) y de redes neuronales que hacen que esta gran base de datos avanzada (la IA) pueda tomar decisiones a partir de los datos que tiene y de lo que aprende de los humanos. Pero para esta nota, le pregunté a ChatGPT cómo se define. Luego de algunas respuestas un poco rebuscadas, llegó a esta autodefinición:
“Soy un programa de computadora que puede entender lo que escribes y responderte de manera inteligente, como si estuvieras hablando con una persona real. Es como un chatbot avanzado que utiliza inteligencia artificial para simular una conversación humana”.
Sam Altman, el CEO de OpenAI, un exitoso joven inversionista de Silicon Valley escribió en su cuenta de Twitter hace unos meses una reflexión sobre ChatGPT: “Es increíblemente limitado, pero lo suficientemente bueno en ciertas cosas como para crear una impresión engañosa de grandeza. En estos momentos, es un error confiar en él para algo importante. Se trata de una vista previa del progreso. Tenemos mucho trabajo por delante”.
Altman nos invita a jugar, a experimentar, pero la sensación es que estamos tomando muy en serio a ChatGPT, porque el potencial de la herramienta es enorme. Es la plataforma que más rápido ha crecido en la historia de internet. En dos meses, ganó 100 millones de usuarios, superando a Instagram o TikTok, por ejemplo. Tal es la revolución que el 22 de marzo de este año, un grupo de más de 1.000 empresarios, docentes, investigadores y personas que trabajan en la industria tech pidieron que se detengan por seis meses los experimentos de IA que se desarrollan hoy.
La carta subida al sitio de la ONG Future of Life pide a los laboratorios pausar los sistemas de IA más potentes que GPT-4. Entre los firmantes -hay más de 18 mil firmas-, están Elon Musk, Steve Wozniak (cofundador de Apple), el escritor y profesor Yuval Noah o Tristan Harris, el humanista de la tecnología que conocimos en el docu “El dilema de las redes sociales”. Si bien el primer pensamiento que viene con esta carta es “paren a la máquina que viene por todo y nos va a sacar el trabajo”, el pedido explícito es trabajar en la seguridad.
DALL-E, el que crea imágenes
También existe DALL-E, un modelo de IA, también desarrollado por OpenAI, que puede generar imágenes a partir de descripciones de texto. “El nombre DALL-E proviene de la combinación de las palabras “Dalí” (en honor a Salvador Dalí) y “WALL-E” (en referencia a la película de Pixar). DALL-E es capaz de crear imágenes detalladas y realistas de objetos, animales e incluso escenas imaginarias a partir de una simple descripción textual”, dice ChatGPT. Esto se logra mediante el entrenamiento de una red neuronal con grandes cantidades de datos de imágenes y texto, lo que le permite aprender a generar imágenes que coincidan con las descripciones dadas. “DALL-E tiene aplicaciones potenciales en el diseño gráfico, la animación, la publicidad y la generación de contenido visual en general”, agrega el chatbot. Si bien OpenAI, al abrir sus herramientas a todo el mundo, comenzó con todo esto, hay grandes compañías que tienen sus propias soluciones. La viralización en internet y las noticias hicieron que comenzaran a mostrarnos qué tienen para nosotros.
Los principales competidores
En febrero de este año, Google anunciaba la llegada de Bard, su chatbot basado en IA, que compite con ChatGPT. Todo indica que muy pronto podríamos probar esta herramienta desde el buscador de Google, tal como anunció Sundar Pichai, el CEO de Google. Desde Bing (el buscador de Microsoft), ya se puede probar ChatGPT. Por otra parte, Microsoft tiene una alianza con OpenAI hace varios años, desde 2019. Además, en marzo de este año, la empresa creadora de Windows anunció sus nuevas herramientas de productividad para el trabajo con Microsoft 365 Copilot. En fase de prueba, a través de IA podríamos responder automáticamente un mail (con previo chequeo nuestro, obvio).
Mientras tanto, Meta (que estuvo en el último tiempo enfocada en inversiones en el metaverso y la realidad virtual), anunció la llegada de LLaMA (Large Language Model Meta AI), una herramienta que funciona como un modelo de lenguaje similar a GPT, pero enfocado en investigaciones científicas. “Lo relevante es que hoy estamos entrando en una nueva era de la IA. En un comienzo la usábamos como una herramienta predictiva, por ejemplo, con el GPS. Y hoy lo que cambia es que podemos conversar con esta tecnología y vamos hacia un estadio en el que tendrá una comprensión más profunda del lenguaje humano”, asegura Yamila Zakhem, directora de Innovación y Transformación Digital de Microsoft Argentina. Entonces, lo que cambia con esta evolución de la IA es la manera en que hacemos las cosas. “Cada vez más podremos contar con tecnología que esté al servicio de ayudarnos y poder automatizar tareas, para disponer más tiempo en aquellas más creativas, por ejemplo”, agrega.
Google, por su parte, en marzo anunció la llegada de la IA generativa a Workspace, la plataforma para trabajar de la empresa (con todas las herramientas que conocemos: Gmail, Drive, Docs, hojas de cálculo, y más). Google tendrá herramientas que permitirán redactar mails, hacer minutas automáticas de una videoconferencia de Google Meet, hacernos un resumen de un grupo de mails, o realizar una planilla de cálculo basándose en datos de un correo. Todavía no hay fecha de lanzamiento, pero sería este año.
¿Qué dilemas nos trae esta tecnología?
Nadie nos preguntó si estamos listas para semejante disrupción tecnológica. Sin embargo, todo avanza a un ritmo que ya es difícil de seguir. Y aparece el miedo a quedarse afuera, a que venga la IA por nuestro trabajo. “ChatGPT hizo que la IA sea popular y accesible. Los organismos internacionales se han dado cuenta de la importancia que tiene la IA, de la importancia de regular sobre esto.
En la CSW67, la sesión de la ONU sobre la condición jurídica y social de la mujer, el tema transversal presente fue el impacto de la IA en la vida de las personas, y sobre todo, en cuestiones de género”, dice Cecilia Danesi, abogada, divulgadora y autora del libro El imperio de los algoritmos. Ya lo sabemos: “Hoy existen jueces que ya han utilizado IA para sus sentencias, hay legisladores que han hecho proyectos de ley utilizando ChatGPT, y esto va a hacer que más gente la use. También están los detractores. Hay universidades y escuelas que tienen prohibido su uso y hay una herramienta que se generó para saber cuándo un texto fue generado con ChatGPT”. Esto significa que, en el corto plazo, las personas van a utilizar ChatGPT en su vida cotidiana, y en el mediano y largo plazo, las empresas que estaban un poco reacias, o que no incorporaron este tipo de chatbots o asistentes en su labor, lo van a empezar a hacer. “Esto tiene un impacto más palpable en el mundo laboral en donde puestos de trabajo se van a reemplazar”, dice Cecilia.
La amenaza: ¿van a desaparecer algunos trabajos?
Según un paper llamado “How Will Language Modelers like ChatGPT Affect Occupations and Industries?” ("¿Cómo afectarán los modelos de lenguaje como ChatGPT las ocupaciones e industrias?"), escrito por profesores de prestigiosas universidades de Estados Unidos –como Princeton, Pensilvania y Nueva York–, hay varios trabajos que serán reemplazados por la IA. Encontraron que las principales ocupaciones que podrían ser reemplazadas por la IA son los telemarketers y una gran variedad de profesores, como los de lengua y literatura o de historia. Hay muchísimos más ejemplos. ¿Corre riesgo la tarea de los fotógrafos o los escritores si se pueden generar fotografías, campañas publicitarias de moda o incluso obras de teatro a partir de la IA? Por ejemplo, la marca argentina Raimondi creó su última campaña de la temporada a partir de la IA. Y esto recién empieza.
Dos riesgos: la desinformación y la violencia digital
Sin dudas, uno de los grandes peligros de la IA es la desinformación y el potencial de violencia digital. “El rol de la IA en la desinformación es la exacerbación del contenido (la viralización de la noticia en cuestión de minutos), y ahí están los algoritmos, a los que no les interesa si la noticia es falsa o verdadera, sino mantener a la gente en las redes sociales y el engagement”, explica Cecilia. Otro problema potencial es el refuerzo de los estereotipos de género, por ejemplo, en términos de plataformas digitales. “Reproducen cánones de belleza que tenemos arraigados porque generalmente a la gente le gusta eso, es donde el ojo humano va y likea. El algoritmo entiende que eso queremos ver y mostrar. Lo mismo pasa con el contenido escrito”, dice la experta.
Por su parte, Ernesto Mislej, profesor de la carrera de Ingeniería en Inteligencia Artificial en la Universidad de San Andrés, explica que gran parte del éxito de OpenAI y otras soluciones es que lograron bastante eficientemente “domar” las respuestas del modelo. “Y así pueden gambetear los intentos de los usuarios en hacerle decir cosas nazis, por ejemplo. A esta práctica se la llama prompt injection. En pocas palabras, hacen decir/ejecutar lo que el usuario quiere y no lo que el sistema hace. Entonces, hacerle decir cosas racistas a ChatGPT es más difícil que a sus predecesores, pero es posible”, explica Ernesto. En este sentido, la IA se entrena con datos que reflejan los social bias (los sesgos sociales), incluso los relacionados con la apariencia y la belleza. “Los sistemas de IA perpetúan los estándares, en lugar de desafiarlos o subvertirlos”, agrega.
¿Qué onda con el copyright?
Otro gran problema del futuro a corto plazo es el copyright, es decir, la propiedad intelectual con el uso de IA. “La pregunta es cómo resguardamos esos derechos de los autores. Acá hay una discusión sobre si la IA es creativa o no. El punto es si lo que crea es verdaderamente nuevo, original o no. Ahí está el debate. Hasta que la IA no tenga una personería jurídica, una personalidad reconocida por el derecho, el autor va a tener que ser una persona que para el derecho exista, es decir, una sociedad, una empresa o persona humana”, dice Cecilia.
Hoy, la Unión Europea está trabajando en la creación de un reglamento de la IA, una regulación que, de entrar en vigor, aplicaría a toda la UE. Y eso es bueno, porque los algoritmos no reconocen fronteras, entonces necesitamos leyes que sean comunes en los distintos Estados o que tengan marcos comunes de acción para que se puedan aplicar en la práctica. Es difícil regular la IA. Entonces, el trabajo más fuerte está en la prevención de estos peligros a través de auditorías algorítmicas o evaluaciones de impacto para los algoritmos que tienen el mayor impacto en la vida de las personas. En definitiva, todo es un gran “continuará”.