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FuenteSilvina Vitale

Nuevo ranking de la UBA. Cuáles son las carreras más elegidas, las que más crecieron y las que perdieron aspirantes

Con Medicina en primer lugar, las carreras tradicionales volvieron a estar en el podio de las más elegidas para estudiar en la Universidad de Buenos Aires (UBA), un fenómeno que se repite entre las privadas más reconocidas del país. Por otra parte, diversas ramas de Ingeniería y distintas formaciones vinculadas a la salud registraron los saltos más significativos en cantidad de inscripciones.   Este año ingresaron 63.044 estudiantes al Ciclo Básico Común (CBC), una cifra algo menor a la de 2021, cuando se registró el récord de 66.651 anotados. Una vez más, Medicina reúne la mayor cantidad de aspirantes, de hecho subió levemente la cifra de interesados: son 10.082 y el año anterior habían sido 9179. Luego se ubican Psicología con 6862 inscripciones, Abogacía con 4264, Contador Público con 2800 y Arquitectura con 2746.   Felipe Vega, director adjunto del Ciclo Básico Común de la UBA, destaca el sostenimiento de las carreras tradicionales y el crecimiento de algunas alternativas que tienen que ver con el desarrollo de nuevos campos profesionales. “La Facultad de Ingeniería viene con un muy buen desempeño en los últimos años impulsada por Ingeniería Informática e Ingeniería en Petróleo. También creció Ciencias de Datos, dentro de la Facultad de Ciencias Exactas, y dentro de las ciencias de la salud, Odontología y Farmacia y Bioquímica presentan muy buenos números”, indica. Para el directivo, estas elecciones van en línea con un mayor interés por áreas de conocimiento en la ciencia y en la técnica.   Medicina, un verdadero fenómeno “El caso de Medicina es increíble porque en la última década los aspirantes aumentaron en más del 150%, mientras que Informática, si bien ha crecido bastante, lo hizo en un 40%. Por otro lado, se observa una cierta disminución relativa en las carreras de Derecho y Ciencias Económicas, pero aún dominan”, analiza Marcelo Rabossi, profesor e investigador de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).   Para Rabossi resulta por demás interesante lo que ocurre en la Facultad de Medicina. ”Tres de cada diez ingresantes al CBC lo hacen para seguir una carrera ofrecida por esta unidad académica, lo que casi triplica la demanda por aquellas carreras que ofrece la Facultad de Ciencias Económicas, por ejemplo. Y este fenómeno es creciente ya que en 2016 eran dos de cada diez”, señala.   Por otro lado, destaca que poco más del 40% de los estudiantes de Medicina del país lo hacen en la UBA y aporta un dato correlativo a este fenómeno. La Argentina está entre los países que más médicos por habitante tienen. En contraste, hubo históricamente escasez de Licenciados en Enfermería, algo que se revirtió en los últimos años, sobre todo a partir de 2020 -en coincidencia con la pandemia-, cuando registró un crecimiento significativo en la cantidad de inscriptos.   “Otro indicador positivo que se desprende del ingreso a la UBA es el aumento de los aspirantes a las carreras de ingeniería. Mientras el total de alumnos que ingresan al CBC creció un 24% en el período 2016-2022, las ingenierías lo hicieron en un 42%. Esta suba fue liderada por las ingenierías en Informática y en Petróleo, lo que es relevante dado el perfil productivo que podría tomar el país en términos de valor agregado. Otro dato alentador es el interés que presentan las carreras de Licenciatura en Ciencias de Datos y la de Ciencias de la Computación. Si bien en todos los casos se parte de números bajos, este conjunto de carreras se alinea más al perfil de profesionales que el país necesita de cara a un mercado globalizado atravesado por la lógica de la cuarta revolución industrial, aquella de la computación quantum, la robótica, la inteligencia artificial y la nanotecnología”, concluye.   En el otro extremo, entre las carreras con menos de 200 inscripciones para este año en la UBA, se encuentran Licenciatura en Filosofía (182), Sociología (165), Ciencias Antropológicas (151), Ciencias Geológicas (125), Licenciatura en Ciencias Matemáticas (106), Licenciatura en Ciencias Químicas (101), Ingeniería en Alimentos (99), Ingeniería Naval y Mecánica (88), Geografía (37) y Diseño Textil (34), entre otras.   Las más convocantes entre las privadas Al trasladar el foco a las universidades privadas del país, las más demandadas son Psicología y aquellas relacionadas con Negocios y Finanzas. Luego aparecen Medicina, Arquitectura, Comunicación, Abogacía y Veterinaria.   Si bien las tradicionales dominan en general, cada casa de estudios presenta sus particularidades respecto de las carreras más solicitadas. Por ejemplo, en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), durante los últimos cuatro años, las más elegidas fueron Negocios Globales, Comunicación Global y Finanzas. En tanto, Bioinformática y Biotecnología tuvieron el mayor crecimiento exponencial anual mientras que escalaron carreras como Ingeniería en Informática, Gestión Ambiental y Arquitectura. “En términos generales, y en base a las tendencias de inscripciones, notamos que los postulantes muestran un fuerte interés por carreras más disruptivas, volcadas a la generación de negocios, relaciones humanas, así como también carreras orientadas a industrias creativas”, explica Hugo Alegre, coordinador del Departamento de Ingreso de UADE.   Medicina, Administración de Empresas y Derecho concentraron la mayor cantidad de inscriptos en la Universidad Católica Argentina (UCA). Mientras que en la Universidad del Salvador (USAL), hubo un mayor interés en carreras como Psicología y aquellas que se encuentran dentro del campo de las disciplinas de la salud. En los dos últimos años, Psicología, Medicina y Veterinaria ocuparon los primeros lugares en esa casa de estudios. “Seguramente la pandemia jugó un papel en la elección de estas carreras. Cuando veo estos índices pienso en el concepto de una salud, donde la salud humana y animal están interconectas. Los jóvenes tienen una gran vocación de servicio y en este tipo de propuestas se ve esa proyección”, explica Pablo Hernández Molteni, secretario de Promoción e Ingreso de la USAL.   En el caso de la Universidad de Belgrano (UB), Psicología es la más demandada con un 16,2% del total de ingresantes a primer año. Luego se ubican Arquitectura (11%), Abogacía (6,5%), Administración (5,3%) Relaciones Internacionales (4,5%), Ingeniería en Informática (3,5%) Diseño de Interiores (3,4%), Nutrición (3,3%), Traductor Público de Lengua Inglesa (2,9%) y Ciencias Biológicas (2,8%). Para Marcela Porto, presidenta de la UB, los motivos de este predominio se explican porque tanto Psicología como Arquitectura y Abogacía son las carreras fundacionales de la UB y, por lo tanto, están más consolidadas. “El crecimiento del resto de las carreras mencionadas revela varias tendencias vinculadas con la evolución de la cultura y el mercado. Un ejemplo es Ingeniería en Informática y su vínculo con la aceleración del desarrollo tecnológico, lo propio ocurre con las licenciaturas en Nutrición y en Ciencias Biológicas y su relación con el cuidado de la salud y el medio ambiente, dos conceptos ya claramente adoptados por la sociedad actual”, concluye.   Psicología vuelve a aparecer en primer término en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). “Nuestra carrera tiene muy buena formación en psicoanálisis y esta orientación clínica es muy demandada”, señala María Laura Pérsico, vicerrectora general. En segundo lugar, se ubica Marketing, más vinculada al origen de esta universidad, que adquirió una orientación digital y social media.   En el caso de la Universidad de San Andrés (UDESA), la carrera con mayor cantidad de inscriptos es Negocios Digitales, creada en 2019, con una parte relacionada al mundo de la administración y otra muy fuerte vinculada a la programación y a la tecnología. En segundo lugar, se ubica Administración de Empresas, una tradicional que no pierde adeptos. En tercer lugar figuran Ingeniería en Inteligencia Artificial y Ciencias del Comportamiento. “La primera se orienta a entender y resolver problemas, los desafíos del futuro, a través de soluciones que tienen que ver con la inteligencia artificial. En cuanto a Ciencias del Comportamiento -lanzada en 2021- te prepara para entender, predecir y generar cambios en el comportamiento humano”, explica Carolina Marro, directora de marketing y comunicación de UDESA.   Visión a futuro Franco Nemesio tiene 17 años y, si bien reside en la ciudad de Buenos Aires, es oriundo de Neuquén. Ingresó recientemente al primer año de la Licenciatura en Administración de la UB. Tiene claras sus motivaciones y sus aspiraciones. “Lo que más me atrae es tener la posibilidad de aportar a mi futuro emprendimiento todo el conocimiento en materia de gestión. Imagino mi futuro profesional desarrollando un producto o servicio relacionado con la tecnología, en sociedad con algún experto en IT, con el que podamos representar a la Argentina en el mundo”, indica.   Por su parte, Agustina Gómez Acuña, de 19 años, del barrio de La Paternal, también se ilusiona con proyectarse al mundo con su profesión, en su caso a partir de la carrera de Arquitectura, que actualmente cursa en la UBA. “Imagino poder desarrollarme acá en la Argentina, pero también en el extranjero y poder crear cosas nuevas e innovadoras”, dice.   En cuanto a las motivaciones que entran en juego en el momento en el que los jóvenes deciden su futuro, por lo general, aparecen múltiples variables. “Ciertos estudios dejan en evidencia que en muchos casos existe una suerte de idealismo, la idea de ayudar al prójimo y al mundo con su profesión. Otras veces surge aquello del mandato familiar, la tradición de ciertas carreras que se van transmitiendo de manera intergeneracional. La expectativa salarial que prometen ciertas profesiones asimismo juega su partida”, indica Rabossi.   Pero además asegura que en este proceso están presentes los llamados factores de evitación, que tienen que ver con ciertas particularidades que podría plantear una carrera y que el alumno prefiere no enfrentar. “Por ejemplo, la extensión en cantidad de años de cursada o la dificultad que percibe de antemano en cuanto a los conocimientos previos que debería tener”, enumera el experto.   Sol Santoro, de 20 años, ingresó a la carrera de Arquitectura en la UADE y asegura que se sintió inclinada por esa profesión desde el colegio. “Hice el secundario en la escuela ORT donde cursé la orientación en Construcciones y Diseño, y en esos años descubrí que disfrutaba mucho al realizar planos, maquetas o al aportar ideas para distintos proyectos. Lo que más me atrae de la Arquitectura es la posibilidad de interpretar las necesidades de las personas, además de crear diversas formas de habitar un espacio. En el futuro, me gustaría armar mi propio estudio”, comenta.   El llamado, ¿existe? “La elección de una carrera es una de las primeras grandes decisiones que debe tomar un joven en lo que refiere a la construcción de su proyecto de vida”, señala Hernández Molteni. ¿Puede responder esta elección a un llamado interno? Según su mirada, la vocación es un proceso paulatino que se construye a lo largo de los años y la pregunta que dirige esta experiencia es: ¿qué queremos hacer con nuestra vida?   Porto señala que, si bien se advierte una combinación de motivaciones en el momento de elegir una carrera, sin dudas, la vocación es el elemento central, e incluso presenta una tendencia al alza por sobre los mandatos familiares. “También influye la salida laboral que se ve claramente en el incremento de la matriculación en tecnicaturas como la de Logística, que muestra un fenómeno inédito de crecimiento a partir del desarrollo de la disciplina, sobre todo en su vínculo con el e-commerce”, explica.   Para Alegre, la idea de “vocación”, tal como la entendíamos, se modificó. “Hoy los postulantes buscan definir qué área les interesa como campo para desarrollarse profesionalmente, pero tal vez sin llegar a sentir ese llamado del que antes se hablaba”, considera. Según Alegre, los jóvenes llegan con expectativas de tener experiencias transdisciplinarias, de ponerse en contacto con alumnos de otras carreras para encarar posibilidades de emprendimientos y aprender más por proyectos que por saberes académicos nemotécnicos. “Esto los convierte en profesionales del mañana mucho más versátiles y con capacidades para transformarse en la medida que vayan cambiando los contextos y los desafíos. No les asustan los cambios y esto les da un plus sustancial”, cierra.

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