Los analistas esperan un aumento de la participación de alrededor de cinco puntos porcentuales respecto al 69% que concurrió a las urnas el último 13 de agosto, en línea con lo sucedido en las últimas dos elecciones nacionales (2021 y 2019). Sin embargo, uno de los consultados deslizó que en este contexto de desalineamientos partidarios “es casi posible cualquier aumento en la concurrencia, que sea de entre 1 y 11 puntos porcentuales respecto de las PASO”, porque “lo horrorizante es atractivo”.
Ninguno de los consultados tiene en claro a quién beneficiará el potencial voto extra de al menos 2 millones de personas, pero algunos aseguran que la cuestión etaria es clave: si se agregan muchos más jóvenes (sobre todo el segmento de 16 y 17 años), entonces saldrá favorecido Milei del aumento en la concurrencia; mientras que si se agregan muchos mayores de 70 años, cuyo voto es opcional, entonces saldrá beneficiada Bullrich. Para algunos consultados, dentro de este segmento “nuevo” que estaría compuesto por alrededor de 2 millones de votantes extra, lo más probable es que haya un fuerte voto hacia Massa, para “defenderse de Milei”.
“La expectativa es que tengamos alrededor de un 75% de concurrencia para estas elecciones presidenciales nacionales”, sostiene Lucas Romero, director de Synopsis Consultores. Gerardo Scherlis, investigador del CONICET y Diego Reynoso, director de la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública en Universidad de San Andrés, coinciden con Romero, y aseguran que la expectativa es de un aumento “clásico” en la concurrencia de entre 4 y 6 puntos porcentuales.
Este fue el aumento en la participación de las últimas dos elecciones nacionales: en las PASO de 2019 la participación había sido del 76% y dos meses después, en las elecciones que dieron como ganador a Alberto Fernández, la concurrencia llegó a ser del 81%. En las PASO del 2021, en un contexto de pandemia, la participación fue del 67%, y para las generales de ese mismo año, aumentó a 71%.
De cumplirse estos pronósticos, sería el nivel más bajo de concurrencia para unas elecciones presidenciales desde la vuelta a la democracia: hasta ahora, el nivel más bajo de participación para unas elecciones presidenciales fue el 76% de concurrencia que hubo en las elecciones del año 2007, cuando Cristina Fernández de Kirchner fue elegida presidenta. De estar la participación debajo de ese número, nos encontraríamos frente a un piso histórico de participación.
En muchos de los comicios provinciales celebrados este año, no hubo Primarias. Sin embargo, ¿qué sucedió en aquellos distritos donde sí hubo PASO provinciales? ¿Cuál fue el aumento en la participación entre las primarias y las elecciones provinciales generales, un posible predictor de lo que sucederá a nivel nacional? Hay tres casos muy diferentes: en las PASO de Mendoza la participación fue del 66% y en los comicios generales, donde resultó electo gobernador Alfredo Cornejo, la concurrencia fue del 68%, solo dos puntos porcentuales más. En Santa Fe, el aumento de participación de las primarias a las elecciones generales fue de ocho puntos porcentuales. Y por último, en Chaco, en las elecciones llevadas a cabo el 17 de septiembre, donde fue elegido gobernador Leandro Zdero, la participación fue del 73%, 15 puntos porcentuales más que en las PASO (donde hubo un 58% de participación).
Teniendo en cuenta este panorama, Jorge Giacobbe, analista político y director de Giacobbe y Asociados, asegura que podría haber un aumento en la participación de hasta 11 puntos porcentuales. “La concurrencia podría situarse entre el 69% que votó en las PASO y el 80% que podría llegar a votar. En cualquiera de esos valores”, sostiene Giacobbe. “Hay razones para pensar que mucha más gente va a ir a votar porque lo horrorizante también es atractivo. Un candidato como Milei despierta tantas emociones, tanto entusiasmo para un lado y miedo para el otro lado, que eso llama a la gente a querer intervenir”, sostiene Giacobbe.
La teoría del “carro del perdedor”
¿A quién beneficiaría este potencial aumento en la participación? Todos los analistas sostienen que es muy incierto, aunque ofrecen pistas. “Los que menos votan en general son quienes no están obligados: los mayores de 70 años y los jóvenes de 16 y 17 años”, sostiene Reynoso. “En este último segmento, el de los jóvenes, hay un fuerte anclaje de Milei, transversal a todo nivel socioeconómico”. Si en las PASO estos jóvenes no votaron y en las generales deciden ir a sufragar, esto podría direccionar votos hacia el candidato de La Libertad Avanza.
“La cuestión etaria es central: si van a las urnas muchos más jóvenes, saldría beneficiado Milei; si se suma mucha más gente mayor, Bullrich y si se agrega gente de mediana edad, entonces saldría beneficiado Massa”, sintetiza Scherlis.
Romero asegura, en cambio, que en los estudios realizados encontraron que, dentro del segmento nuevo, había un voto más que proporcional hacia Massa. “Este voto podría encapsular la reacción de algún electorado que no participó en las PASO y que entiende que Massa es una opción para defenderse de algo”. “Hay un electorado que se desmovilizó. Hubo poca participación en circuitos electorales donde al peronismo le suele ir bien: Moreno, Merlo, Almirante Brown, Berazategui, La Matanza. En 2021 se hizo el esfuerzo de movilizar a estos sectores y se logró, por primera vez, achicar la diferencia para el peronismo entre las PASO y las generales. Este año los dirigentes se deben preguntar: ‘Hago el esfuerzo de llevarlos a votar pero, ¿estoy segura de que su voto va a ir hacia mi?’”
“Históricamente, se pensó que las personas se suben ‘al carro del vencedor’: es decir, si están indecisas frente al voto, se ven influidos por aquellos que están entusiasmados”, describe Giacobbe. “Sin embargo, en las últimas cuatro elecciones la gente se subió al ‘carro del perdedor’”. En 2019 Macri, achicó la diferencia con Alberto Fernández; en 2015, en 2015 Scioli sacó 38% en las PASO y 38% en las Generales frente a un Macri que creció; en las legislativas de 2021 el Frente de Todos achicó la diferencia de votos con Juntos por el Cambio; y en 2017, Esteban Bullrich perdió las PASO frente a Cristina Fernández de Kirchner por un punto y luego ganó las generales por un punto. “Como muestran las últimas elecciones, los que estuvieron en silencio en las PASO, lejos de salir a aumentar el entusiasmo en las generales, salen a bloquearlo”.
Todos los analistas coinciden en que es muy difícil medir, a pesar de las estimaciones y proyecciones, hacia dónde se dirigirá realmente estos casi 2 millones de votantes nuevos. “El votante que no concurrió a las urnas en agosto es seguramente el segmento que alimenta la tasa de rechazo en las encuestas: son más difíciles de atrapar, entonces no tenemos evidencias”, sintetiza Romero.