Las pirámides, como monumentos y estructuras edilicias, son parte de la historia remota del planeta. En un futuro podrían serlo también las “pirámides demográficas”: con el aumento de la expectativa de vida y –sobre todo– con la baja abrupta en la tasa de natalidad de los países de ingresos medios y altos, la estructura piramidal de la población que dominó toda la historia humana (con muchos jóvenes en la parte baja y pocos adultos en la punta) está dando paso a una forma más rectangular, con países como Japón, Corea del Sur, Italia y España con “tercios” etarios (cantidad de jóvenes, de personas de mediana edad y de adultos) muy similares.
Las consecuencias, a nivel social, cultural y económico son gigantes. De todas las olas de cambio que estamos viviendo (entre ellas, la tecnológica y la climática), la demográfica es la más previsible: sabemos con cierta certeza y un margen de error reducido cómo va a ser la estructura poblacional en los distintos países en 2030, 2040 y 2050.
Aun así, son pocas las previsiones que se toman. “La Argentina va a salir de su ‘bono demográfico’ en 2035″, afirma el economista del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) y profesor de la Universidad de San Andrés, José María Fanelli, tal vez el académico que más estudió la relación entre los cambios poblacionales y la macroeconomía. Esta “ventana de oportunidad” significa que aún estamos en una etapa en la cual la fuerza laboral es elevada en términos relativos. “El desafío que tiene los países es hacerse ricos antes de llegar a viejos”, resume. El reloj está corriendo.
Hay, sin embargo, muchos signos de que la ola de la “revolución senior” se está desplegando a nivel económico, al menos en lo que tiene que ver con la toma de conciencia colectiva. Van tres ejemplos muy distintos.
1. La carta de Black Rock. El fondo de inversión más grande del mundo emitió hace tres semanas su carta a los inversores, en un texto firmado por su CEO, Larry Fink, dedicado casi en su totalidad a un largo análisis del envejecimiento poblacional y sus consecuencias. Fink hace especial foco en Japón, que el año pasado se convirtió en el primer país del mundo en tener un 10% de su población mayor de 80 años. “Las velocidades son distintas: Brasil empezará a ver más gente dejando la fuerza laboral que ingresando en ella en 2035; México, en 2040, en tanto que la India alcanzará su pico en 2050″, dice el escrito.
En cualquier caso, más tarde o más temprano todos enfrentarán el desafío de mantener muchos habitantes con trabajadores cada vez más escasos. “Para 2050, una de cada seis personas en el planeta tendrá 65 años o más, contra una de cada once en la actualidad”, agrega. Obviamente Black Rock lleva agua para su molino y el propósito del texto es resaltar la necesidad de mercados de capitales más robustos y voluminosos, que sirvan para pagar retiros más holgados. Pero el punto central es que la mirada de los grandes fondos, empresarios e inversores está puesta ahora en la economía de la longevidad, y esto ya de por sí es un dinamizador de negocios.
2. Tabúes culturales. Sexo y adultez eran temas tabúes hasta no hace mucho tiempo. Ambos combinados dan una especie de prejuicio al cuadrado. Tal vez por eso causó tanto impacto (y se volvió viral) la campaña ideada por dos creativos argentinos de renombre, Sebastián Wilhelm y Maxi Anselmo, para los 70 años de Burger King, lanzada días atrás en Brasil.
En distintos soportes y con la firma de las agencias Room 23 y Trans Company, la campaña muestra imágenes de adultos mayores en la antesala de tener sexo. “70 años más tarde el fuego aún sigue vivo”, dice la compañía de las hamburguesas a la parrilla. “(La idea) tiene que ver con nuestra forma de ver el mundo y de cuestionar ciertas ‘verdades”, comentó Wilhelm a la nacion para esta nota, “A medida que avanzan los años se van dando cambios de paradigmas. Los 75 de hoy no son los mismos que los de hace 20 años. Lo que mucha gente destacó de la campaña es lo que a nosotros nos gustó cuando apareció la idea: mostrar a parejas grandes como personas sexualmente activas”, destacó. De a poco, el muro de prejuicios con la adultez se resquebraja.
3. La empresa del momento. La revolución senior no tiene tanto que ver con la posibilidad de vivir cientos de años (algún día llegará esa meta, pero estamos lejos), sino con el cada vez mayor número de personas de 80, 90, 100 años o más que están en muy buenas condiciones físicas y mentales.
Y más allá de las historias increíbles que aparecen a diario sobre gente de más de 80 años que completa un super exigente Iron Man o la carrera de Ciencias Exactas en la Universidad de Buenos Aires (todo real), lo cierto es que a nivel agregado está aumentando la edad promedio a la que alguien gana un premio Nobel, preside un país o comanda una compañía.
Un ejemplo de los miles que se podrían citar: la empresa del momento en términos de desarrollo de inteligencia artificial probablemente sea Nvidia, a tal punto que muchos afirman que en breve será la de mayor capitalización de la Tierra. Su CEO, Jensen Huang, tiene 61 años.
Nuevos enfoques
Para el exdirector de la reserva Federal de los Estados Unidos Ben Bernanke es “el principal factor individual de cambio para la economía en las próximas décadas”. Según el inversor escocés Jim Mellon, ya se trata de “la industria más grande del mundo”.
Las estadísticas parecen corroborar que estamos frente a una ola gigantesca: el gasto y las actividades económicas vinculadas a personas de más de 50 años solo en los Estados Unidos equivalen a 7,6 billones de dólares (‘trillions’ en inglés; millones de millones de dólares), una cifra que es más que el PBI de cualquier país, excepto los de los Estados Unidos y China.
Un extenso informe de la consultora Milken actualiza algunas estadísticas sobre este fenómeno.
*Para 2030 Japón será el primer país del mundo en entrar en la categoría demográfica de “ultra-senior”, o ultra-adulto, con un 28% de su población por encima de los 65 años, mientras que en el mismo año Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán serán considerados “super-adultos”, con más de un 20% de su población por encima de los 65 años.
*En Europa un cuarto de la población tiene más de 60 años y se estima que el porcentaje crecerá al 35% en 2050. En el mismo lapso en América Latina este segmento pasará del 12% al 25% de la población.
*En los países desarrollados, los mayores de 60% explicarán nada menos que la mitad del aumento del consumo entre 2015 y 2030. “Son el segmento etario con más activos ahorrados y con más propensión al gasto”, sostienen los analistas de Milken.
A nivel global, los avances científicos, la producción académica y los negocios que giran alrededor de la “longevidad extrema” (una parte menor de toda la economía de la longevidad) estallaron luego de la pandemia. Según Merril Lynch este sector movía US$110.000 millones en 2019 y para 2025 se estima que el valor llegue a los US$600.000 millones.
¿Cuál es la perspectiva en la Argentina? Fanelli remarca que en la economía de la longevidad hay tres elementos centrales: la teoría del ciclo de vida, que dice que las personas generamos déficit de jóvenes, superávit de adultos y déficit de viejos; la demografía, que distingue tres etapas: sociedad joven, sociedad adulta o del bono demográfico y sociedad envejecida y, por último, el hecho de que la tasa de natalidad se reduce y la vida se alarga en las economías que se enriquecen.
“Hay una oportunidad para que los países viejos y ricos (Japón, Alemania) les presten a los más jóvenes y más pobres. La Argentina y Latinoamérica en general están en la etapa del bono demográfico, que es la mejor, porque el ratio población en edad de trabajar/población se hace máximo. La región sale del bono y empieza a envejecer entre 2030 y 2035 (la Argentina sale de la etapa del bono en 2035). Por eso, para no tener problemas con los jubilados, hay que hacerse rico antes de hacerse viejo. Para eso, hay que invertir mucho durante el bono, algo que no estamos haciendo en Latinoamérica y en la Argentina, menos”, marca Fanelli.
Para el profesor de la UBA y de UdeSA, hay un punto interesante en “los movimientos de capital entre países que está impulsado por la demografía. Los japoneses le deberían prestar a Latinoamérica y a África. Entonces, aparecen como temas centrales la calidad institucional y la arquitectura financiera internacional como necesidades demográficas. Los jóvenes están en las regiones más pobres y con peores instituciones”.
Además del boom de la denominada “economía del cuidado” que remarca Fanelli, hay segundas, terceras e infinitas derivadas del cambio demográfico. Por ejemplo, un mes atrás el gobierno de Corea del Sur justificó una inversión multimillonaria en un tren de alta velocidad entre Seúl y los suburbios con un argumento principalmente demográfico. El país tiene la tasa de natalidad más baja del mundo y para promover que las parejas jóvenes tengan hijos hay que facilitar el transporte desde las empresas del centro, donde el metro cuadrado para vivir es carísimo, a las afueras, con espacios más amplios y mayores comodidades para criar y educar hijos pequeños.
Cambio cultural
En la segunda semana de marzo se realizó en Austin (Texas) el festival South By SouthWest (SXSW), un evento de innovación y arte que es famoso por anticipar tendencias y conversaciones del futuro cercano. Quienes asistieron notaron que la segunda mitad de la vida fue uno de los temas centrales de las presentaciones.
“Hay una gran tendencia y lo vimos en SXSW este año, que tiene que ver con apuntar a desarrollar en las marcas, en las empresas y en las familias también lo que se llama ‘inteligencia intergeneracional’, que tiene que ver con esto de aprender a convivir entre generaciones, aprender a inspirarse y mejorar intergeneracionalmente, porque estamos conviviendo más generaciones que nunca en la historia del mundo”, cuenta Ximena Díaz Alarcón, especialista en nuevas tendencias de Youniversal, quien viajó a Austin un mes atrás.
“Esto implica para las empresas desde generar planes de mentoría inversa para aprovechar la sabiduría y el conocimiento de las distintas generaciones; y para las marcas, hablar realmente de posicionamientos post-sociodemográficos en términos de propuestas de valor que vayan más allá de la segmentación etaria”, agrega la experta.
“Claramente, hay toda una nueva etapa de vida a la que hay que buscarle un nuevo nombre, que creo que todavía no encontramos, y es una etapa que va a durar 25, 30, 40 años -sostiene-, vamos a haber pasado mucho más tiempo siendo adultos que siendo niños o adolescentes, así que vale la pena repensarse. Y esa es un poco la gran tendencia”.
Si hay que hablar de nombres, a la especialista en nueva longevidad Mercedes Jones por ahora el que más le cierra es “madurescencia”. Así como en el siglo XX surgió la “adolescencia” como etapa social (antes se pasaba de la infancia a la adultez, sin intermedio), ahora se usa esta nueva palabra.
“La madurescencia es una nueva etapa de la vida que la mayoría de la gente conoce, pero no sabe cómo llamarla. Porque, es obvio para todos que ya no pasamos de ser adultos a ser viejos directamente, como antes. Hay una nueva etapa del ciclo de la vida que se ubica entre la adultez y la vejez”, cuenta Jones.
El término nació en Harvard. “Es curioso, porque los argentinos, en promedio, dejamos de sentirnos jóvenes a los 46 años y comenzamos a sentirnos viejos a los 65 y es probable que lleguemos a vivir hasta los 100 años. Por eso, tenemos que cambiar la mentalidad y nos conviene ser pioneros comenzar a vivir en modo madurescente. Muchos me preguntan si es una etapa similar a la adolescencia y yo contesto que “ni”. No es lo mismo, porque uno ya tiene mucha experiencia, se conoce con sus más y con sus menos, en general no está apurado y sí preparado para afrontar los inconvenientes de la vida. Si es parecida a la adolescencia, etapa en la cual ya te sentís grande y te tratan como chico. En la madurescencia te sentís todavía joven para la mayoría de las cosas y te tratan como viejo”.
“Cambia la manera en que te trata la gente, cambian los roles”, dice Jones en diálogo con este diario desde Barcelona, a donde asistió a una jornada de 30 expertos globales en longevidad como única representante de América Latina. Y agrega: “Las dos son etapas de transición entre un ciclo de la vida y el siguiente. Las dos generan cambios. Las dos requieren flexibilidad, gentileza -sobre todo con uno mismo- y ...buen humor”.
Las transformaciones ya se están dando a todo nivel: social, económico, en los negocios y en el plano individual. Y todo por esta mutación histórica en la pirámide demográfica o, mejor expresado, en el ahora rectángulo demográfico.