Federico Merke: "El mundo que Milei imagina para la Argentina no está habitado por ningún Estado"
La política exterior que el candidato de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, anunció que pondrá en práctica en el caso de llegar al gobierno dejará a la Argentina "en el peor de los mundos", alejada de una parte de los estados del planeta y con empresas a merced de una apertura comercial que las obligará a establecer vínculos en condiciones desiguales, evaluó Federico Merke, investigador del Conicet y experto en Relaciones Internacionales.
"Milei propone correr al Estado de la vida económica y de la inserción internacional. Mi sensación es que el mundo que imagina no está habitado por ningún Estado", dijo Merke, doctor en Ciencias Sociales y director de la Maestría en Política y Economía Internacionales en la Universidad de San Andrés (UdeSA).
En una entrevista concedida a Télam, Merke opinó que "abrirse al comercio internacional en ausencia de una reciprocidad por parte de los estados nacionales dejará a la Argentina "en el peor de los mundos porque nuestras exportaciones -analizó- seguirían sujetas a los aranceles de otros gobiernos, mientras que sus productos entrarían libremente o con aranceles muy reducidos a nuestro país".
Además, Merke consideró que sería "inaudito" que un eventual Gobierno de Milei rompa relaciones con Brasil, como sugirió el candidato en distintas declaraciones públicas.
"En varias ocasiones Milei habló de 'cortar relaciones' con países autocráticos. Si adoptamos una definición amplia de autocracia, estamos hablando de aproximadamente el 40 por ciento de los estados del planeta. Dudo que esto sea viable", evaluó.
Télam: ¿Qué consecuencias ocasionaría a la Argentina una política exterior como la que propone Milei? ¿Qué países tienen una política de relaciones exteriores similar a la que, según dice, el candidato de LLA pondría en práctica en su Gobierno?
Federico Merke: Conocemos poco sobre la propuesta que Milei tiene de política exterior, pero hasta ahora me parece claro que manifestó su preferencia por una relación estrecha con Estados Unidos, Israel y lo que él llama "el mundo libre", que intuyo serán las democracias más prósperas o lo que llamaríamos "el norte global". Por otro lado, manifestó un claro rechazo a países del sur global de carácter autoritario o, según él, con regímenes comunistas, como define, por ejemplo, al Gobierno de Brasil en manos de Lula da Silva. En varias ocasiones habló de "cortar relaciones" con países autocráticos. Si adoptamos una definición amplia de autocracia, estamos hablando de aproximadamente el 40% de los estados del planeta. Dudo que esto sea viable. Así como Milei propone correr al Estado de la vida económica, también pretende correr al Estado de la inserción internacional. Mi sensación es que el mundo que Milei imagina no está habitado por ningún Estado. Hoy el libre comercio está muy cuestionado, en parte por los países del mundo libre que actualmente están desarrollando una batería de políticas industriales, las cuales suponen perforar el libreto del libre comercio desde adentro del sistema.
T: Durante el último debate presidencial Milei aseguró que en un eventual gobierno suyo las relaciones comerciales serán "un asunto de los privados" en el que "Estado no se tiene que meter". En un mensaje que publicó en redes sociales usted sostuvo que se trata de una mirada peligrosa. ¿Por qué?
FM: En el orden económico global, las empresas funcionan en un campo de juego que fue diseñado por gobiernos. Una empresa argentina, por ejemplo, puede exportar sus productos a países con los cuales no tenemos un acuerdo de libre comercio. Pero esa exportación, desde las condiciones fitosanitarias hasta el seguro del flete, está regulada por acuerdos internacionales negociados entre gobiernos. El peligro reside en una apertura unilateral. Abrirse al comercio en ausencia de reciprocidad nos deja en el peor de los mundos porque nuestras exportaciones seguirían estando sujetas a los aranceles de otros gobiernos, mientras que sus productos entrarían libremente o con aranceles muy reducidos a nuestro país. Muchos países han ido por este camino, pero lo hicieron desde una perspectiva de muchas ventaja, como EEUU; de aislamiento, como Chile durante los años de Augusto Pinochet; o desde economías sin desarrollo industrial que puedan verse afectadas significativamente. No digo que esto no sea posible; claro que es posible, pero hay que estudiar en profundidad qué conviene hacer y no dejarse llevar por dogmas liberales que nadie hoy defiende.
T: Milei rechaza la responsabilidad humana, digamos, en el impacto del cambio climático y también se opone a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. En una reciente entrevista usted dijo, justamente, que el cambio climático es una oportunidad para repensar la inserción de la Argentina en el mundo. ¿En qué aspectos, entonces, afecta una mirada como la del candidato de LLA en esta materia?
FM: Milei no parece negar que el clima esté cambiando, pero sí que el clima esté cambiando por causas humanas. Lo que niega, entonces, es el Antropoceno. Como sea, esto supone desatender los compromisos ambientales que la Argentina adoptó en el marco del Acuerdo de París de 2015 y desatender las discusiones que se vienen dando en las Conferencias de las Partes en temas tan diversos como los fondos de pérdidas y daños, la reducción de emisiones de metano o los compromisos para frenar la deforestación. Esto es muy preocupante. Hoy las empresas serias cuentan con metas propias de descarbonización o con estándares ambientales que el mercado está diseñando en sintonía con las demandas de gobiernos, organismos internacionales, la sociedad civil y los propios inversores o fondos de inversión. Milei puede no creer en el Antropoceno, pero debería creer en la regulación porque existe, es comprobable y tendrá efectos en la Argentina. Podemos no creer en el cambio climático, pero si deforestamos, sencillamente muchos países dejarán de comprar nuestros productos por no acatar regulaciones, por ejemplo, de la Unión Europea. Si Milei respeta al mundo libre debería saber que el mundo libre está liderando la descarbonización, lo que los hace exigir cada vez más que otros países asuman compromisos mayores.
T: El candidato presidencial de LLA habla de romper relaciones con los países que considera no democráticos, ignorar el vínculo de Argentina con Brasil y, acaso, desestimar el funcionamiento del Mercosur que, de por sí, tiene desafíos por cumplir. ¿Qué escenario se imagina en ese sentido?
FM: Me cuesta pensar que Milei rompa vínculos con Brasil. Sería inaudito. La lección a extraer es que cuando un político argentino habla de desideologizar la política exterior, en realidad está proponiendo ideologizarla en la dirección contraria. Me imagino, en todo caso, una relación fría, distante, que busque asegurar el comercio bilateral, pero no mucho más. El resultado sería muy negativo. Brasil está buscando liderar la acción climática en la región: acaba de emitir sus primeros bonos sustentables por 2.000 millones de dólares para financiar inversiones verdes. Si Milei va en la dirección anunciada, la relación bilateral seguirá sufriendo un sendero de divergencia que ya lleva varios años.
T: En el caso de Sergio Massa triunfe en el balotaje, ¿qué desafíos, a nivel general, enfrenta la Argentina en un corto y mediano plazo en materia de política exterior? ¿Qué vínculos debería reforzar y ampliar en un mundo que atraviesa, por lo menos, dos conflictos bélicos de relevancia?
FM: Massa ha venido hablando bastante de política exterior. Su posible canciller, Gustavo Martínez Pandiani, ha sido muy enfático en señalar que la Argentina debe ser amigo de todos y enemigo de nadie. Que debe adoptar una postura pragmática y defender el interés nacional sin estridencias, pero con firmeza. Es una orientación internacional muy distinta porque buscará posicionar a la Argentina en los nichos en donde somos competentes y en donde tenemos nuestra reputación ya adquirida, como los derechos humanos, alimentos o energía nuclear. En Massa veo una urgencia por hacer crecer el comercio y por subirse a la ola de la transición energética desde una perspectiva comercial. No está mal, pero su gobierno necesitará articular mejor una narrativa que integre crecimiento, inclusión y descarbonización. En el corto plazo, un gobierno de Massa no tendrá luna de miel y estará urgido por seguir negociando con el FMI un programa económico, captar inversión para infraestructura vinculada a proyectos energéticos y reconstruir una agenda de integración con Brasil, además de seguir gestionando proyectos con China. (Télam)