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La economía digital hace más competitivos a los mercados tradicionales latinoamericanos

En 2012, la actual compañía Meta, fundada por Mark Zuckerberg, adquirió la red social Instagram por mil millones de dólares. El caso despertó preocupación entre las agencias que regulan la competencia, al considerar que dicha fusión incentivaba que las grandes empresas compraran pequeños jugadores del mercado siempre que experimentaran algún tipo de competencia. Si bien la conformación de conglomerados digitales puede beneficiar a los consumidores, en tanto permiten adquirir productos o servicios de parte de un mismo vendedor o porque la empresa aumenta la complementariedad entre sus productos, estas prácticas pueden generar exclusión. A nivel global, el control de fusiones y adquisiciones es una herramienta para evitar operaciones de concentración con potencial de reducir sustancialmente la competencia. En un artículo publicado en la Revista de Derecho Administrativo, María Fernanda Viecens, investigadora del CONICET en el Centro Tecnología y Sociedad (CETyS) de la Universidad de San Andrés, y Esteban Greco, director de GAMES Economics, analizan el funcionamiento de esta herramienta preventiva en distintos sectores de la economía digital en América Latina.

Tras un relevamiento de múltiples casos de operaciones de concentración en la región latinoamericana, los investigadores identificaron los mercados de la economía digital que están experimentando una mayor cantidad de fusiones y adquisiciones. Además, reconocieron los actores involucrados en estas sinergias y el rol que asume la legislación de defensa de la competencia en este contexto. Lejos de las resonantes adquisiciones de las big techs, el estudio sobre fusiones en la región ilumina una prevalencia de integraciones entre jugadores tradicionales y digitales en tres sectores: fintech (del inglés, tecnología financiera), agencias de viaje online y aplicaciones de delivery de comida. Estas fusiones podrían ser el resultado de las estrategias de jugadores establecidos para incursionar en nuevos productos y tecnologías, así como la consecuencia de startups de bajo nivel de facturación pero alto valor de capitalización, desarrolladas con el objetivo de monetizar sus creaciones a través de la venta a jugadores con mayor capacidad financiera. “Las fintech irrumpieron en un mercado desatendido por los bancos tradicionales. Al promover la inclusión financiera a través de medios de pago digitales innovadores, estos nuevos actores transformaron el sector de la banca. Si adoptamos una postura extremadamente reguladora podríamos desalentar la innovación e inversión” argumenta Viecens. 

Las agencias de competencia de América Latina se enfrentan a mercados con características diferentes de las que se observan en Europa y Estados Unidos. Por un lado, los indicadores de cobertura y acceso a Internet muestran niveles por debajo de los países de mayores ingresos, sumado a que las necesidades locales prioritarias difieren de las de los países más desarrollados. Por otro lado, los principales problemas de competencia en la región se originan en los actores establecidos o incumbentes de los sectores tradicionales que están poco acostumbrados a competir e innovar. “Este panorama debe ser considerado al momento de aplicar los modelos regulatorios europeos de la economía digital al contexto latinoamericano, ya que podría desalentar la innovación y perjudicar el interés de los consumidores a los que se busca proteger”, reflexiona Viecens. 

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