Soja subiendo y tasas bajando en 2024: las dos cartas de Mandrake el mago
Estas últimas semanas han sido para la Argentina una secuencia interminable de malas noticias que llevaron a un fuerte recalentamiento del dólar, a una baja considerable en bonos y ADRs argentinos y a una suba muy significativa de tasas por parte del BCRA.
En medio de toda esta secuencia negativa, es bueno por momentos parar la pelota y preguntarnos cuáles son las cosas buenas que podrían acontecerle a nuestro pobre próximo presidente que, dada las condiciones macroeconómicas del país, más que en "presidente" deberá convertirse en "Mandrake el mago". Lo interesante es que, a nivel internacional, podrían abrirse dos ventanas muy positivas para mercados emergentes.
Varias cosas acontecieron desde el 9 de marzo, fecha en la que ocurre el colapso del SVB (Silicon Valley Bank). De golpe y sin quererlo, dicho evento torció el brazo de una Fed que hasta entonces estaba dispuesta a "romperlo todo" en su exclusiva lucha antiinflacionaria como si nada más importase.
La tasa de dos años, la cual captura el sendero esperado de tasas de referencia a dos años vista, toca máximo interanual el 8 de marzo, un día antes del colapso del SVB, llegando a 5.11% y, desde dicho nivel, ha tenido una baja significativa. Esto describe a una Fed que muy probablemente esté cerca de culminar con su ciclo de restricción monetaria.
De hecho, los futuros de tasa de referencia ya anticipan una baja para 2023, lo cual no sólo implica que Wall Street espera que la Fed culmine su ciclo de suba de tasas, sino que, a la vez, anticipa que inicie un ciclo de flexibilización monetaria representado por baja de tasas cortas. De esta forma, la crisis bancaria nos deja a un mundo sorpresivamente dovish (laxo monetariamente) en poco más de un mes y medio.
Esta sorpresiva nueva realidad probablemente instaure por largo tiempo una dinámica de debilidad del dólar a nivel global debido a que las monedas son muy sensibles a cambios relativos en tasas cortas y los mercados emergentes suelen llevarse muy bien con escenarios de tasas en baja con un dólar débil.
De cara a la asunción de nuestro próximo pobre presidente, resulta entonces razonable imaginar que enfrentará un mundo con tasas bajando y, para un país que crónicamente requiere financiaciónl no deja de ser una noticia aceptable y más aun comparado con lo restrictivo que fue todo el 2022.
Normalmente cuando Wall Street enfrenta un entorno de baja de tasas de interés, suele ser mucho más benévolo en su tratamiento de deuda emergente y ese bien podría ser el caso para la Argentina del 2024. Obviamente, nada de esto soluciona el significativo problema macroeconómico que tenemos por delante, pero siempre es más fácil intentar una solución con tasas bajando en Estados Unidos que con tasas subiendo.
Otro frente que pudiera beneficiar sustancialmente a la Argentina es la "reapertura de la economía china" la cual se viene dando desde inicios de 2023. Recordemos que China puso restricciones muy fuertes debido al COVID y recién comenzó a liberarlas a inicios de este año. Por lo que pudimos aprender del resto del mundo, a las economías les cuesta volver a funcionar normalmente post-COVID bastante más de lo que originalmente se esperaba, y China no debiera ser una excepción al respecto.
De esta forma, la reapertura todavía no pareciera estar traccionando todo lo que eventualmente pudiera en el sentido que los commodities relacionados a energía, alimentos y metales básicos, todos ellos atados al ciclo expansivo de la economía global, vienen operando muy tranquilos sin capturar todavía lo que debiera ser un fuerte salto en la demanda. China es el mayor demandante de commodities del mundo por lo que su reactivación debiera hacerse sentir muy significativamente hacia fines de 2023 o inicios de 2024 y, cuando los commodities están de punta, Argentina suele beneficiarse y, aclaro, a pesar de los múltiples problemas de nuestra economía local.
Estas dos potenciales "muy buenas noticias" encuentran un fantasma que podría neutralizarlas hacia el cierre del 2023 o comienzo del 2024. La razón es que toda la restricción monetaria impartida por la Fed durante 2022, sumada a una crisis bancaria que probablemente resulte en severas restricciones del crédito al sector privado, podrían ocasionar una fuerte desaceleración de la economía norteamericana que incluso pudiera tener severos impactos en la economía global.
Esta probablemente es la mayor preocupación que perseguirá a todo el 2023, un año en donde aparentemente Estados Unidos se viene desinflacionando, pero, a la vez se empiezan a sentir los costos de la desinflación, los cuales se asocian generalmente a enfriamiento económico.
El tiempo dirá qué efecto domina: "reapertura de la economía china" vs "enfriamiento de la economía norteamericana". Pero aun con este fantasma, es altamente probable que nuestro próximo presidente enfrente un mundo con tasas mucho más bajas que el 2022, con un dólar mucho más débil y quizá con commodities subiendo. El mercado internacional se presenta como benévolo, desde ahí nos tocará resolver la multiplicidad de dramas locales que venimos arrastrando desde hace un largo siglo. Que Dios bendiga a "Mandrake el mago", el viento vuelve a soplar en favor de emergentes.