Desde hace algunos años hay quienes han venido afirmando que la tecnología y, en particular, la inteligencia artificial, harán desaparecer a los contadores.
Sin embargo, si uno recurre a la misma inteligencia artificial, ésta tiene una opinión distinta.
Ante la pregunta, ¿desaparecerán los contadores?, el ChatGPT responde que "es probable que los contadores sigan siendo una parte importante del mundo empresarial y financiero en el futuro previsible, entre otras razones porque el uso de la inteligencia artificial y la automatización de procesos puede reducir la necesidad de realizar tareas repetitivas y permitir que los contadores se centren en tareas más analíticas y estratégicas."
Suscribo totalmente esta opinión.
Quienes han venido pronosticando que la automatización y otros avances tecnológicos harán desaparecer al contador público no conocen la esencia de esta profesión.
Con el mismo equivocado criterio en el pasado se podría haber dicho que la aparición de las hojas de cálculo, como el Excel, le restarían protagonismo al contador y, sin embargo, la historia ha demostrado todo lo contrario. La hoja de cálculo electrónica -cuya idea, digamos de paso, fue introducida por primera vez en un artículo publicado en 1961 por Richard Mattessich, prestigioso profesor de contabilidad de la Universidad de Columbia Británica- lo que hizo fue potenciar el rol del contador, que pudo ahorrar tiempo en la realización de cálculos y aplicarlo a su rol fundamental, que es transformar los datos en información estratégica.
Lo mismo está ocurriendo hoy con los nuevos avances tecnológicos. Los contadores públicos están a la vanguardia en el aprovechamiento de la tecnología, que les permite desentenderse de lo rutinario y repetitivo y concentrarse en crear valor.
Cuestiones como el análisis de datos, blockchain, automatización e inteligencia artificial, ciberseguridad, nuevas competencias vinculadas con la sustentabilidad y el cambio climático y temas vinculados al gobierno corporativo y el gerenciamiento del riesgo son hoy componentes de la formación de los contadores.
No obstante, todo parece indicar que la comunidad y, en particular, los jóvenes, no conocen la riqueza de la profesión de contador. Además de recibir noticias falsas respecto de su obsolescencia, tienen en general una imagen distorsionada de esta profesión. La relacionan casi exclusivamente con la registración contable y la liquidación de impuestos y no tienen conciencia de la amplitud y diversidad de las capacidades que involucra y de su potencialidad en cuanto a los campos de actuación para los cuales habilita.
Incluso los propios contadores, que se desempeñan en las más diversas funciones en el mundo de las organizaciones privadas o públicas, muchas veces afirman "soy contador pero no trabajo de contador", no siendo conscientes que las bases para el éxito que han tenido en eso que hacen están precisamente en la formación que recibieron al estudiar para contador público. En otras palabras, son contadores todo el tiempo, en todo lo que hacen.
Ser contador es mucho más que saber contabilidad. Es una forma de pensar y de encarar la solución de los problemas. Es ser un profesional que sabe tanto de gestión como de control y combina, como ningún otro, estas dos facetas que se interrelacionan y se retroalimentan. El contador domina las reglas de juego de los negocios, porque conoce las normas legales y regulatorias, no solo tributarias y societarias, sino todas aquéllas que son esenciales al derecho empresario. Es el profesional experto en medir los impactos de las operaciones en el patrimonio de las entidades y ahora también en medir los impactos de las entidades en el ambiente y en la sociedad. El contador es el que da el debido valor a las cosas, el que ayuda a poner los pies en la tierra a través de los números. Es el custodio de la salud financiera y la integridad de las compañías. Es un profesional formado para otorgar confianza. Y, por supuesto, es el experto en contabilidad que, al final del día, es el lenguaje de los negocios.
No todos los contadores son especialistas en todo, pero todos tienen una formación de base que les permite desarrollarse en los más diversos campos de actuación: administración, finanzas, auditoría, tributación, sistemas de información, gerenciamiento del riesgo, compliance y muchos más.
No hay actividad económica en la que el contador, según sea su especialidad, no intervenga. Más aun, la actividad económica no sería posible sin la participación de los contadores públicos en sus distintos roles. Por eso los contadores no desaparecerán, porque la sociedad necesita sus capacidades.
Prueba de ello es que hoy la demanda de contadores por parte del mercado no llega a satisfacerse. El mercado valora esa especial combinación de conocimientos, habilidades y actitudes que poseen los contadores y todo parece indicar un futuro promisorio, en el cual el contador está llamado a tener un rol cada vez más gravitante en la creación y conservación de valor para las organizaciones.