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Un escudo contra la demencia: el impacto de la educación en la salud cerebral

salud cerebral

La relación entre educación y salud cerebral sigue siendo explorada. Se ha demostrado que un mayor nivel educativo contribuye a mitigar el deterioro cognitivo y retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas. Aunque el envejecimiento normal conlleva una reducción progresiva del volumen cerebral, en individuos con demencia esta disminución es mucho más pronunciada y afecta regiones clave para la memoria, la integración de información y la cognición social. La educación, en este sentido, parece ofrecer un efecto protector, ya que se asocia con un mayor volumen de materia gris y actividad cerebral, favoreciendo así un envejecimiento más saludable.

Una investigación recientemente publicada en Alzheimer’s & Dementia, liderada por Cecilia González Campo, Agustín Ibañez, Adolfo García, Agustina Legaz, Sebastián Moguilner, Marcelo Maito y María Godoy, investigadores del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés, junto a un equipo internacional de investigadores, analiza el impacto de la educación en el envejecimiento saludable y la demencia. La investigación incluyó 1.412 participantes de América Latina y Estados Unidos, dos regiones con diferencias significativas en sus niveles educativos. En promedio, la muestra latinoamericana presentó niveles de escolaridad más bajos que la estadounidense. Además, en ambas regiones se evaluaron individuos sanos y con dos tipos de demencia: enfermedad de Alzheimer y degeneración lobar frontotemporal.

Para evaluar la relación entre educación y salud cerebral, los investigadores emplearon imágenes cerebrales y algoritmos de aprendizaje automático para examinar y predecir tanto la estructura del cerebro, a partir de la cantidad de materia gris, como la función cerebral, a través de la actividad neuronal. Mediante estudios estadísticos de correlación, identificaron que un mayor nivel educativo se asocia con un mayor volumen y actividad en áreas del cerebro centrales para la cognición. Posteriormente, analizaron cómo las diferencias en la estructura y función cerebral entre individuos de Latinoamérica y Estados Unidos se manifiestan en personas sanas y en pacientes con enfermedad de Alzheimer y degeneración lobar frontotemporal.

Los resultados muestran que un menor nivel educativo se asocia con una reducción de la materia gris y una menor conectividad funcional en regiones críticas para la cognición, tanto en individuos sanos como en aquellos con demencia. En Latinoamérica, donde los niveles educativos son más bajos que en Estados Unidos, el impacto negativo sobre el envejecimiento saludable es mayor. De hecho, la educación es responsable del 24,6% al 30% de la variabilidad en la estructura y la función cerebral entre ambas regiones, y hasta un 98,7% en casos de demencia. “Estos hallazgos subrayan la importancia de la educación como herramienta para un envejecimiento saludable y la prevención de la demencia. Incluir la educación en estrategias de diagnóstico, prevención e intervención podría mejorar la detección de trastornos neurodegenerativos”, concluye González Campo.

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