La circulación de ideas globales contribuyó a la formación de los Estados latinoamericanos
“En la actualidad, resulta difícil insistir en versiones exclusivamente ‘nacionales’ de nuestras historias locales, dejando de lado la influencia de corrientes globales de pensamiento”, propone Eduardo Zimmermann, profesor del departamento de Humanidades y director del posgrado en Historia de la Universidad de San Andrés. Históricamente, la consolidación de los Estados latinoamericanos fue estudiada de manera aislada de los acontecimientos que ocurrían en otras latitudes. En consecuencia, rara vez se planteó la cuestión de cómo las conversaciones transnacionales se tradujeron y adaptaron a las realidades locales. En el libro The Cambridge History of Latin American Law in Global Perspective, el investigador de UdeSA, junto con reconocidos historiadores y juristas de América y Europa, ofrece una perspectiva amplia de la historia latinoamericana, desde el período precolonial hasta el presente, en la cual destaca trayectorias comunes al interior del continente y puntos de contacto con otros países del mundo.
Hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, América Latina experimentó la consolidación de sus Estados nacionales. Zimmermann identifica que la creciente presencia del Estado en la vida social y económica latinoamericana coincide con la circulación de una amplia variedad de fuentes de conocimiento político y jurídico sobre Latinoamérica, elaboradas por juristas extranjeros que visitaron la región y ofrecieron una reconceptualización de los marcos normativos en los que operaban los Estados. A pesar de las particularidades de los distintos países latinoamericanos, durante el período estudiado se observa una corriente común hacia la centralización política y administrativa del poder estatal. En un capítulo del libro recientemente publicado por Cambridge University Press, Zimmermann describe el significativo crecimiento de la estructura de los Estados y de la amplia gama de bienes públicos que comenzaron a proveer durante esos años, entre ellos, seguridad, educación, justicia, infraestructura de comunicaciones y transporte, salud pública y vivienda.
La circulación global de autores y doctrinas —facilitada por la prensa local, traducciones de libros, conferencias de juristas europeos en Latinoamérica, redes de contacto y discursos parlamentarios— promovió la discusión de nuevas corrientes de pensamiento en la región. A pesar de ello, Zimmermann observa que no hubo una recepción pasiva de doctrina extranjera por parte de los juristas locales. En una época en donde distintos países del mundo enfrentaron desafíos similares, los debates que tuvieron lugar en América Latina se nutrieron de discusiones globales y también contribuyeron a ellas. “Muchos de los cambios en las relaciones entre el Estado y la sociedad se advierten en las transformaciones en el vocabulario jurídico de la época, que precedieron a las oleadas de cambio político”, observa el investigador.
El libro, editado por Thomas Duve, de Goethe University, y Tamar Herzog, de Harvard University, es de libre acceso.