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¿Una vacuna contra las fake news? Claves para fortalecer la alfabetización digital

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Reconocer si una fuente es confiable o no, poder evaluar la calidad de una respuesta de Chat GPT, distinguir los contenidos patrocinados en una búsqueda en Google, pensar dos veces antes de reenviar una información dudosa en Whatsapp, configurar de manera consciente la privacidad de una cuenta en Instagram... Estos son algunos de los desafíos que se nos presentan a diario en el entorno digital. Para enfrentarlos, necesitamos una serie de habilidades que nos permitan mantenernos “alertas” para no ser engañados y poder ejercer una ciudadanía plena, online y offline. De eso se trata la alfabetización digital.

Esta última semana de octubre, la Unesco celebra en todo el mundo la “Semana de la Alfabetización Mediática e Informacional”, con el objetivo de visibilizar la necesidad de que las escuelas, las universidades, los gobiernos y la sociedad en general tomen conciencia de los retos que implica la vida en el entorno digital.

“Si bien la revolución digital ha permitido fomentar la difusión de los ideales democráticos y la diversidad de las expresiones culturales, ahora está planteando importantes desafíos a nuestras democracias, a medida que la desinformación y el discurso de odio proliferan en las redes”, plantea Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, en el mensaje de lanzamiento de la Semana.

“Para hacer frente a este reto, la alfabetización mediática e informacional (AMI) se ha convertido en una competencia esencial del siglo XXI”, señala Azoulay en su declaración. Y subraya que para la Unesco “el objetivo es ayudar al público más amplio posible a forjar un espíritu crítico y a contrastar sistemáticamente las fuentes, ayudar a los usuarios de las redes sociales a resistirse a las trampas y al análisis fácil de las teorías conspirativas y lograr que todas las personas tengan el reflejo de comprobar los datos”.

Usuarios críticos y plataformas responsables

Los datos de la organización muestran que en 2023 el 60% de la población mundial –es decir, 4750 millones de personas– está conectada a alguna red social. El relevamiento We Are Social 2023 mostró a nivel nacional que el 79,7% de la población es usuaria de redes sociales.

Los argentinos pasan en promedio 9 horas por día en internet, de los cuales 3 horas y 15 minutos transcurren en redes sociales. Para los argentinos, la búsqueda de información es el principal motivo para conectarse online (lo menciona el 78,5% de los encuestados). La plataforma más usada es Whatsapp (93,1%), seguida de Instagram (86,0%) y Facebook (84,0%).

Alejandro Artopoulos, director de investigación y desarrollo del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés, subraya que la inteligencia artificial generativa transformó la lucha contra la brecha digital.

“Antes pensábamos que con la alfabetización informacional básica resolveríamos esta brecha, pero ahora se reconoce que la alfabetización en inteligencia artificial implica la integración de datos, algoritmos y lenguajes naturales, lo que requiere una reconfiguración de las políticas de educación digital”, señala Artopoulos.

El investigador de la Universidad de San Andrés destaca que las habilidades necesarias para la alfabetización digital varían según el campo de actividad, desde la computación hasta el arte, el marketing, el agro o la ingeniería, lo que implica que “no existe un pensamiento computacional genérico que se aplique a todo”. Por lo tanto, es necesario “repensar los diseños curriculares en todos los niveles educativos y en las diversas carreras profesionales para abordar esta diversidad de habilidades digitales”.

¿Discernimiento propio o validación externa?

Para Santiago Bellomo, decano de la Escuela de Educación de la Universidad Austral, uno de los desafíos inmediatos de la alfabetización informacional consiste en generar conciencia en la ciudadanía sobre “la facilidad y recurrencia con que somos expuestos al engaño”, y promover “una suerte de sentido de alerta”.

Sin embargo, continúa Bellomo, el verdadero problema es anterior: ¿cómo sabemos si estamos en presencia de un engaño, una información sesgada o una ilusión?

“En algunos casos, como el de un video hecho con IA, no podemos saberlo por nuestros medios y necesitamos contar con ayuda externa, razón por la que recurrimos a otras fuentes de validación”, por ejemplo, ir a verificar un tuit dudoso en los medios periodísticos que nos resultan confiables. Aparece ahí otro problema: ¿quién tiene tiempo de chequearlo todo?

“Cuanto mayor es la potencia de la tecnología para resolver las necesidades de información y conocimiento, mayor es la urgencia de contar con recursos de discernimiento propios, sin necesidad de validación externa”, concluye Bellomo, autor del libro Educación aumentada. Desafíos de la educación en la era de la inteligencia artificial (Globethics).

Para Bellomo, uno de los principios de lo que él llama “educación aumentada” es que “aquellos que posean más saberes y capacidades intelectuales serán quienes logren aprovechar mucho más profundamente los beneficios de la sociedad del conocimiento y cuenten con antídotos más potentes contra el engaño”.

Regular la “dieta informativa”

Por su parte, María Laura García, periodista, expresidenta de la Asociación Mundial de Inteligencia de Medios (FIBEP) y autora del libro El desafío digital (Granica), vuelve sobre el valor del pensamiento crítico: “Es lo que nos permitirá diferenciar entre una fuente profesional y otra que no lo es; o discernir si un determinado contenido es una opinión, un hecho o un dato”.

Para García, es fundamental entender desde dónde hablan quienes se expresan en los medios y las redes: “¿Es un experto, o habla desde el lugar de un ciudadano más? Por ejemplo, un influencer de moda que publica en sus redes sociales recomendaciones sobre algún aspecto relacionado con la salud no es una fuente calificada para abordar esa temática”.

La especialista sostiene que es fundamental “tomar control de nuestro menú informativo”. Y grafica: “Así como cuidamos el cuerpo, tenemos que considerar que la información es el alimento de nuestros pensamientos, creencias e ideas. En estos tiempos es fundamental tener una dieta equilibrada, en la que seamos conscientes tanto de dónde proviene la comunicación como de su calidad”.

De las reflexiones de los expertos surge que la alfabetización digital hoy es un requisito básico para poder ejercer una ciudadanía plena: para poder entender el discurso de un candidato, ser capaz de detectar la información falsa en un mensaje viral, reconocer la ironía en un meme o los intereses detrás de una publicidad. También surge que, frente a los nuevos desafíos que introduce la IA generativa, cobran aún más valor las habilidades como el discernimiento, la metacognición y el pensamiento crítico: al final, el repertorio no parece tan diferente del que necesitábamos cuando aún sabíamos qué era Google.

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