Entrevista a Axel Rivas, director de la Escuela de Educación, sobre el modelo educativo chileno
Axel Rivas, director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés de Buenos Aires, lleva años investigando sistemas educativos en América Latina. Desde esa vereda, ve con buenos ojos el modelo educativo chileno, pese a que, en su experiencia conversando con especialistas chilenos, hay una mirada interna pesimista sobre el sistema.
Esta semana vino a Chile a exponer al sexto Congreso Interdisciplinario de Investigación en Educación (CIIE), invitado por la Facultad de Educación UAH. En la previa a su exposición aborda con The Clinic materias en que Chile le queda por avanzar.
“Chile tiene el desafío sobre todo de garantizar la educación superior como un derecho. De garantizar un mejor financiamiento, que no sea tan difícil para los sectores de más bajos ingresos acceder. Pero tiene mejores tasas de graduación porque es más eficiente en la selección inicial”, afirma.
Otro de los grandes desafíos del país, postula, tiene que ver con los niveles de igualdad social y educativa. Desde su percepción, Chile tiene “un sistema educativo que tiene muy buenos resultados pero ciertos límites. Muy centrado en las pruebas, muy centrado en el SIMCE. Muy centrado en todo un sistema muy cerrado de aprendizaje que permite poco espacio al trabajo por proyectos, a cierta mirada más de innovación. Más de motivación de los alumnos”.
A modo de conclusión, afirma que “la educación pública de Chile tiene muchos desafíos, pero está mucho mejor de lo que uno piensa. Sobre todo en comparación con el resto de la región”, asegura el académico.
—¿Qué visión existe de la educación en Chile hacia afuera?
—A veces la mirada de especialistas, colegas de Chile, es un poco distinta. Para mí en particular, que estudio desde hace mucho tiempo la comparación de los sistemas educativos, Chile es un país que está muy avanzado en educación en la región. Para los chilenos es como una sorpresa a veces escuchar eso. Pero realmente tiene, en primer lugar mejores resultados que el resto de los países, un mayor nivel de inclusión educativa, más estudiantes que terminan la escuela secundaria que ningún otro país de la región y los mejores resultados en las pruebas PISA, que son la medida de comparación más conocida.
Eso tiene una explicación o una serie de explicaciones que tienen mucho que ver con la inversión educativa que ha hecho el país en las últimas dos-tres décadas desde el retorno a la democracia. Ha crecido mucho el presupuesto en educación y ha habido muchas políticas, muchas reformas. Reformas de las reformas, que también han generado mucha confusión y mareo en las escuelas. Pero como mirada global, Chile ha tenido mucho más propósito de transformar la educación y ha hecho muchas cosas para intentar mejorar las condiciones del sistema educativo que en otros países de la región están todavía muy lejanas.
—¿Desde la mirada de la educación pública o general?
—General. Claramente que Chile tiene un sistema educativo muy particular con el financiamiento a la demanda y con una gran porción de escuelas que son particulares subvencionadas. Eso es una anomalía en toda la región. Es el sistema educativo con mayor proporción de escuelas privadas. Pero Chile ha logrado que el Estado esté presente de otras maneras. Para dar un ejemplo, todo el sistema de regulación curricular de lo que los docentes tienen que enseñar y los alumnos tienen que aprender, es muy riguroso en Chile, tiene un currículum muy detallado, muy completo.
Pese a que tiene un sistema de gestión en gran medida privado de la educación, tiene una gran intervención estatal en lo que se enseña y aprende, mucho más que otros países. Es como un sistema doble, muy privado en la gestión, muy estatal en lo curricular.
—¿Y qué percepción tiene del nivel de la educación pública?
—En los últimos 30 años, Chile redujo mucho su nivel de pobreza, pero no su nivel de desigualdad. Y eso se siente en el sistema educativo. Con circuitos segregados de nivel socioeconómico por escuelas. Si bien es cierto que la educación pública en Chile tiene muchos desafíos, creo que está mejor situación que en el resto de América Latina y ampliamente. Chile es el único país de la región que tiene jornada completa en todas sus escuelas. No hay ningún otro país que tenga esa oferta. Y que tiene un sistema de mucho apoyo al currículum, que tiene una carrera profesional docente que para mí es la más avanzada de América Latina.
—Si comparamos a nivel regional, la cantidad de estudiantes escolares que tienen acceso después a la educación superior, ¿a qué nivel estaría?
—Chile tiene como característica un sistema más selectivo en el ingreso a la educación superior. Con una barrera adicional a las pruebas de selectividad, que son las cuotas que hay que pagar para acceder a las universidades que hacen que sea un doble obstáculo. Eso me parece que es un gran desafío que tiene el país, y que se ha afrontado en los últimos años, pero todavía requiere más avances. Y hacen que Chile sea un país que tiene una más alta tasa de egreso en proporción a otros países que de ingreso a la educación superior.
Según explica Rivas, Latinoamérica sufrió más los efectos de la pandemia en cuanto a educación. A nivel general en la región hubo una resistencia de volver a la presencialidad, y hoy se viven los efectos en muchas dimensiones.
Si bien asegura que Chile estaba en ventaja por ser el país que más invierte en educación en la región, aún así sufrió las consecuencias. De todas formas, destaca que hay municipios que lograron abordar la ola.
De acuerdo con el estudio “Las llaves de la educación”, del que participó, San Nicolás (Ñuble) y Loncoche (La Araucanía) son un ejemplo para la región. En esta investigación analizaron sistemas educativos subnacionales de seis países, incluyendo Chile.
“Encontramos 12 casos de mejora sistémica que lograron sostener durante muchos años la mejora de sus sistemas educativos. En el caso de Chile, dos municipios, que son San Nicolás y Loncoche. Y en el caso de Brasil, especialmente, los estados de Ceará y Pernambuco. Que han sido extraordinarios en lograr mejorar la educación pública en contextos de mucha pobreza durante muchos años, y para todos los alumnos”, afirma.
En ese sentido, concluye y destaca que “tenemos algunas experiencias en América Latina que son ejemplares, de las cuales aprender, para que no sea todo siempre noticias negativas”.