La generación de ideas transita por un camino distinto al de la inspiración
Es extendida la creencia de que las ideas son destellos de inspiración que aparecen de manera repentina e, incluso, inconsciente. ¿Por qué hay personas que tienen muchas ideas? ¿Cómo es posible que algunos días se tengan grandes ideas y otros no? ¿Se puede buscar generar ideas? En su nuevo libro, La ciencia de las (buenas) ideas, Diego Golombek, profesor plenario de la Universidad de San Andrés, propone que es posible predecir y entrenar las ideas, a partir de las ciencias naturales. Al resolver un problema de creatividad, se genera una satisfacción mayor a la de un problema trivial, y eso puede encender áreas del cerebro vinculadas a la recompensa. Las utilidades de este abordaje exceden al ámbito científico y son identificables en nuestra vida cotidiana.
El investigador, en el prólogo de su libro, menciona que “no es obvio cómo podemos definir qué es una idea. Y mucho menos cómo nuestra mente se las arregla para generarla de manera tan prolífica”. Entiende que la generación de ideas es el resultado de hábitos secuenciales que sistemáticamente permiten tener más ideas. “Las ideas las idealizamos como algo creativo, pero son rutinas, y se pueden promover”, asegura. La fórmula para la creación de ideas tiene un componente de trabajo y otro de disrupción. Mientras que la creencia en una musa inspiradora no es suficiente para impulsar las ideas, tampoco lo es la concentración exclusiva en generarlas. Ambos procesos en solitario no siempre son suficientes para generar asociaciones, es decir, creaciones. Por eso, para Golombek, la innovación llega a las mentes expertas en un tema, no a las obsesionadas con un problema. El autor propone un modelo de cuatro fases que permite motivar la generación de ideas. El primer paso, la preparación, se centra en comprender de qué se trata el problema que se busca resolver. Luego, la incubación refiere a un momento pasivo de maduración de las ideas. La tercera fase, la iluminación, es el momento cuando las ideas decantan. Por último, resta verificar la validez de la idea.
La creatividad no solo depende del trabajo interno, sino que también responde a estímulos externos. Por ejemplo, los incentivos sensoriales ocupan un papel central en la generación de ideas. “Hay colores que son más creativos que otros”, dice Golombek. Se encontró, en un laboratorio, que la gente resuelve más creativamente tareas bajo una luz azul, que con una roja o blanca. Lo mismo sucede con los olores o las relaciones interpersonales. Estos estímulos fomentan las ideas, siempre que se trabajen previamente.
El libro fue publicado en noviembre del 2022 por Siglo XXI Editores Argentina.