La agenda del segundo día del 59° Coloquio de IDEA comenzó con una extrañeza: el desayuno de espiritualidad, exclusivo para empresarios, al que no todos se animaron por el nombre y el horario, a las 7.30 de la mañana. "No fuimos a meditar, es un espacio que armamos hace quince años en el que nos tomamos un rato para escuchar historias de vida. Para hablar de la espiritualidad en un sentido amplio y como la incorporamos a nuestras vidas como profesionales. Estuvo hace unos años el ex Puma y presidente de Nestlé Pablo Devoto, por ejemplo", explicó un ex presidente de IDEA a PáginaI12.
En un Coloquio atravesado por la celeridad que da la incertidumbre electoral, alrededor de 250 ejecutivos, hombres y mujeres, subieron al piso 11 del Hotel Sheraton de Mar del Plata para poner una pausa a la coyuntura, al dólar Contado con Liquidación (el que usan las empresas para operar) arriba de los 900 pesos, al contracoloquio que organizó Javier Milei a la misma hora en que Patricia Bullrich hablaba en IDEA. Fueron a un espacio organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), que "es religioso pero no necesariamente", aseguran.
"Te puedo contar que fui, pero no lo que se dijo. La gente abre su corazón ahí", confió a PáginaI12 uno de los empresarios. El desayuno se transformó en un clásico del Coloquio, y la condición es que no entre la prensa: "Se cuentan historias de vida que tengan que ver con el dar, el ser generoso con el otro, es un espacio íntimo y muy necesario".
Este año contaron su experiencia espiritual Mariano Bosch, director de IDEA y Co-fundador y CEO de AdecoAgro; Felicitas Castrillón, fundadora y directora de Ginkgo Comunicación; y Lucas Grosman, rector de la Universidad de San Andrés. "Se intentan remarcar sobre todo los valores a través de historias de vida, momentos que te marcan. La gente que participa ahí dedica una gran parte de su vida a la espiritualidad, algunos a través de la religión, y la idea es compartirlo", contó uno de los disertantes.
El año pasado, la historia que impactó fue la de Víctor Valle, director general de Google, que adoptó a cuatro niños. Fue el primer empleado apenas se situó la empresa en el país y se convirtió en responsable de liderar la operación local.