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Inteligencia artificial y educación: Desafíos conocidos con nuevas tecnologías

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La irrupción del ChatGPT y otras herramientas de inteligencia artificial generativa en las aulas supone desafíos y oportunidades para las instituciones educativas. Para Mariana Ferrarelli, profesora de la Licenciatura en Educación y del profesorado universitario de UdeSA, la incorporación de propuestas digitales en el proceso de aprendizaje tiene una larga trayectoria. Desde hace casi 20 años, múltiples docentes vienen adoptando un enfoque de trabajo transmedia, a través del cual invitan a sus estudiantes a desarrollar producciones de manera colaborativa a partir de algún texto o imagen y a compartir el resultado en distintas plataformas digitales, incluso en sus propias redes sociales. La propuesta que describe Ferrarelli en su nuevo libro, Narrativas transmedia para aprender y enseñar: ecologías ampliadas en la cultura digital, editado por Grupo Magro, es acercar las propuestas de enseñanza a la realidad cotidiana de los estudiantes, sobre todo de los más jóvenes. 

La inteligencia artificial vuelve a plantear un panorama educativo similar al de hace 20 años. Hoy los docentes se enfrentan a nuevas tendencias de la cultura digital en las que están inmersas las nuevas generaciones, y pueden decidir de qué manera ajustar las propuestas educativas a estos escenarios. “Se trata de ver qué están haciendo nuestros estudiantes, cómo aprenden, qué demandas tienen e ir a buscarlos ahí con propuestas, para que el aprendizaje resulte más significativo y motivador. El ChatGPT nos sirve para experimentar en la construcción de preguntas, evaluar la calidad de la información que nos brinda y debatir sobre la ausencia de fuentes y el manejo de información que hacen ciertas empresas de tecnología”, propone la profesora de UdeSA.

En el entorno digital actual, Ferrarelli destaca la centralidad que ocupa el estudiante en el diseño de propuestas educativas. En colaboración con múltiples investigadores, observa que el confinamiento por la pandemia de COVID-19 demostró que si el docente permanece al margen de las nuevas tecnologías se produce un desencuentro con los estudiantes y una discontinuidad pedagógica. A su vez, el contexto actual requiere de que el docente abandone su lugar de centralidad, de saber inamovible y de una clase con características de conferencia. Frente a esto, los autores del libro proponen un diseño más participativo y flexible, en donde el docente permanece permeable al diálogo e incorpora la mirada del alumno a las propuestas educativas. Considerar a los estudiantes como protagonistas supone enfocarse en sus intereses, conocimientos y recorridos previos, generar instancias de actividades en donde ellos elijan el modo de trabajo y luego puedan compartirlas dentro o fuera del aula. “En la medida que esto coincida con los objetivos curriculares y sea también acompañado y justificado por el docente me parece que es clave este enfoque de trabajo”, reflexiona Ferrarelli. 

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