Jóvenes y política: Un estudio comparativo muestra que la mayoría prefiere hablar cara a cara que a través de las redes
Hablar de política no es fácil, y menos cuando se viven épocas de gran polarización ideológica. Desde hace décadas, una rama de los estudios en comunicación política indaga sobre qué tácticas emplean las personas para adentrarse en, o salirse de, conversaciones o discusiones de temas políticos. Esto es importante no solo a nivel teórico sino también y sobre todo a nivel empírico, ya que hay una asociación entre el sostenimiento de regímenes democráticos y la capacidad de los miembros de una sociedad de expresarse y escucharse entre sí. Para comprender las maneras en que los jóvenes de distintas partes del mundo hablan y discuten sobre política, una nueva investigación realizó 122 entrevistas en profundidad, entre 2016 y 2019, a jóvenes de 18 a 29 años en Argentina, Estados Unidos, Finlandia, Israel, y Japón. El trabajo fue co-autoreado por Eugenia Mitchelstein, profesora asociada y directora del Departamento de Ciencias Sociales de San Andrés y co-directora del Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad en Argentina (MESO), y publicado en la revista académica The International Journal of Press/Politics.
Para hacer sentido de los datos, Mitchelstein y sus colegas proponen una tipología de cinco categorías de entrevistados en cuanto a sus maneras de involucrarse en conversaciones informales sobre política: los “desinteresados”, para quienes la política no es relevante; los “interesados silenciosos”, que se interesan por la política pero prefieren no hablar al respecto; los “cara-a-cara”, que discuten política pero solo en persona; los “expresivos calculadores”, que conversan sobre política online pero de acuerdo a la plataforma y el tema del que se trate; y los “expresivos constantes”, que hablan de temas políticos en cualquier contexto y más allá de las normas. Los resultados indican que en Argentina, así como en Finlandia, Israel, y Estados Unidos, el tipo predominante es el de los “cara-a-cara”, lo cual refleja una forma de evitar la política. Para los autores, esa evasión no se debe tanto a la mediación tecnológica en sí misma sino a la heterogeneidad de públicos que conviven en los entornos online y que hacen que la conversación política pueda salirse de escala. En contextos percibidos como de mayor control, como la comunicación por WhatsApp, los jóvenes argentinos se muestran abiertos al debate político.
En palabras de los autores del trabajo, “comprender los diferentes tipos puede ayudar a considerar formas diferenciales de promover el debate político entre diferentes personas. Para los desinteresados, el principal desafío no es involucrarse en conversaciones políticas, sino más bien encontrar un interés en la política y sentir suficiente autoeficacia para hacer que la participación en conversaciones políticas valga la pena. Estar expuesto a la expresión política de sus compañeros puede ayudar a los desinteresados a comprender la relevancia de la política en sus propias vidas. En términos de los interesados silenciosos y los cara-a- cara, los educadores cívicos podrían animar a estos grupos a hablar más sobre política, enfatizando la importancia democrática de la conversación política (...) y ofreciendo estrategias para navegar por la expresión política tanto cara a cara como en línea, similar a las consideraciones empleadas por el cálculo que hacen los expresivos. Los expresivos constantes, por otro lado, pueden beneficiarse de entender cómo su entusiasmo por participar en una conversación contenciosa sin disculpas puede ser desagradable para los demás.
Además de Mitchelstein, en la investigación participaron Neta Kligler-Vilenchik y Keren Tenenboim-Weinblatt (Hebrew University of Jerusalem), Pablo J. Boczkowski (Northwestern University), Kaori Hayashi (The University of Tokyo), y Mikko Villi (University of Jyväskylä). Este grupo ha colaborado en una serie de publicaciones comparativas sobre el uso de medios tradicionales y redes sociales para consumo de noticias y participación política.