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La diplomacia de defensa en Argentina

En 1983, Argentina recuperó su régimen democrático luego de siete años de dictadura militar (1976-1983). Los actores políticos que participaron en la transición hacia la democracia enfrentaron múltiples desafíos, como establecer el control civil de las Fuerzas Armadas y revertir las tendencias previas de militarización del Estado y la política. Esa transformación fue necesaria para alcanzar tres objetivos políticos: reforzar el régimen constitucional, reconstruir la imagen internacional de la Argentina y contribuir a la profesionalización de las Fuerzas Armadas que tenían baja reputación. En un nuevo artículo publicado en la revista Alternatives: Global, Local, Political, Andrea Oelsner, directora de las Licenciaturas en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Deborah M. Tasselkraut, profesora de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, y Carina Solmirano, coordinadora del Monitor del Tratado sobre el Comercio de Armas, observan que los sucesivos gobiernos de la entrante democracia incluyeron en sus agendas de política exterior el uso de la defensa y la cooperación militar como herramientas diplomáticas relevantes para alcanzar los mencionados objetivos.

A partir de una revisión bibliográfica, las investigadoras de UdeSA buscaron contribuir al desarrollo del concepto “diplomacia de defensa”, aún débilmente sistematizado. Resaltan que es un instrumento disponible para todos los Estados, que puede involucrar motivaciones domésticas además de externas. A su vez, exploran cómo el uso de la diplomacia de defensa contribuyó a limitar la militarización en Argentina. Proponen que esta fue una de las estrategias empleadas por los gobiernos durante la transición y consolidación democrática, diferenciando tres etapas. En la primera fase, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, los esfuerzos destinados a romper el aislamiento internacional después de la Guerra de las Malvinas y desmilitarizar las relaciones con Chile y Brasil formaron parte de una estrategia con propósitos predominantemente internos. En una segunda etapa, durante las dos presidencias de Carlos Menem, la participación argentina en las misiones de paz de las Naciones Unidas y la profundización de las relaciones regionales (a través del MERCOSUR) y bilaterales (a través de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares y del Comité Permanente de Seguridad entre Argentina y Chile), se asociaron a la búsqueda de mejorar la imagen internacional del país como propósito orientado al exterior. Una tercera etapa, resultante de las dos previas, estuvo caracterizada por relaciones más directas y simétricas entre militares y comunidades de defensa. Ejemplo de ello fue la participación de Argentina, Brasil y Chile en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, que fomentó el diálogo entre los Ministerios de Defensa argentino y chileno, y permitió el surgimiento de la Fuerza de Paz Binacional Cruz del Sur.

“En esta investigación buscamos ampliar el debate sobre la diplomacia de defensa tal como se practica en el Sur Global y en las relaciones más simétricas del Sur-Sur. Creemos que las características identificadas en el caso argentino son complementarias al desarrollo de investigaciones sobre militarismo y militarización en América Latina, a la vez que podrían resultar relevantes para el estudio de las estrategias de diplomacia de defensa desde el Norte Global”, reflexiona Tasselkraut.

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