Santiago Bilinkis: “Si la inteligencia artificial llega a ser más inteligente que nosotros, nos va a engañar con facilidad”
Bilinkis es emprendedor, tecnólogo y autor argentino. Medalla de oro en Economía de la Universidad de San Andrés y experto en inteligencia artificial. Su último libro, Artificial, que escribió a cuatro manos con Mariano Sigman, (referente mundial en la neurociencia de las decisiones, la educación y la comunicación) plantea la posibilidad de entender de qué se trata esta revolución y dónde debemos pararnos ante ella como seres humanos. En esta entrevista, Bilinkis devela la gran oportunidad que se nos presenta ante la velocidad con la que avanza en todos los ámbitos la IA.
–¿La aparición de la inteligencia artificial es una revolución o es más que eso?
–Yo te diría que es el cambio tecnológico más importante de la historia de la humanidad. Puede sonar a exageración, dar un poco de miedo, pero, como todo cambio grande, vamos a encontrar que tiene cosas espectaculares y cosas potencialmente peligrosas. De la misma manera que en su momento lo fue Internet. Todo gran cambio va a tener cosas luminosas y cosas un poco más oscuras.
-¿Es parecido al cambio que se dio con la llegada de Internet o es mayor?
–Para mí este es mayor, también va a ser mucho más rápido. Internet existe hace 30 años, ya no es tan nuevo. Y sin embargo, todavía, buena parte de las empresas y la gente sigue viendo cómo adaptarse al mundo digital. Todavía estamos viendo cómo acomodarnos a una tecnología que ya tiene 30 años. La inteligencia artificial no nos va a dar tanto tiempo.
Las personas y organizaciones que en los próximos 5 a 10 años no puedan incorporar IA en su manera de trabajar, de educar, en su manera de vivir, van a encontrarse con problemas serios.
–Es un cambio de época, nos tenemos que apurar...
–El ritmo de cambio no lo fijamos nosotros. Justo hace unas semanas se cumplió un año del lanzamiento de ChatGPT, que fue la primera forma, muy visible de inteligencia artificial presente en nuestras vidas. Pasó un año y todavía 80% de la gente nunca lo usó.
–Es una máquina que utiliza un lenguaje totalmente distinto al de las otras máquinas, sabe hablar como yo. ¿Dónde aprendió?
–Entiende increíblemente bien todo lo que le decís, mejor incluso que muchas personas, no solo te entiende, comprende sutilezas. Te deja perplejo de lo bien que capta la sutileza del lenguaje. Después, aparte de entenderte, te contesta de manera increíblemente interesante. Aunque, esta no es una herramienta para buscar datos fácticos. Si vos querés saber cuál es la población de Sri Lanka, búscalo en Google o en Wikipedia. No le podés preguntar a GPT.
–¿Para qué es interesante?
–Para crear.
–Por ejemplo, tengo que escribir una nota: le cuento todos los datos, le digo lo que quiero hacer, ¿y él escribe la nota? ¿Después quién la firma?
–Te voy a poner un ejemplo real de cómo yo preparo los episodios de mi podcast y de mis columnas de radio. Para usar ChatGPT le tenés que escribir algo que por ahora se llama Prompt. Escribir qué quiero me toma media hora. Le digo sobre qué tema será, las características de la audiencia, cómo quiero armarlo. Le voy explicando cuál es la estructura narrativa que yo quiero para mi episodio. Después de media hora de explicar lo que quiero, aprieto Enter. Si se lo encargaras a un compañero de trabajo, a un productor por ahí le tomaría una tarde o tres días, GPT Lo contesta en cuatro segundos. La respuesta no es perfecta, pero, le podes pedir un cambio y lo resuelve, tiene memoria. En cuatro segundos hizo todo de nuevo. Un episodio del podcast, a mí me tomaba seis horas, ahora me toma 40 minutos y después, el producto que me entrega no es mi columna, es una columna, pero no es la mía. Luego tengo que apropiarme de este material y hacer con eso lo que me represente a mí. Ahí es donde yo me hago autor.
–Vos lo ves como una apertura de posibilidades, no como una amenaza. Sin embargo hay algunos que desconfían, como por ejemplo Yuval Harari, que dice que atentaría contra la democracia. ¿Cuál sería la amenaza?
–No quiero decir peligros, problemas hay un montón. ¿Qué es lo que está diciendo Harari cuando dice que es un riesgo para la democracia? Las inteligencias artificiales son muy buenas logrando aquello que les pidas. Si vos le pedís que diseñe una noticia capaz de engañar a una amplia franja de la población, lo hace muy bien. Hasta acá teníamos un problema de proliferación de noticias falsas y desinformación, con la inteligencia artificial se eleva a cinco escalones más. También podemos ver como un peligro la tentación de no pensar. Si vos a los chicos que están en la escuela, les permitís utilizar el GPT para responder cualquier pregunta de examen sin estudiar, sin pensar.
Las personas somos muy perezosas en general. Ahora se abre una nueva puerta a la pereza, que es básicamente poder resolver cualquier problema complejo sin pensar. Uno de los peligros que identificamos con Mariano Sigman, mi coautor del libro, es el sedentarismo cognitivo, el que cada vez más nos vayamos apoyando en las máquinas.
–¿Qué es pensar? ¿Qué es la inteligencia?
–Hay diferentes versiones, pero no es que te podamos dar una definición tajante de qué es la inteligencia. No hay un consenso. Por eso esto es algo muy interesante. Cuando hicimos por primera vez máquinas que pudieran volar, sabíamos los principios de la física. Cuando hicimos el avión, sabíamos no sólo que iba a volar, sino cuánto iba a volar, cuánto combustible iba a consumir, a qué altura. Acá estamos tratando de replicar un fenómeno que no entendemos, que es el de la inteligencia humana. Estamos tratando de hacer máquinas que piensan sin haber terminado de entender por qué o cómo pensamos nosotros y lo loco es que lo estamos pudiendo hacer. Aún con un entendimiento muy limitado de nuestro propio cerebro. Por eso es más riesgoso. Y ese es el otro peligro que plantea Harari. Estamos haciendo máquinas que no entendemos cómo funcionan.
–Y que funcionan parecido a nosotros...
–La advertencia más grande es que somos la especie más inteligente en este planeta, pero no llegamos al máximo de inteligencia posible, llegamos a donde llegamos. Es perfectamente concebible hacer una máquina más inteligente que nosotros. Hay mucha discusión respecto de cómo hacemos para que si sale una máquina más inteligente que nosotros, no se nos vuelve en contra.
–¿Cómo hacemos?
–Yo creo que es un planteo ingenuo. La especie más inteligente fija las reglas. Hay una razón por la cual nosotros hacemos botas de cocodrilo y no los cocodrilos botas de humanos a pesar de que el cocodrilo es mucho más poderoso, nosotros los doblegamos con inteligencia. Si la inteligencia artificial llega a ser más inteligente que nosotros, nos va a engañar, nos va a engañar con facilidad. Entonces, el peligro de crear una máquina más inteligente que nosotros es que dejemos de ser los que marcan el rumbo de los acontecimientos.
–¿Pueden llegar a tener sentimientos, emociones estas máquinas? Decime que eso es solo de los humanos...
–Nada es sólo de los humanos. Lamento pincharte el globo. Obviamente, cuanto más inteligentes, más sofisticados los sentimientos. Un gato no siente vergüenza o remordimiento por haber hecho algo malo. El perro, que es un poco más inteligente, muchas veces cuando se manda una macana, te esquiva la mirada. Nosotros tenemos emociones mucho más sofisticadas que un perro. Una máquina más inteligente que nosotros también va a acceder a emociones de un orden superior que nosotros ni siquiera podemos imaginar. El título del libro es “La nueva inteligencia y el contorno de lo humano”. El contorno de lo humano tiene que ver con una máquina que se empieza a meter dentro de los límites de lo que nosotros definíamos como nuestro propio espacio.
–¿Qué nos queda a los humanos si esta máquina reemplaza este aspecto cognitivo del ser humano? ¿Dónde nos vamos a poner? ¿Cómo vamos a encontrar un lugar?
–Es una excelente pregunta y no tengo respuesta. En el libro discutimos mucho eso. Ahora, no hay una respuesta tajante porque tampoco sabemos exactamente qué va a pasar. Un ejemplo: para manejar los softwares de edición de imágenes uno tenía que saber usar el mouse, cambiarle color, cambiar luminosidad, un trabajo que requería muchos años de formación o de práctica. Vos hoy, con el software más común de edición de imágenes, le decís lo qué querés que haga.
Esto genera dos fenómenos. El primer fenómeno es que aquellos que hacían edición de imágenes pueden hacerlo mucho más rápido que antes. Antes editar una imagen tomaba dos horas, ahora, lo podés hacer en cinco minutos. ¿Qué quiere decir eso? Que si antes tenías un equipo de diez diseñadores, ahora, podes hacer el mismo trabajo con uno o dos trabajadores. No es que reemplazó a las personas, es que la misma persona puede hacer diez veces más trabajo.
El segundo fenómeno es: yo soy malísimo editando imágenes. Ahora lo puedo hacer sin cinco años de estudio. De alguna manera es un gran nivelador que para el que se volvió un experto en una cosa es un horror; pero para la gran mayoría de nosotros, te habilita a meterte en campos que hasta hace muy poco tiempo era inimaginable. Con una inversión de tiempo y esfuerzo mucho menor.
–¿Puede hacer el ChatGPT un plan económico para Argentina y salvarla?
–Depende de lo que vos consideres salvar a la Argentina, depende de cuál sea tu ideología. Le tenés que decir cuál es tu definición de bien común, qué sociedad querés. ¿Querés una sociedad con menos pobreza, más igualitaria, con impuestos altos? ¿O querés una sociedad que privilegie la libertad de la posibilidad de cada persona de elegir, aunque eso genere mayores desigualdades? Esa decisión va a seguir siendo nuestra.
–¿Va a haber una etiqueta que diga esto fue hecho por un humano?
–En un anticuario en San Telmo el valor de los objetos no es por su valor económico, es por la historia que encierra. Vos comprás la historia de ese objeto. Con la sociedad industrial y la sociedad de consumo esto se fue perdiendo. La mayoría usamos ropa hecha en una máquina no tejida a mano por una tía. Conviven las dos cosas, convive el samovar en un local de San Telmo con la ropa industrial en la calle Avellaneda y ahí cada uno elige qué compra. Va a haber gente que va a querer cosas hechas por humanos y otras que no, pero si la máquina lo hace más barato, lo hace mejor. Dame lo que haga la máquina.
–¿Cómo puede la educación aprovecharse de la inteligencia artificial de la mejor manera?
–Con Mariano decidimos que el capítulo de educación sea de distribución gratuita. Queremos que todos los docentes, madres, padres, estudiantes puedan ser parte de la discusión y el capítulo se llama “El terremoto educativo”, porque realmente lo que se viene en educación es un sacudón monumental. Tenemos ahora una herramienta que le permite a cualquier chico o cualquier chica responder cualquier pregunta de examen sin saber nada.
Todo el mecanismo de cómo armamos hasta acá la transmisión de conocimiento y sobre todo la evaluación, que es también un gran señalador de qué es lo importante aprender, está en riesgo. Si el examen está hecho de una manera que vos lo aprobaste sin saber nada utilizando el ChatGPT estamos fritos. Pero a la vez, no podés quitarlo de la escuela, porque saber manejar herramientas de inteligencia artificial va ser crucial para ellos. Tenemos un desafío enorme, el desafío de reinventar la educación de manera muy profunda. Un ejemplo: Una docente que enseñaba inglés, le pide a los chicos que hagan una producción de una redacción en inglés. Después tenían que copiar y pegar la redacción en Chat GPT para que les corrija, pero lo que tenían que entregar no era ni su versión original, ni la versión corregida. Lo que tenían que entregar era una crítica analizando qué cambios les hizo Chat GPT, por qué creían que les hizo esos cambios y sobre todo, lo más importante, si aceptaban o rechazaban cada uno de los cambios. Entonces de esa manera los chicos aprenden, por un lado, que la inteligencia artificial es una herramienta que puede ser útil para mejorar sus producciones, pero también que la última palabra la tienen, requiere una mirada crítica sobre su propia producción.
–¿Estamos capacitados para hacer este cambio, esta transformación en la educación?
–Una de las cosas que más me preocupan es que acabamos de salir de una campaña electoral y ninguno de los candidatos habló del tema. Hay urgencias grandes, cómo hacer para que no se caigan los techos en las escuelas. Hay escuelas que no tienen gas y en invierno los chicos tienen frío. la inteligencia artificial va a llegar igual.
–Hay una gran brecha, va a llegar a ciertos sectores y a otros no va a llegar...
–La tecnología tiene un efecto democratizador muy fuerte. Hoy el teléfono celular de un chico o una chica de un barrio humilde de las afueras de Buenos Aires, no es significativamente peor que el teléfono celular que tiene los tipos más ricos del mundo. El ChatGPT es gratis, cualquier chico o chica, en el lugar del mundo que esté, en la circunstancia en la que esté, tiene acceso. Si usamos esto bien, más que ser una fuerza generadora de brechas, puede ser algo que nos ayude a achicar las brechas.
–¿Qué nos recomendás al 80% que todavía no nos acercamos a la inteligencia artificial, al Chat GPT?
–Úsenlo hoy, no mañana. Es una app en el celular o una página web que pueden usar desde sus computadoras o su navegadores. Tengan cuidado, hay apps truchas. No es demasiado complicado. Es gratis.
Empiecen a jugar, se van a fascinar, se van a sorprender, se van a divertir, se van a preocupar un poquito. Es un cúmulo de emociones, como cuando te encontrás de repente con una persona inteligente y tuviste una conversación que nunca te imaginaste que ibas a tener.
-¿Cuál es el nuevo paradigma de esta revolución tecnológica, cómo lo definirías?
–Para mí es la cooperación entre humanos y máquinas. Casi siempre se nos presenta la cosa como una rivalidad, a lo que vamos es camino a una inteligencia expandida, una inteligencia que combina la inteligencia humana con la inteligencia artificial. Para mí ahora la fórmula es inteligencia humana más inteligencia artificial, más inteligencia humana de nuevo. Y eso es la apropiación de lo que la máquina hizo para convertirnos nosotros de verdad en los autores de nuestras propias ideas, nuestros propios trabajos, los decisores de nuestra vida.