Shock fiscal con reducción de gasto: única prioridad en 2024, el resto es sarasa
La esperanza sin racionalidad es la utopía de los tontos. Es importante que los argentinos disfruten de este periodo de inflación baja que venimos teniendo. La inflación "alta", la verdaderamente "alta", le ocurrirá probablemente al próximo presidente y en esta coyuntura económica tan sensible no percibo a ningún candidato opositor que sepa qué hacer con lo que se le viene en 2024 y mucho menos que lo sincere con números claros y contundentes.
Todas las ofertas electorales opositoras son social populistas, sin excepción, la única diferencia entre los "opositores" está en el disfraz. Gane quien gane, la estructura de esta Argentina inmodificable probablemente, permanecerá inalterada como viene ocurriendo desde 1810. Y el único responsable de lo que hoy tenemos es el votante argentino, ese que siempre que se complican las cosas le baja el pulgar al presidente de turno y vota al de enfrente.
Tenemos una ciudadanía mayoritariamente populista, todo "opositor" que quiera ganar una elección deberá ofrecer populismo en alguna de sus múltiples formas. Y con esta restricción suprema, el próximo presidente deberá articular la reforma fiscal más agresiva en toda la historia de nuestra república.
Difícil, muy pero muy difícil, y sigo convencido que este dilema deberá ser resuelto en su totalidad por el próximo mandatario. Sin contundencia fiscal será imposible bajar la prima de riesgo, un elemento clave para que cualquier otra cosa funcione en la Argentina del 2024. Interesante observar a una oposición que no le pone números a esta pregunta: ¿dónde y cuánto van a cortar?
De esta forma, el próximo presidente deberá resolver una multiplicidad de dramas pero en ranking de importancia me permito poner primero en el podio a la reducción del gasto público como prioridad indispensable. Comienzo entonces con el final: la magia no existe, el pensamiento virtuoso es solo una ilusión, si Argentina no encara una formidable e inmediata reestructuración del Estado, nada podrá funcionar y todo lo que se intente será una absoluta pérdida de tiempo.
Poniendo precio a las cosas. Resulta relevante ubicar a la Argentina en el mapa relativo de riesgo país dentro de la región de Latinoamérica. Podemos hacer un número rápido utilizando la cotización de los CDS a 10 años. El CDS es un "credit default swap" que en definitiva mide el costo de asegurarse contra riesgo de default y por lo tanto se puede entender como una aproximación razonablemente correcta del riesgo país de cada soberano en particular.
De esta forma si por ejemplo, Brasil cotiza su CDS a 10 años en 312 puntos básicos (3.12%) significa que asegurarse contra riesgo de default en Brasil cuesta 3.12% que deberá abonarse en 10 cuotas anuales. Si se quiere asegurar un nocional de 1 millón de dólares, entonces los pagos anuales deberían ser de 66.300 dólares por año (3.12% de u$s 1.000.000). De esta forma, si un país es percibido como más riesgoso tendrá entonces un mayor costo por seguro de default. El relativo del riesgo país para la región es el siguiente:
- CDS a 10 años de Chile: 160 puntos básicos (1.60%)
- CDS a 10 años de Uruguay: 217 puntos básicos (2.17%)
- CDS a 10 años de Brasil: 312 puntos básicos (3.12%)
- CDS a 10 años de Colombia: 389 puntos básicos (3.89%)
Y estratosféricamente lejos vienen los CDS de Argentina. El CDS a 10 años de Argentina cotiza en 2800 puntos básicos (28%). Técnicamente cada cash flow de un CDS no es una suma cierta en el sentido que solamente debe pagarse si el default no ocurrió, por lo que para países con tanto riesgo de default priceado, las sumas resultantes deben ponderarse especialmente por probabilidades acumuladas de no default.
Comparando a la Argentina fuera de la región de Latinoamérica, seguimos cotizando en valores relativos récord. Ghana por ejemplo, cotiza su CDS a 10 años en 1075 puntos básicos (10.75%). El único país que conozco que supera a la Argentina en su cotización de CDS es Ucrania, lo cual es entendible dado que está en plena guerra.
La tasa libre de riesgo a 10 años es la que corresponde a Estados Unidos la cual se ubica en 3.50%. Cada país arma su tasa de descuento a 10 años sumando su riesgo país a la cotización de Estados Unidos. Chile por ejemplo es 5.10% lo que surge de sumar: 3.50% + 1.60% = 5.10%. Ahora bien, el riesgo país contagia directamente a la tasa de descuento a 10 años que se utiliza para servir de base en la valuación de activos de cada país. Normalmente, la tasa soberana es el piso de tasa de descuento a utilizar. De esta forma, si se quisiese valuar por ejemplo un proyecto que pague 100 dólares por año durante los próximos 10 años, las tasas de descuento resultantes y sus correspondientes valores presentes serían:
- Estados Unidos: 3.50%, valor presente u$s 829
- Chile: 5.10%, valor presente u$s 764
- Uruguay: 5.67%, valor presente u$s 742
- Brasil: 6.62%, valor presente u$s 707
- Colombia: 7.39%, valor presente u$s 681
- Y nuevamente, Argentina muy lejos en una isla perdida del universo cósmico, tiene una tasa de descuento de 31.50% resultando en un valor presente de u$s 259.
De esta forma se puede armar la pérdida de valor presente como consecuencia exclusiva del riesgo país de cada soberano:
- Chile: -8% (764/829-1)
- Uruguay: -11% (742/829-1)
- Brasil: -15% (707/829-1)
- Colombia: -18% (681/829-1)
Otra vez, en una galaxia difícil de identificar por telescopio, Argentina generaría una destrucción de valor presente de -69% (259/829-1).
Es evidente que para que Argentina pueda volver a seducir al mundo resulta indispensable bajar la prima de riesgo porque de lo contrario los activos argentinos valen virtualmente casi nada. Este será uno de los grandes desafíos del próximo presidente y a diferencia de lo que algunos analistas anticipan, no creo que el riesgo país baje sustancialmente solo porque se van "los malos" y llegan "los buenos".
Esta vez, Argentina no podrá venderle sarasa a un mundo que está harto de nuestros defaults y de nuestros mega-fracasos. Esta vez, Argentina deberá enviar una muy solida señal fiscal basada en una formidable reducción del gasto público, sin esta señal nada funcionará. El Estado argentino es exorbitantemente grande respecto a la capacidad que tiene nuestra nación para financiarlo.
Con una convincente reestructuración fiscal el mundo quizá vuelva a creer en la Argentina y entonces, lentamente su prima de riesgo comenzaría a bajar contagiando la suba en las cotizaciones de todos los activos argentinos. La magia no existe, el pensamiento virtuoso es solo una ilusión, si Argentina no encara una formidable reestructuración del Estado, nada podrá funcionar y todo lo que se intente será una absoluta pérdida de tiempo.