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FuenteInfobae

Por curiosidad probó hacer leche vegetal en su casa: ahora vende 40 mil litros por mes

Francisco Romero

Para su tesis de investigación, Francisco Romero improvisó un laboratorio en su cocina, encontró una revolucionaria fórmula, con nutrientes y sustentable. El éxito de su creación lo llevó a fundar su empresa. “Vine a romper con el status quo de la industria alimentaria”, desafía.

Muchas veces todo comienza en un garaje. Esta vez, no fue así aunque parecido. Francisco Romero (29) usó la licuadora de la cocina de la casa de sus padres en Morón para probar de hacer leche vegetal, de almendras. Había visto un video en Youtube que le llamó la atención, y junto a un amigo decidió replicarlo. En el primer intento lo logró.

El experimento improvisado superó las expectativas. Si bien se había hecho de forma sin elementos específicos, Francisco recuerda que no podía creer el momento que tomó el primer vaso, y sintió el sabor. “Tenía gusto a rico, a almendras. A la receta jamás le agregamos conservantes o esencias como se suele intentar en la Industria alimentaria“, le cuenta a Infobae. Sorprendido, la compartió con conocidos, y recibió una aprobación inesperada.

Seis años más tarde produce más de 40.000 litros de leche plant based, sin lactosa, ni agregados, bajo el nombre: Amande, (almendra en francés). “La gente lo pronuncia de varias maneras, y todas están bien. Lo importante es que este proyecto vino a cambiar las reglas del juego”, dice el joven que estudió Comunicación en la Universidad de San Andrés, y durante su tesis encontró su propósito.

“Empezó como una curiosidad. Siempre disfruté de investigar. En un viaje a los Estados Unidos, allá por 2013, fui a una cadena de supermercados de comida orgánica. Me encontré con una gran variedad de productos lácteos en la góndola. Compré leches vegetales pensando que eran de vaca. Después leí su etiqueta, vi la composición y no entendía como la habían elaborado a través de plantas”, recuerda.   De vuelta en Buenos Aires, Francisco le comentó su idea a un amigo y montó su propia fábrica a puertas cerradas. “Llegamos a vender dos mil litros por mes. Mi mamá me quería echar de casa porque había descontrolado toda la dinámica familiar”. Al tiempo tuvieron que alquilar un galpón en San Martín para trasladar la producción a una escala mayor.   Lo que no podía imaginar es que esa inquietud se iba a convertir con el tiempo en su gran obra, y que crearía una empresa que se lanzó en 2019. “Usé parte de lo que había investigado para hacer mi tesis, donde planteaba al veganismo como una nueva manera de alimentarse. Me cuestioné qué buscaba el consumidor y qué estaba dispuesto a comprar”.   Su trabajo fue tan bien recibido que la Universidad lo derivó al sector de incubadoras, donde aplicó a un crédito no reembolsable y lo obtuvo. “Eso me ayudó a armar el modelo de negocio descentralizado, la clave para que funcione”.   -¿Tenías la ambición de hacer una empresa?   -Para nada. Jamás me guié por el éxito financiero. Soñaba con crear un producto que le haga bien a la gente, un alimento no sólo nutritivo sino también de impacto ambiental. Vine a cuestionar y redefinir las reglas del juego de la industria alimentaria. El mensaje es naturaleza sin laboratorio. Ni ciencia, ni réplica.   -¿Antes no se cuestionaba lo que consumías?   -Todavía hay desconocimiento. Los productos que uno piensa que está comprando no son lo que dicen ser. Quiero promover una consumo consciente para que la gente vaya a las góndolas no deje de leer las etiquetas cuando hace su compra. Con esa información se pueden implementar buenos hábitos .   -¿Por qué buscar la solución en las plantas?   -No soy vegano. La ciencia es un milagro pero la naturaleza es un tesoro. Confío en que tenemos que encontrar nuestros principales nutrientes en las plantas, y sacar lo mejor de ellas.   Desde siempre, la producción de su pyme es tercerizada. El principal desafío que Francisco encontró en el camino fue que una fábrica confiara en la novedosa fórmula. “Me estafaron, perdí capital y tiempo pero seguí adelante. Costó encontrar un espacio que quisiera envasar la bebida porque el producto hasta entonces era sumamente innovador”.   La materia prima cumple con altos estándares de calidad: las almendras vienen de California, el coco de Filipinas y el maní de la provincia de Córdoba. Esto le asegura que el resultado no sólo sea saludable, sino rico.   Tuvo un crecimiento rápído. En 2019 sumó como inversionista a Maximo Budzinski, hoy gerente de comercialización y Alejandro Montaña, el director de estrategia. Sumaron nuevos sabores de coco y maní, y tienen como objetivo alcanzar las grandes cadenas de supermercados.   Con buena aceptación, Francisco no olvida su principal propulsor. “Lo hago por la gente, el planeta y para redefinir el status quo. Busco la evolución de la humanidad”.

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