Javier Milei ha llevado a cabo una campaña al fragor de la pasión y, en muchos aspectos, poco convencional, desde la manera de elegir el traje de la antipolítica como el código narrativo bajo el cual vende su figura, con el caballo de troya del massismo y la "casta" en las listas, hasta una administración de las redes sociales poco convencional para la política argentina pero evidentemente muy efectiva.
El producto final redundó en una figura que, independientemente de lo que pasa objetivamente, produce sensaciones de franqueza y novedad en comparación con las estructuras más tradicionales que el electorado percibe le han fallado. Este carácter permeó en la sociedad argentina que busca un cambio o un castigo a "los políticos", y lo convirtió en depositario de una confianza colectiva que lo impulsa como favorito.
Durante el acto de cierre de su campaña, este miércoles 18 de octubre en el Movistar Arena de Villa Crespo, sus seguidores entonaron cánticos como "Primera vuelta, la puta que lo parió" y "El domingo tenemos que ganar", expresando su deseo de una victoria en primera vuelta, sin la necesidad de un ballotage el 19 de noviembre.
Sin embargo, Milei y su equipo, a quienes esta posibilidad los deslumbra, son conscientes de que la empresa no será sencilla. Para evitar una segunda vuelta en Argentina, un candidato debe obtener el 45% de los votos o el 40% con una ventaja de diez puntos sobre el segundo candidato. El libertario ha reconocido que estas cifras no se reflejan en las encuestas, pero no por ello dejará de luchar por alcanzarlas, apostando a algo que - paradójicamente - apostó Larreta en su momento: movilizar una masa silenciosa de votantes que le otorgue el triunfo.
En caso de no lograr la victoria en primera vuelta, Milei prefiere enfrentarse a Sergio Massa, candidato de Unión por la Patria, en el balotaje del 19 de noviembre. El equipo de La Libertad Avanza confía en que la imagen negativa del actual ministro de Economía, sumada a la posible captura de votantes de Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio, les dará una ventaja.
Un estudio realizado por la Universidad de San Andrés (UdeSA) en octubre respalda la creencia del armado mileíista: mientras a días de las elecciones generales, el dirigente político con mayor imagen positiva es el propio Milei (33%), su imagen negativa es de 53%, mostrando un diferencial de - 20 puntos, en tanto Sergio Massa posee 23% de imagen positiva y 68% de imagen negativa, mostrando un diferencial de -45 puntos.
En el medio de los dos está Patricia Bullrich como la segunda dirigente con mayor imagen positiva, con 32%, y 58% de imagen negativa, arrojando un diferencial de -26 puntos.
El plan "primera vuelta"
¿Cómo intentó el mileíismo consolidar la plataforma para triunfar sin necesidad de balotaje? Para empezar, buscaron atraer a los indecisos que no votaron en las elecciones primarias de agosto. Además, siguen enfocados en fortalecer su presencia en la provincia de Buenos Aires, entre otras cosas argumentando que "están muy cerca de ganar la provincia" donde se encuentra un gran porcentaje del electorado nacional, aunque los números ciertamente muestran lo contrario.
También se centran en atraer a los votantes mayores de 60 años, un grupo en el que Bullrich tiene más apoyo. Para lograrlo, Milei ha presentado una estética presidencial en su campaña y ha buscado proyectar una imagen más seria, siendo uno de los productos más evidentes de esto la enorme moderación de su registro y volumen discursivo, además del cese en el uso de insultos y calificativos despectivos lo máximo posible.
Además, pretende convencer a los abuelos y abuelas de que su presidencia será beneficiosa para la juventud argentina, algo que, según los estrategas de La Libertad Avanza, puede influir en su voto.
La segunda vuelta
El territorio de la provincia de Buenos Aires sigue siendo crucial en el escenario de una segunda vuelta. Con un 40% del electorado nacional, Milei necesita que su candidata a gobernadora de la provincia, Carolina Píparo, obtenga un buen resultado y quede cerca del actual gobernador, Axel Kicillof.
Esto sería fundamental para lograr la victoria en un eventual balotaje presidencial, aunque también luce extremadamente complicado, considerando que la ampliación proyectada de votantes para las elecciones generales bonaerenses será de 1.600.000 personas aproximadamente, y Píparo debiera capturar 1.000.000 de esos votos para empardar el resultado de Kicillof en las PASO.
En el caso de una segunda vuelta entre Milei y Massa, los votos de Bullrich en provincias clave como Santa Fe y Córdoba serán decisivos. Milei ya ha enviado señales de un posible acuerdo con el gobernador cordobés, Juan Schiaretti, a través de un diálogo con su compañero de fórmula, Florencio Randazzo.
También ha buscado acercarse a Martín Llaryora, el gobernador electo de Córdoba, para fortalecer su posición en esa provincia. Y aunque el gobernador electo de Santa Fe, el radical Maximiliano Pullaro, expresó en agosto que "en un balotaje entre Massa y Milei votaría por Milei", es una realidad que parte de la base de sufragios que le valió el aplastante triunfo en las elecciones provinciales proviene de la estructura que él mismo trajo desde el Frente Progresista Cívico y Social, donde se formó (y se sigue referenciando) con el exgobernador socialista, Miguel Lifschitz, por lo cual es improbable que esos votos fluyan al mileíismo.
A pesar de estos esfuerzos, cabe aún plantearse la inconsistencia de Milei quien le pega con más intensidad de a ratos a Juntos por el Cambio que a Unión por la Patria, votos que indefectiblemente necesitaría en el escenario ideal que imagina en su cabeza. Cómo volver atrás de los agravios y las descalificaciones que le imputó tanto a Bullrich, como a Horacio Rodríguez Larreta y hasta a Mauricio Macri durante su gobierno es un enigma pendiente de respuesta que hoy luce como mala praxis política.